Lobos marinos: la vida se renueva en la costa rionegrina

Empezaron los nacimientos en la zona conocida como La Lobería.

VIEDMA (AV).- Maravilla de la naturaleza. Esa es la sensación que provoca en esta época contemplar desde la cima de los acantilados esa multitudinaria población de lobos marinos y el resto de la comunidad que convive en la reserva faunística de la Lobería en Punta Bermeja, a unos 60 kilómetros de Viedma.

Han comenzado los nacimientos y el proceso de reproducción de la especie que genera feroces luchas de los sultanes por mantener sus harenes. A este movimiento se pliegan las gaviotas que colaboran en esta cadena natural. Cumplen la función de algo así como una partera. Con su pico ayudan a romper la bolsa que recubre a los lobitos al nacer y limpian los restos del parto.

En esta época del año la población suma unos 3.500 ejemplares, siendo la gran concentración en invierno con un total cercano a los 7.500, producto de la migración. Los machos son los que se van a distintas zonas para invernar y luego regresan en noviembre para iniciar el proceso de reproducción. Sólo quedan en la reserva los juveniles que aún no llegaron a la madurez sexual ni tienen un cuerpo relativamente potente para poder competir, razón por la cual aprovechan el invierno para realizar prácticas de harenes ante la ausencia de los sultanes.

Por lo general el número de hembras que posee cada macho depende de su jerarquía, fortaleza y el tamaño. Los harenes varían entre dos y tres hembras en el caso de machos muy nuevos mientras que los de mayor experiencia suman hasta 14 lobas. El rugido que emiten para advertir poder es muy similar al de los leones y tan potentes que podrucen escalofríos al ser escuchados.

Tras once meses de gestación las lobas paren, mientras que entre los siete y diez días entran nuevamente en celo. Vuelven al estado de preñez para pasar casi un año en esa situación.

El olor de mamá

A pesar que los lobitos parecen gemelos al igual que sus madres por el color y el tamaño cada uno sabe quién es quién. Las lobas suelen salir al mar a alimentarse y dejar su cachorro solo junto al resto pero cuando regresa el olor es más fuerte y ambos se reconocen por el olfato y el oído. Así de intensa es la marca apenas se produce el alumbramiento para uno y otro.

El año pasado nacieron más de 1.000 lobitos y se espera en esta temporada superar esa cifra.


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