Las vacaciones de invierno y el teatro infantil
Cuando llega esta época, todo Buenos Aires se pone a disposición de los más chicos.
Para algunos es una vocación definida: actuar para los más pequeños. Lo hacen con una filosofía de vida seria, casi como un sacerdocio. Saben que están educando al soberano o preparando a un público que continuará ayudando al buen teatro. Es en esos años de formación cuando el niño aprende a disfrutar del arte, sin análisis profundos, sino simplemente con el corazón en la mano.
Hay varios artistas que decidieron este arduo camino: el de la seriedad y la continuidad. Es a ellos que las vacaciones de invierno se les ha transformado en el infierno tan temido. Saben que sus propuestas serán opacadas por el boom de las publicidades y la lluvia de programas televisivos que invaden los escenarios, sólo buscando clientes y no espectadores.
Tanto Hugo Midón, Pipo Pescador, Héctor Presa o el prestigioso grupo de Titiriteros del Teatro San Martín son artistas que vienen batallando más allá de las modas con principios estéticos muy definidos y con equipos de trabajo constituidos a través de los años de profesión.
Midón por dos
La carrera artística de Hugo Midón se inicia en 1970 con «La vuelta manzana». En sus espectáculos une de manera indivisible música y coreografía, donde nunca falta el color y el ritmo. Sus historias tienen que ver siempre con el mundo de los niños y él logra trasladar al escenario mucha de esta inocencia perdida.
«La Familia Fernandes» está caracterizada por la edad de sus protagonistas, ellos son niños que no llegan de la televisión sino de su escuela teatral (Río Plateado) una institución que lleva varias décadas enseñando. Los actores no superan los doce años y como se hacen dos funciones diarias, el elenco no es el mismo, tiene un equipo para cada uno de los horarios, pero sería imposible detectar cuál de ellos es el mejor. Pasión, seriedad profesional y una alegría contagiosa que llega inmediatamente a la platea menuda y adulta que festeja cada uno de los temas, compuestos especialmente por el talentoso e inseparable compañero artístico de Midón, Carlos Gianni.
Comparte la cartelera con otra propuesta de Midón: «Objetos maravillosos». Nació como una necesidad del grupo «Vocal 5» (Patricia Vázquez, Hugo Lasa, Horacio Pomer, Raúl Oliveira y Jorge Vázquez) para conquistar a los más pequeños. Luego de dos años de estudiar junto a la dupla Midón/Gianni decidieron que estaban preparados para debutar y lo hicieron el año pasado con esta fiesta teatral. Es un entrecruzamiento de canciones donde los verdaderos protagonistas son desde un balde hasta un cepillo de dientes. Estos objetos cotidianos resucitan y adquieren una nueva vida gracias al arte de estos cantantes, ahora transformados en brillantes actores y eficientes bailarines. El equipo técnico es el mismo para ambas propuestas y está integrado por la coreógrafa Doris Petroni, la artista plástica Renata Schussheim, el escenógrafo Alberto Negrín y el iluminador Roberto Traferri.
Desde San Isidro, Pipo Pescador
La historia profesional de Enrique Daniel Fischer, más conocido como Pipo Pescador empezó a escribirse a partir de 1968 con su espectáculo «Gautriz, Guatroz, Guatriz quiere ladrar por la nariz». Muchos de sus temas musicales hoy ya se han transformado en clásicos en la memoria de los niños, que ya son adultos. Desde hace dos años trasladó su imaginación al Auditorio de San Isidro donde realiza dos funciones los fines de semana, presentando sus últimos espectáculos. Desde el año pasado «¡Viva el teatro!» conquistó no sólo a la platea menuda sino también a los críticos especializados o no en este tema. Canciones especialmente creadas para este creativo homenaje que le rinde al arte escénico. Así se pueden acercar los niños a la magia que sólo necesita de un actor y un espectador para revivir.
A comienzos de este año estrenó «Cáscara colorada» donde recurre a la estructura de la narración oral, donde él mismo asume el rol de juglar para abrir, casi como en un libro, una historia sencilla y cercana. Son las desventuras de un quesero preocupado por luchar contra unas maravillosas ratitas, que por supuesto se quieren hacer el día y poder merendar las exquisiteces ya imaginadas. No falta la historia de amor, ni otros personajes del mundo animal, como la vaca, que conquista a todos por igual. Los muñecos y los intérpretes no compiten sino que se las ingenian para entrecruzar melodías con actuación.
Una sala con historia: De la Galera
Héctor Presa comenzó junto a Dora Korman de Sterman en un equipo al que habían bautizado «La Galera Encantada», de allí surgieron sus primeros espectáculos como «Musicando», «Callejeando», o «Una gotita traviesa». Luego de haber tenido una pequeña sala en la avenida Corrientes, lejos del pleno centro, decidieron mudarse y crear también una escuela de actuación. Ahora con nuevo espacio y también un nombre más corto, el teatro «De La Galera» tiene su residencia en Humboldt 1591, allí presentan todas las propuestas con libro y dirección de Presa. Junto al estreno del año pasado «Cenicienta y los 8 enanitos», donde desplegaba su imaginación para contar de otra manera la clásica historia y se permitía jugar con simples tachos de plásticos creando en ellos a verdaderos protagonistas de la acción.
Ahora son «Pido gancho» y «Operación Caperucita», para demostrar que la actividad no cesa. Una de sus mayores virtudes no es sólo la música que ocupa también un lugar relevante, sino la imaginación de utilizar elementos que casi siempre descartamos pensando que son los «feos» de la casa, para transformarlos él también en «objetos maravillosos».
Un clásico: Titiriteros del San Martín
Con precios siempre accesibles y un talento que se renueva gracias a los artistas que entregan lo mejor de sí, es infaltable señalar la nueva propuesta de este grupo. Fue creado por Ariel Bufano en 1977 y con un maestro de titiriteros como lo fue Javier Villafañe, su mejor discípulo deslumbró ya no sólo a los chicos argentinos sino que logró conquistar a numerosos espectadores de cada uno de los festivales internacionales en los que participó.
La nueva propuesta es la segunda obra de una talentosa autora y directora, Ana Alvarado (también integrante del grupo «El Periférico de Objetos», para adultos). Ella propone una historia donde el juego científico logra entrecruzarse con un notable alegato hacia el respeto del diferente. En este caso, «El niño del papel» es un canto a la tolerancia, al amor entre personas que logran superar las diferencias de piel, para quererse sin que importe nada más. La puesta en escena, también de Alvarado propone una técnica distinta para el Grupo, en un escenario que ocupa el primer plano están los títeres, estas criaturas de madera y otros materiales que sorprenden con su gestualidad y ternura. En el fondo, están los actores que repiten no sólo las acciones de los primeros sino que le entregan la voz a los muñecos. Hay que subrayar las labores de Hernesto Mussano, Román Lamas, Silvia Galván, María Ibarra, Tito Lorefice y Ariadna Bufano. Un nuevo hallazgo de puesta en escena, donde cada integrante da lo mejor de sí, en un bello marco creado por la escenógrafa Oria Puppo.
Ana Seoane
Para algunos es una vocación definida: actuar para los más pequeños. Lo hacen con una filosofía de vida seria, casi como un sacerdocio. Saben que están educando al soberano o preparando a un público que continuará ayudando al buen teatro. Es en esos años de formación cuando el niño aprende a disfrutar del arte, sin análisis profundos, sino simplemente con el corazón en la mano.
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