Le llevó un pollo con marihuana a su hijo preso

Un pollo asado quedó retenido en la guardia de la alcaidía de Bariloche cuando en su interior se detectaron cuatro gramos de marihuana. Quien lo llevó, un mecánico, quedó detenido y el pollo era para su hijo, alojado en la alcaidía.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La policía detuvo a un hombre por tratar de introducir en la alcaidía un pollo asado que tenía disimulado en el interior cuatro gramos de picadura de marihuana.

El celador que recibió el apetitoso pollo advirtió una bolsita con una sospechosa hierba en el interior, que no parecía orégano, romero ni eneldo. Los especialistas de toxicomanía establecieron que se trataba de marihuana, y el hombre quedó demorado y a disposición de la justicia.

El detenido, un mecánico de unos 50 años identificado como Luis Alberto Vidal, quedó alojado en la comisaría Segunda pero la causa por infracción a la ley de estupefacientes será tramitada por el juzgado Federal de Leónidas Moldes.

El destinatario del obsequio era su hijo, Marcos Vidal Valenzuela, un joven de 21 años que resultó condenado a tres años y medio de prisión por su participación en el asalto a la sucursal local de la empresa Telefónica. Curiosamente, al confesar la autoría del asalto -que quedó en grado de tentativa porque fue detenido al salir del edificio- Vidal le aseguró a los jueces que «no habría tenido el coraje de hacerlo si no estuviera bajo los efectos de la marihuana».

Los internos de la alcaidía local pueden recibir visitas los miércoles y domingos, además de ciertos días festivos. Los martes y sábados de 18 a 20 las autoridades permiten el ingreso de mercaderías, jugos y comidas preparadas destinadas a los internos, y existen días y horas determinadas para la recepción y entrega de ropas que los familiares lavan en sus casas.

La diversidad de fechas y horarios posibilita que los funcionarios realicen una inspección minuciosa de los elementos destinados a los presos, pero ningún control es suficiente para evitar el ingreso de elementos prohibidos.

En oportunidad de celebrarse el juicio oral por el asalto a la Telefónica, el propio Vidal Valenzuela sorprendió a los jueces de la Cámara Primera del Crimen, al asegurar que dentro de la alcaidía había continuado con el consumo de estupefacientes. «Un porro lo repartimos entre muchos», informó, pero no aclaró de qué manera ingresaba la droga a la cárcel.

Un oficial confesó que «el tema de las requisas es estresante, porque pagan justos por pecadores. Hay personas que se sienten ultrajadas cuando las revisan o cuando se inspeccionan los alimentos que traen para sus familiares, pero tenemos que hacerlo aunque no nos guste».

Hay un extenso listado de cosas prohibidas, pero lo más peligroso son las cosas que pueden ingresar de manera subrepticia. Hace tres años una militante por los derechos humanos trató de entrar con una sierra disimulada en el bretel de su corpiño.

Cumplía la tarea piadosa y voluntaria de visitar a internos que no tienen familiares en la ciudad, tal como lo hacen los miembros de la Pastoral Carcelaria, pero por esa acción destinada a facilitar un delito fue separada de sus funciones.

Ex detenidos en la alcaidía confiesan que los comprimidos de psicofármacos ingresan fácilmente en el cabello de las mujeres, o encerrados en bolsitas para helados colocadas dentro de los frascos de shampú.

Marcos Vidal Valenzuela tiene una causa pendiente por tenencia de marihuana, y ahora, por culpa de su adicción, su padre sufre la misma suerte.


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