Las ventas de vinos muestran signos de recuperación

Las exportaciones avanzaron un 8% y el mercado interno absorbió un 6% más.

surfeando la crisis

Transcurridos siete meses de la presente temporada, la comercialización de vinos de la Argentina parece encaminarse lentamente hacia una recuperación de las ventas tanto a nivel local como así también la que está orientada a mercados del exterior.

Con los datos de julio del 2015 en la mano, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) destacó el avance experimentado por el sector en los primeros siete meses del año, con ventas que se ubicaron en 7,62 millones de hectolitros por todo concepto.

El resultado global muestra que el total de vino comercializado desde enero pasado hasta el último día de julio creció un 7,5% respecto de los despachos realizados en similar período del año anterior.

Las ventas realizadas desde la región, en tanto, van a contramano de lo que ocurre a nivel nacional, ya que al cierre del primer semestre del año la exportación de vinos de Río Negro cayeron un 20% tanto en volumen como en ingresos. Las firmas neuquinas también muestran números negativos, aunque en este caso la merma fue menor, de un 13,9% en dólares y de 9,6% en volumen (ver cuadros en páginas 2 y 3).

Todo este escenario de ventas está planteado en medio de una coyuntura difícil y un comienzo de año con el ceño fruncido por una acumulación de números en rojo que amenazaba con profundizarse con el correr de los meses. Hoy el sector a nivel nacional discurre otro presente en las ventas, que al menos permite aventurar un futuro más aliviado y con perspectivas de retornar a la senda del crecimiento.

Cabe recordar que el sector vitivinícola atraviesa una profunda crisis al igual que varias de las economías regionales del país, que causa su mayor impacto en los segmentos más bajos de la cadena, expulsando pequeños viñateros del sistema, pero que también acarrea severos inconvenientes en las finanzas y pérdida de competitividad en emprendimientos de mayor envergadura.

El sector experimentó una caída en los volúmenes de venta y precios en baja o que han mantenido su valor en dólares, en el mejor de los casos. Por el contrario, los costos para producir un litro de vino fueron subiendo de la mano de un proceso inflacionario que en las últimas temporadas osciló entre un 30 y un 40% sin haber sido reconocido en ninguna oportunidad por el gobierno de turno.

A todo esto se sumó la devaluación del real en Brasil, un destino de importancia para los caldos argentinos, que ocupan el segundo lugar detrás de las colocaciones de vinos chilenos en ese mercado, que dejan menores retornos medidos en dólares.

Brasil sumó por estos días una nueva preocupación a las exportaciones de vinos desde la Argentina, ya que el gobierno del vecino país evalúa aumentar el Impuesto sobre Productos Industrializados (IPI) a partir del 10 de diciembre próximo. Esta medida, destinada en principio a sumar ingresos extras para el próximo año, impactaría de lleno en la venta de vinos hacia Brasil, ya que estos productos pasarían de pagar una alícuota de 10% en la actualidad a una de 30% hacia fin de año. Esto encarecería los valores de venta para los vinos en ese destino, lo que, sumado a la devaluación de la moneda brasileña, podría afectar las ventas al achicar el espectro de consumidores que pueden acceder a este producto en particular.

Más allá de los pormenores del mercado y las expectativas de cambio que genera en el sector vitivinícola el arribo de una nueva etapa de gobierno en la Argentina, lo cierto es que hasta el momento el balance de los números indica que el mercado interno absorbió en siete meses de este año 5,8 millones de hectolitros de vino, un 6,4% más que en la temporada anterior.

El consumo de vino local se quedó con el 76% del total de vinos distribuidos hasta la fecha por todas las bodegas que operan en el territorio argentino.

La exportación avanzó un 8,8% interanual hasta ubicarse en 1,63 millones de hectolitros vendidos, con una participación del 21% en el total de ventas.

El mercado exportador estuvo dominado por colocaciones de vinos varietales, que con 1,34 millones de hectolitros comercializados avanzaron un 6% respecto de la temporada 2014.

Distinta es la ecuación para los vinos que van al mercado interno, ya que el grueso de las ventas corresponden a productos en los que no se menciona la variedad y que suelen moverse en los rangos más bajos de precio. En los despachos al mercado local se destacaron los 4,44 millones de hectolitros vendidos sin mención varietal, mientras que 1,15 millones de hectolitros sí tenían información acerca de la variedad con la que habían sido elaborados.

Dentro de las exportaciones realizadas sólo en julio de este año, el mayor porcentaje de ventas se concentró en vinos cuyos valores oscilaron entre los 26 dólares y los 60 dólares por caja de 9 litros. Esa franja de precios agrupó ventas por 137.770 hectolitros de un total exportado de 167.000, es decir que tuvo una participación del 81%.

Los vinos de mayor valor fueron los que pudieron seguir compitiendo en mercados externos en condiciones ventajosas, ya que los de menor precio tuvieron que ser reorientados hacia el mercado argentino ante la imposibilidad de cubrir los costos de producción con los retornos que dejaban a las bodegas exportadoras. De esta manera las góndolas locales se vieron inundadas de nuevas etiquetas que pugnaban por obtener la atención de los consumidores a través de promociones, descuentos por cantidad o directamente como ofertas para liquidar stock.

La cuestión de las existencias vínicas fue abordada en el último análisis de coyuntura realizado por el Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA).

El informe sostiene que a junio del 2015 el volumen existente de vinos era de 19,7 millones de hectolitros, un valor levemente disminuido sobre el altísimo stock del 2014. El valor de este año incluye vinos nuevos de la cosecha 2015, en el orden de los 13,3 millones de hectolitros.

Este abultado volumen de existencias se viene construyendo gradualmente desde el 2010, dice el trabajo, momento en que las expectativas de una cosecha reducida hicieron subir explosivamente los precios en general de todos los productos vitivinícolas, para luego obligarlos a bajar cuando los volúmenes disponibles fueron mayores a los esperados. A partir de entonces, y a pesar de un buen comportamiento de la demanda, que creció en el 2012 y el 2013, los volúmenes disponibles a fin de cada temporada siguieron subiendo, sobre todo en el 2012 y el 2014.

Estas existencias están preponderantemente conformadas por vinos sin mención varietal (85% del stock al 30 de junio del 2015) de los cuales el 65% son tintos y el 35% blancos.

El menor volumen de la cosecha 2015 abre expectativas sobre una probable retracción de existencias, una variable clave para sanear el sector y reactivar la demanda de uva, actualmente con precios muy deprimidos y con escasez de compradores, como lo hicieron notar varios productores vitivinícolas de la región valletana a los que les costó colocar su fruta durante este año.

Para que la situación cierre en todo sentido, será necesario que la demanda se reactive aun más de lo que ya lo hizo hasta la actualidad. Que el último tramo del año se encamine hacia condiciones normales de funcionamiento es lo que permitirá reactivar definitivamente el sector.

(Redacción Central)


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