Las víctimas dejaron sangre y piel en las paredes

La versión que apuntaba la hipótesis de que los dos detenidos en la subcomisaría de Mainqué habían salido del calabozo con "algunas lesiones que no eran de gravedad", quedó desvirtuada. Nolberto La Fuente y Sebastián Pacheco salieron tambaleantes y dejaron restos de piel y sangre en las paredes del calabozo y en el exterior. También en una silla en la que se apoyaron. Con la exhumación, intentan saber si fueron rociados con un acelerante o no.

ROCA (AR).- Nolberto «Pitu» La Fuente y Sebastián «El Abuelo» Pacheco, los jóvenes que sufrieron terribles quemaduras dentro de un calabozo de la subcomisaría de Mainqué y que una semana después les provocó la muerte, sufrieron semejantes lesiones, que al salir de la celda, tambaleantes, dejaron restos de piel y sangre en las paredes y en una silla que se encontraba en un patio interno de la unidad.

Se confirmó que no había otro elemento combustible en el calabozo, más que una colchoneta de 15 centímetros de espesor y que estaba apoyada contra la puerta, y unos cartones. Y es por eso que el caso genera tantas dudas.

Es que cuesta creer que en ocho o diez minutos, dos personas resulten con más del 90 por ciento del cuerpo quemado, especialmente teniendo en cuenta que el calabozo es de relativamente amplias dimensiones, y que podrían haberse alejado del fuego que se inició contra la puerta. Además, en el baño de la celda había agua, lo que jugaría más a favor de los detenidos ante una situación desesperante.

«Es algo que nunca vimos. No es común una situación como esta. Todo está en manos de la justicia, ya que inmediatamente se avisó al juez Emilio Stadler y al fiscal Miguel Fernández Jahde», señalaron los jefes de la Regional Segunda de Policía, Darío Silva y José Luis Tejada.

Pero en Mainqué, las aguas están divididas. Muchos culpan a la policía, y otros les restan responsabilidades.

«Nadie con fundamentos, declaró que los jóvenes hayan sido rociados con algún elemento combustible, y luego prendidos fuego», señaló una fuente ligada a la investigación.

De todos modos, ya se autorizó una nueva exhumación de los cuerpos de los infortunados jóvenes. La medida fue solicitada por los querellantes Darío Sujonistzky y Estanislao Cazaux.

Es más, se supo que en esta pericia intervendrá un especialista de Neuquén, experto en quemados. El resultado de estos estudios pueden ser una clave en este caso, ya que se intentará determinar si los cuerpos tienen restos de algún acelerante o combustibles que permitiera propagar las llamas a una velocidad mayor a la normal.

El trágico hecho se produjo el 9 de febrero pasado. La Fuente y Pacheco viajaban en un colectivo interurbano de la empresa Ko-Ko, y allí habrían intentado asaltar a un pasajero.

Ante esta situación, el colectivero dio aviso a la subcomisaría de Mainqué, por lo que los uniformados esperaron que los dos jóvenes y quien habría sido el blanco del robo descendieran. Los sospechosos fueron llevados a la unidad policial, y luego llegó el damnificado para realizar la denuncia. Sin embargo, esto no sucedió, ya que cuando la víctima del intento de robo arribó a la

subcomisaría, la tragedia había comenzado.

Los sospechosos entraron a la unidad a las 21.05, y allí se encontraba el jefe de la subcomisaría, Mario Colil, y un oficial de guardia de apellido Mozzoni.

Colil fue a comprar una tarjeta telefónica, y en ese interín, entre ocho y diez minutos, La Fuente y Pacheco estaban envueltos en llamas.

Fueron trasladados por ambulancias a centros asistenciales, pero las heridas eran de tal gravedad, que una semana después fallecieron ambos.

Con respecto a los policías, se informó que Colil sigue al frente de la unidad, y que Mozzoni tiene licencia médica. «Quedó

muy afectado por lo ocurrido», confió el jefe de la Regional Segunda, Darío Silva.

 

Dos hipótesis

 

Mientras se busca determinar exactamente qué fue lo que pasó en el calabozo de Mainqué, se manejan dos hipótesis bien diferenciadas.

Una es que La Fuente y Pacheco, dos jóvenes que no era la primera vez que entraban detenidos a una unidad policial, fueron quemados por la propia policía.

Como para reforzar está hipótesis, algunos allegados a las víctimas aseguran que días después, los ocupantes de un patrullero recibieron insultos por parte de unos jóvenes, a los que los uniformados habrían contestado amenazantes: «a ustedes también los vamos a quemar».

Pero a favor de la Policía, juegan tres elementos fundamentales como para desmoronar esta hipótesis. Uno: la falta de algún indicios que el fuego fuera provocado por terceros. Dos: ningún testimonio con fundamentos o que sea testigo directo, ha declarado en la causa. Tres: sin la fuerza probatoria de las anteriores, el legajo del policía Mozzoni, a quienes los jefes consideran con una «conducta excelente y un legajo intachable».

La otra hipótesis es que hayan sido los detenidos quienes se quemaron -seguramente desconociendo el resultado final- dentro del calabozo.

Ahora, ¿cómo pueden provocarse semejantes heridas con un encendedor, si es que lo tenían ya que habían sido requisado, con una colchoneta, y teniendo espacio para escapar de las llamas?.

Al quemarse, un colchón o colchoneta lanza pequeñas bolas semilíquidas al altísima temperatura que pueden, en este caso, adherirse a la piel.

¿Cómo es entonces que ante la primera quemadura de este tipo no se alejaron del sector de la puerta?. Fuente judiciales no descartaban que los detenidos estuvieran bajo los efectos de alguna bebida alcohólica o de alguna droga.

Lógicamente que semejantes heridas provocan un dolor muy grande y gritos desesperados en las víctimas. De ser así, ¿cómo no se los sacó antes del calabozo?

El policía Mozzoni declaró que sintió olor a quemado y que vio humo. Cuando abrió el calabozo, los jóvenes salieron tambaleantes y utilizó una manguera con agua para intentar apagarlos. En la comisaría no había matafuego para intentar combatir las llamas dentro de la celda.

Una versión indica que un vecino escuchó gritos desesperados pidiendo auxilio y por varios minutos. Los familiares señalan que se trata de un gomero que fue posteriormente «apretado» por policías. Pero el propio gomero ha negado los «aprietes» y aseguró que él no escuchó nada.


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