Las tres carabelas del descubrimiento

Por Pedro J. Frías (*)

El título es metafórico, porque quiero referirme a nuestro redescubrimiento de la Argentina que somos. La primera, es recuperar los valores. La segunda, vivir con lo nuestro. La tercera, cultivar los bienes inmateriales.

Lo primero es reconocer que la sociedad argentina, como toda la occidental, ha perdido valores y ha creído en muchos antivalores. No hay espiritualidad genuina como bien social, no hay compromisos duraderos y por eso hemos perdido -aunque menos que otros- la familia, el matrimonio y nos hemos incorporado, a lo menos inicialmente, a los siete modelos de familia que se han insertado en la sociedad occidental.

Me choca especialmente la pérdida de valores cívicos, sobre los cuales Jorge Vanossi nos ha dado una lección conmovedora en la Academia de Educación. ¿Civismo?, ¿qué es eso? La instrucción cívica servía para sostener en nosotros la afección a la sociedad, para recordarnos que no hay sociedad si no se acepta a los otros -aunque no se acepten sus disvalores-, si no crece la cooperación para los emprendimientos colectivos que nos esperan. Y nos están esperando: la solidaridad que es la corresponsabilidad con los otros… Los excluidos, los marginados, los muchos que tienen necesidades básicas insatisfechas. Sé que estoy repitiendo un «sermón» conocido. ¿Pero quiénes lo afrontan? Sí, los hay, hay muchos grupos de acción solidaria que conozco y con los que me siento identificado, pero no alcanzan. Hay nuevos pobres. Sólo los valores que el cristianismo puso alguna vez en el corazón de muchos pueden impulsar la travesía de la «Santa María» para descubrir ese «nuevo-viejo» mundo.

Si hace falta un motivo utilitario es claro: nos ha desbordado la inseguridad y se atribuye a los extremos de pobreza.

Vivir con lo nuestro

Los argentinos nos hemos acostumbrado a vivir por sobre nuestros ingresos. En algunos casos las familias y el Estado, siempre, en sus tres niveles: nacional, provincial y municipal. Cuando el actual gobierno se hizo cargo, la insolvencia era general. Las políticas correctivas demoraron. Las de déficit cero son apropiadas, aunque nadie debió pensar en reducir las jubilaciones bajas ni las partidas de las universidades estatales.

Endeudarse fue costumbre argentina, pero no en el grado actual, desde que nos convertimos en el «granero del mundo», cuando en el primer Centenario de Mayo, Rubén Darío nos cantaba «la preferida del nuevo siglo». Se equivocó, pero lo equivocamos. ¿Por qué? Porque la «civilización del ocio», como se llama ahora, se instaló demasiado temprano en muchas familias: las tradicionales de clase alta y en la clase media, aunque laboriosa, también se sintió. La gente de pueblo tenía malos ejemplos y las cosechas dejaban dinero. Luego, en 1929, la Gran Depresión mundial cambió los términos del intercambio. Los países entonces desarrollados se encargaron de hacernos trabajar nuestros campos con precios insuficientes frente a los productos industriales. Pero no fuimos sinceros con nosotros mismos.

Lo importante es preguntarse, como lo hace Mario Krause, si hay cultura del trabajo en la Argentina. Su excelente libro es «La transformación sociológica argentina» («Triunfar», 2001). Responde que sí, que el argentino es adaptable a nuevas reglas de juego, tiene gran creatividad, pero le falta perseverancia. Tiene ideas brillantes, pero las deja perderse. Agrega una advertencia: «La cultura del trabajo al estilo argentino debe desprenderse del ingrediente de la corrupción generalizada en todos los niveles, pues esto lleva al descreimiento y a la desconfianza hacia la clase dirigente». Lo ha dicho todo (p. 65).

Cultivar los bienes inmateriales

Ya que no hay dinero, decía un padre a sus hijos, aplíquense a los bienes inmateriales: revisen su desempeño en el estudio y el trabajo, mejoren sus relaciones de familia y sociedad, aumenten su cultura general, que es la que permite anticiparse a los tiempos y hagan buen uso del tiempo libre. No digo más.

(*) Presidente honorario de la Academia de Derecho de Córdoba y de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.


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