Las mujeres, protagonistas en el juicio

De los 85 testigos que el martes comenzarán a declarar, 31 son mujeres. Hicieron aportes relevantes para la investigación. Dos de ellas, las concubinas de los detenidos, son clave.

CIPOLLETTI (AC)- Mujeres son las víctimas. Mujeres son sus madres, que impulsan las marchas pidiendo justicia. Mujeres son las dos testigos clave, ya que como concubinas de los imputados los vieron en actitudes sospechosas y les escucharon decir frases comprometedoras.

También fue una mujer la que creyó haber observado a uno de los acusados en el lugar del crimen. Mujer es la amiga que María Emilia fue a visitar y no encontró. Y cuando Claudio Kielmasz quiso acercarse a la familia González para entregarle el arma, llegó a través de una mujer.

Las mujeres han jugado un rol determinante en la investigación del triple crimen. De los 85 testigos citados a declarar, 31 son mujeres que según el fiscal Meynet tienen esas pequeñas o grandes porciones de verdad que la justicia pretende enhebrar para reconstruir la trama de los asesinatos.

De todas ellas, hay dos sobre las cuales reposan pruebas decisivas para determinar culpabilidades o inocencias: Alicia Guanque, concubina de Kielmasz, y Sandra González, pareja de Guillermo González Pino.

La primera está citada a testimoniar el 16 de abril y su declaración concita todas las expectativas. Durante la instrucción declaró que la noche del 9 de noviembre de 1997, cuando se cometieron los crímenes, ella estaba en la casa de su madre. Llegó Kielmasz a buscarla, pero «estaba nervioso, transpiraba, temblaba».

Además tenía «tironeada» la remera y tierra en el interior de sus zapatillas, «como si hubiera metido la pata en un montículo con tierra».

«Me agarró una patota», fue la explicación que le dio. Sin embargo desde esa noche la actitud de Kielmasz cambió. El día que aparecieron los cadáveres lloró mucho, y empezó a interiorizarse de todo lo relativo a la investigación. Cuando ella le preguntó por qué, la respuesta del joven fue sugestiva: «si yo te cuento vos me vas a dejar, es algo muy feo».

Le contó entonces que había presenciado el ataque a las chicas, había visto uno de los cadáveres y sabía dónde estaba el arma. Nadie se explica por qué temía que su concubina lo dejara, si apenas había sido un testigo involuntario. «Si cuento lo que sé me van a llevar», repetía él.

La importancia de la declaración de Sandra González es todavía mayor.

El fiscal Meynet admite que «sin dudas es el basamento de la acusación contra González Pino», del cual era concubina. Está citada para la audiencia del 18 de abril.

Algunos tramos del relato que prestó en la instrucción son calcados de los de Alicia Guanque. Por ejemplo cuando dice que la noche de los crímenes su pareja llegó a la casa con la camisa fuera del pantalón, «dándole la sensación de que lo habían agarrado». Tenía restos de pasto en las zapatillas y la parte de atrás de la rodilla del vaquero toda manchada de verde. Además «estaba agitado y nervioso», y cuando le preguntó los motivos González Pino respondió: «tuve una pelea».

Supuestamente había ido a jugar al fútbol al complejo Espacio donde «se armó quilombo». Pero otra mujer, la bioquímica luego asesinada Ana Zerdán, certificó que esa noche el complejo -del cual era administradora- estuvo cerrado. Así, le derrumbó la coartada.

La misma Sandra González es la que dice que vio a su pareja con gruesos fajos de billetes de cien pesos.

Allí se apoya el fiscal para afirmar que a González Pino le pagaron por matar a las chicas.

Pero el aporte más importante de esta mujer es el relato que hace de una charla con su pareja, en la cual supuestamente él confesó: «¿Te acordás de la muerte de las chicas? Yo estuve ahí, yo no quise hacer eso, las quise golpear pero no matar».

Las dos mujeres estarán frente a los jueces la misma semana. No sería raro que, si mantienen su versión, tengan un careo con los imputados. Además, todo lo que dijeron está ratificado por sus madres, a quienes les contaron todo.

Alicia Guanque sigue visitando a Kielmasz en la cárcel, y le lleva a los tres hijos que tienen en común. Sandra González, en cambio, está alejada de González Pino y vive como testigo protegida.

En muchas causas hicieron aportes fundamentales

CIPOLLETTI (AC)- Muchas causas criminales se destrabaron gracias al aporte de mujeres, que declararon lo que sabían ante la justicia o impulsaron movilizaciones para que los casos no caigan en el olvido.

•Martha Pelloni. La monja es uno de los emblemas del caso María Soledad Morales. Desde el comienzo levantó las banderas de la justicia contra la impunidad, y junto con los padres de la joven catamarqueña impusieron las marchas de silencio que luego se difundirían a todo el país.

•Silvia Belawsky. Esposa del policía Gustavo Prellezo, su declaración lanzó a la justicia tras Alfredo Yabrán como autor intelectual del crimen del fotógrafo José Luis Cabezas.

•Viviana González. La subteniente enfermera del Ejército ofreció un polémico testimonio que fue utilizado para condenar a su camarada Ignacio Canevaro como asesino del soldado Omar Carrasco. Dijo que le había prestado el pantalón que vestía al cadáver.

•Natividad Echagallo. Denunció que su pareja, Mario Oscar Sallago, había matado a una mujer y violado a su hija en Chubut. Lo mandó a la cárcel 16 años. Sallago está sospechado de asesinar a Graciela Mendoza en Neuquén.

A cada paso hay una testigo que acercó datos

CIPOLLETTI (AC)- A cada paso de la investigación surge el testimonio de una mujer que ayuda a comprender pequeños tramos de esta historia compleja.

El rastro de María Emilia, Paula y Verónica se pierde después de que dejan el vehículo frente a la vivienda de Alejandra Meraviglia, en el barrio Magister. Iban a buscarla para caminar pero no la encontraron, porque la joven estaba en Neuquén. Acaso si hubiera cambiado sus planes la historia sería distinta, es imposible saberlo.

Teresa Alicia Castillo observó a tres jóvenes cuando caminaban por la calle San Luis. Lidia Fazzolari y su amiga María Cecilia Garrido vieron a tres mujeres caminando por las vías. De allí surge la hipótesis del error que sustenta la fiscalía, porque cree que eran dos grupos distintos.

Garrido también reparó en la presencia de un sujeto, a bordo de un automóvil, que podría ser González Pino.

Ellas no notaron la presencia de Kielmasz pero el imputado las menciona en sus turbulentas indagatorias, lo cual demuestra que él estaba en el lugar.

Hay otras dos mujeres que aportan piezas importantes. Nélida Jerónimo vio a Kielmasz en una de las marchas en reclamo de justicia; asegura que el joven cosechó aplausos cuando propuso la construcción de un monumento en memoria de las víctimas.

Y Edith Chiminelli, una de las militantes de esas movilizaciones, fue el canal elegido por Kielmasz para llegar hasta la familia González y entregarle el arma.

Que, debe recordarse, era de otra mujer: su madre Prosperina Duarte.


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