Lo que gusta y disgusta de Hadeln 15-01-04

CINE

ROMA (DPA) – En teoría Moritz de Hadeln ha hecho muy bien su trabajo al frente del Festival de Cine de Venecia. Pero realmente en el Lido no acababa de caer bien. Un ejemplo de ello es la noticia que circuló sobre sus los zapatos. A mitad del festival del año pasado, el diario «Corriere della Sera» publicaba que de Hadeln había aparecido en sandalias. «Para solapar la cuestión, llevaba calcetines oscuros», se agregaba. Algunos consideraron aquello como una broma.

Pero lo que en realidad significaba ya se podía intuir. Igual de desconcertante es la situación actual: «¿Ha de irse de Hadeln tras dos años como director del festival? Si la respuesta es sí, ¿por qué? y ¿qué es lo que hay detrás de toda esta polémica? El que menos comprende todo lo que está sucediendo es el propio de Hadeln. «Es muy difícil mirar a través de esta compleja red de intrigas», dijo.

El suizo de origen británico, que antes de dirigir el Festival de Venecia estuvo 20 años al frente de la Berlinale, se siente víctima de las intrigas venecianas, el que «paga el pato» de los enfrentamientos entre clanes. «Soy un símbolo de la independencia del Festival», señala.

«Su único error -según el diario «La Repubblica»- es que ha hecho bien su trabajo». Y realmente de Hadeln, de 63 años, ha cambiado algo en tan sólo dos años: Programó más cine de Hollywood (con su consiguiente glamour) y europeo, apartó el cine asiático difícil de digerir y consiguió hasta que Woody Allen acudiese a la ciudad de los canales para presentar su película (hasta entonces enviaba la película, pero no comparecía).

De Hadeln no le hacía ascos al cine un poco más comercial. Y tampoco tenía ningún problema con que el gobierno de Italia estuviese comandado por Silvio Berlusconi. Al inicio de su tarea en Venecia dijo esperanzado: «He dirigido la Berlinale durante 16 años con el gobierno de (el conservador Helmut) Kohl». Pero lo que no ha podido hacer es callarse. «El cine no es sólo arte, también es industria», aseguró. Y ese tipo de declaraciones no gustan en Italia. Puede que Venecia retroceda en importancia si se compara el certamen con el de Cannes, Berlín o San Sebastián, pero los cineastas italianos se enorgullecen de considerarlo la meca del cine de autor.

«El León de Oro ha dejado de tener valor», lamentó de Hadeln. Acerca de estas palabras, un columnista dijo de Hadeln: «Un profesional poco diplomático con demasiados enemigos».

Los nombres de sus posibles sucesores ya son de dominio público. Podrían ser Marco Mueller, un romano de 50 años que en el pasado dirigió el Festival de Locarno y el de Rotterdam. Tampoco se descarta para el puesto al actor italiano Giancarlo Giannini, de 61 años. Pero antes que nada habrá que encontrar sucesor al presidente administrativo del certamen, Franco Bernabè, considerado un gran promotor de de Hadeln.

Algunos críticos recelan que el gobierno del primer ministro Berlusconi, con todo este cambio de personal tan sólo persigue un único objetivo: acabar con la autonomía del festival. Después de todo ha presentado un proyecto de reformas en el que la Bienale se abre a la inversión privada. Sin embargo, de Hadeln no tiene ningún problema con fomentar el aspecto comercial. De momento, lo que el todavía director de la Mostra tiene sobre la mesa es un contrato de tres meses para, al menos, ir avanzando en los preparativos de la próxima edición del certamen.

Lo que sigue sin quedar claro es por qué debería marcharse de Hadeln. «Quizás no les guste lo que he hecho, quizás porque soy extranjero. Parece absurdo, pero no veo ningún otro argumento», dijo recientemente el propio de Hadeln.


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