Las obsesiones de Jorge Polaco en escena
Hoy estrena "Bodas de oro" en el Centro Cultural Recoleta. La vejez y el erotismo son el tema de su nuevo trabajo como director.
Buenos Aires, (Télam).- Desde hoy a las 20 podrá verse en el Centro Cultural Recoleta la obra «Bodas de oro», escrita y dirigida por el cineasta Jorge Polaco, en la que vuelve a exponer sus obsesiones vinculadas a la vejez y al erotismo.
«Los temas que uno ama u odia -destacó en cineasta- aparecen en todas las instancias de la vida. Se hacen visibles en la escritura, en la convivencia, en cada gesto».
Para Polaco el querer abrazar a los viejos del mundo es un modo de querer abrazar la vida, porque, fundamentó, «todos pasamos la vida en la antesala de la muerte, envejeciendo».
«Yo amo desde siempre la tercera edad. Recuerdo que cuando era chico -evocó- me resultaba aburrido jugar con mis compañeritos, pero me fascinaba escuchar a un viejo contar anécdotas.
Esas historias -reflexionó- tienen el peso de la vida y nosotros hacemos muy pocas cosas que estén del lado de la vida. Vivimos tan superficialmente, tan estúpidamente, tan dependientes de la mirada del otro, que de la vida absorbemos muy poco».
Otro de los protagonistas excluyentes de todas sus concreciones es el erotismo que se revela en toda manifestación de vida. «El erotismo no tiene nada que ver con cánones de belleza preestablecidos -afirmó-, está en la manera en cómo tomamos los objetos, cómo vemos a los demás o cómo nos miramos en el espejo».
«Lo que pasa es que estamos tan cargados de culpa que no nos animamos a mirarnos y cuando lo hacemos, solamente nos vemos más viejos y no sabemos rescatar la belleza de la vejez», se explayó.
Entre los «leit-motiv» de la obra cinematográfica de Polaco, teatral o literaria, junto a la vejez, aparecen la perversión y la fealdad.
«Bienvenida sea la perversión del artista, yo dudo del arte que no es perverso», exclamó sin tapujos. Y se apresuró a acotar que «el artista perverso es el que se anima a hacer y decir lo que los demás sienten o quieren hacer y no pueden. Es un emergente de la sociedad».
Sin embargo no lo asombra la pacatería o las inhibiciones de muchos. «Lo que pasa -ensayó a manera de explicación- es que nos educaron con miedo y actuamos como sectas. Nos llenan de culpas y de odio. Es como si ésta no fuera una época para el amor».
Paradójicamente sus creaciones expresan un mundo poético y de refinamiento totalmente reñido con la fealdad, pero que no responde a los cánones tradicionales de belleza, socialmente aprobados.
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