«Lo malo de las vacaciones»

He recorrido las calles neuquinas con mis hijas, una de 8 meses y la otra de 6 años, gustosas apreciando sus monumentos y artesanos, disfrutando el río Limay en diferentes balnearios bajo un solcito agradable los primeros días de enero.

Empezaron los compromisos de visitar conocidos y amigos que no viven dentro del casco céntrico de la ciudad sino un poquito más allá. Ante la insistencia de una de mis hijas optamos por viajar en colectivo y para informarnos mejor acudimos a las oficinas de la Subsecretaría de Turismo. Allí nos dijeron que para viajar se requiere de una tarjeta magnética Monedero la cual, por casualidad, tenía en mi billetera acostumbrada a usarla en el subte a diario, pero esa tarjeta de la misma empresa no servía en Neuquén. Me dieron las direcciones de las oficinas correspondientes para verificar y otras alternativas donde conseguir «monoviaje», que sirven para un viaje por vez. Inútil fue recorrer los lugares que me indicaron más otros seis que encontramos en el camino. Las excusas eran distintas e incoherentes: «se cayó el sistema», «hay mucha gente circulando y el sistema así no funciona», «sólo se vende martes y sábados», «subí igual y le pagás a alguien para que te pase la tarjeta».

Cansada de circular para un lado y para el otro fuimos directamente a las oficinas de Monedero; tuvimos que adivinar dado que no posee ninguna identificación (¿será para evadir impuestos de publicidad?). Allí de mala gana nos dijeron que para adquirir la tarjeta debía abonar $ 11 presentando alguna identificación. Pregunté ¿por y para qué, si en Buenos Aires la regalan con una carga de $ 2 y que incluso poseía una en mi billetera? «No tiene nada que ver», me respondieron.

Comenté que venía caminando ya entre diez y doce cuadras, donde me habían dado un abanico de excusas pero ninguna solución. «No es nuestra responsabilidad», me volvieron a responder.

Ahora bien, si la función de la tarjeta magnética es evitar la escasez de monedas y agilizar la movilidad de los pasajeros, ¿por qué esa negativa de la empresa? Y por otro lado, dado que Neuquén es una ciudad tan preparada para el turismo, ¿por qué no hacen algo con los medios de transporte urbano para que los turistas tengan fácil accesibilidad? Ni hablar del costo de los taxis, que no sólo cobran lo que quieren sino que, aprovechándose del desconcierto del pasajero, lo pasean por media ciudad.

Incluso en los días que residí en esa ciudad leí que en Bariloche les daban directamente la famosa tarjeta Monedero a los turistas sin costo y con una miniguía del recorrido de los ramales.

Verónica Sosa, DNI 23.176.306 – Buenos Aires


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