Las Manos que pusieron patas arriba a Neuquén

El miércoles explotó la Vuelta de Obligado. Las Manos de Filippi se prendió en la lucha de los ceramistas y convocó a miles de jóvenes. Los Nuestros aportaron lo suyo

NEUQUEN (AN).- Cientos de torsos quedaron desnudos, agitados, furiosos, incontenibles. El sudor corría a borbotones, la adrenalina rompía los moldes, la capital neuquina se puso a mil. Las Manos de Filippi voló cerebros en la Vuelta de Obligado, puso patas arriba el centro de la ciudad el miércoles por la noche.

Una marea de jóvenes pasó por el lugar. Los organizadores hablan de cuatro mil, y no están tan errados. Una verdadera fiesta que contó con «cotillón» del más variado. Murga, muestras fotográficas, serigrafía gratarola, preyección de documentales y videos, y sobre todo, rock a borbotones, caliente, sincero.

Los muchachotes de Las Manos… le pusieron el lomo a la causa, se entregaron, quedaron exhaustos. Ofrecieron lo mejor de su respertorio durante dos horas y media, y su público se lo retribuyó con el alma.

Y algo más: bailes paganos, pogos, coreos y sobre todo orden, organización. No hizo falta custodia policial. Todos se cuidaron a si mismos, se sintieron cobijados.

El pulso comenzó a acelerarse al ritmo de una murga local. Los cuerpos sintieron el primer sofocón. Luego, un documental sobre la lucha de los obreros de Zanon y los primeros silbidos que cortaron la cálida noche, que marcaron la cancha y provocaron repulsión: fue cuando se proyectaron imágenes de la brutal, encarnizada represión policial del 25 de noviembre en el barrio San Lorenzo.

Las 20.30. Teloneros en escena. Los chicos de Los Nuestros fueron un buen aperitivo, marcaron la pauta de lo que se vendría, lo que estaba al caer. Jerónimo Guariglia, Marcelo Montovi y Javier Rosas despotricaron contra la violencia y las desigualdades de la contemporaneidad argentina disfrazando su reclamo en canciones como «Buitres», «Mecánica Violenta», «Orgía en el supermercado», «Ojos de miedo» y «Roba mis sueños». La horda se prendió en la encendida «protesta» rockera. Y se largó el agite.

Las 21 y pico. «Cabra» y los suyos sobre tablas. Brazos cortando el aire, torsos a la interperie, piernas a toda revolución. «El pueblo está de pie»

gritó un pebete cosido a los hombros de un amigo. No había tiempo para las especulaciones. La política y el rock se habían apoderado del lugar.

Y Las Manos… son monarcas sin corona en esas tierras. Caminan por ese pantano con total despreocupación. Son más que un espectáculo musical. Cada vez que aminora el vértigo escupen contra la represión y le besan la frente a la lucha de los obreros de Zanon. Se sienten a gusto, y su público se lo agradece una y otra vez.

Caen temas nuevos y viejos. Se entremezclan las placas «Arriba, éste es el Estado» con «Hasta las Manos». Sacuden con la misma intensidad «Workin», «Sr. Cobranza», «Insurrección popular, huelga general» y «Los métodos piqueteros». Una sobredosis más con el hit «Himno del cucumelo».

Dos horas y media de locura. Temas de la agrupación Mamani. Caras de asco ante la huida de De la Rua. Caras de asco ante la represión del 19 y 20 de diciembre. Una noche a full. Cóctel de emociones. «Manos» a la obra.

Sebastián Busader


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