Los atropellos durante un período duro

No fue nada fácil para un hombre de la personalidad de Gelonch quedarse callado ante los atropellos del período 1943-1945, comprendido entre el golpe militar, la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el advenimiento del peronismo.

¿Qué repercusión tuvo en la “pequeña aldea” del Valle, aparentemente sumida en un abandono sistemático por parte de las autoridades nacionales? En este aspecto, Gelonch fue una de las personas que sufrieron las consecuencias de esta época, ya que se constituyó en la figura emblemática de los presos políticos detenidos por el régimen en el momento en que se aprestaba a disfrutar de la jubilación obtenida en octubre de 1943.

Este período de autoritarismo, discriminación, persecución ideológica y racismo afectó a la comunidad judía valletana, activistas políticos y trabajadores, y se tradujo en el ámbito docente en cesantías, pases forzosos a lugares distantes o detenciones.

Las acusaciones consistían en calificativos de “antiargentinos”, comunistas y “anticlericales”. Además se repitió el esquema utilizado en otras oportunidades, aunque el ingrediente del “racismo” le dio otro contenido a la represión.

Las cartas que Gelonch escribió a una de sus hijas desde la cárcel son reveladoras de su personalidad, de las ideas, sentimientos y padecimientos experimentados en cautiverio, como también del entorno social y político del momento, aunque hayan sido escritas con cierta carga de autocensura (ver aparte).

Las duras condiciones padecidas en prisión y el maltrato quebrantaron su salud. Su hija Carmen se hizo cargo de los reclamos por su libertad en Buenos Aires y, después de varios meses, logró que el general Antonio Solari prometiera mediar.

En una oportunidad, cuando la mujer se encontraba en el Ministerio del Interior informando las novedades positivas al contralmirante Alberto Teisaire, escuchó decir al coronel Perón: “Ese Gelonch no saldrá en libertad mientras viva porque no voy a permitir que me levante las masas en la Patagonia”.

La libertad fue concedida en febrero de 1945, pero quedó condicionado al abandono de toda actividad política. Así comenzó su exilio interno.

Su amor por la cultura, según sus conocidos

Quienes conocieron a Edmundo Gelonch coinciden en afirmar que siempre sintió un gran amor por la cultura y la filosofía en especial.

El historiador roquense Leandro Toledo, su ex alumno, lo define como “el primer conferenciante que aborda los más variados temas con palabra galana, mesurados conceptos, conocimiento y convicción; siempre prestó su más decidido apoyo a todas las iniciativas de carácter cultural”.

Un “apóstol”

Aleardo Laría, quien trabajó como vicedirector junto con Gelonch en el centro de Magisterio, lo definió de la siguiente manera:

“Como Sarmiento, Gelonch fue maestro, periodista, apóstol de la civilidad y un luchador en la total acepción del vocablo (…) la función directiva fue ocasión propicia para el encumbramiento moral de su sólida personalidad (…) Luchó denodadamente por el reconocimiento de los derechos políticos de los maestros. Desechó el ‘no te metás’.”

Frente al olvido

Por otra parte, en una carta de lectores publicada por el diario “Río Negro” dos días después de su muerte, el ex diputado e historiador Pablo Fermín Oreja señala: “Quiero ser sobrio, pero no puedo evitar la expresión íntima de un sentimiento de protesta frente al olvido, ingratitud e inconsecuencia para con el vecino ilustre que se ha ido entre la mezquindad y el abandono. Nada justifica la irreverencia ante la muerte, muchísimo menos si el que muere ha sido, como don Edmundo Gelonch, un servidor de la comunidad”.

En el mismo sentido, Toledo reafirma:

“Justas sean las voces de protesta que se alzaron por no haberse tributado a este noble maestro y apóstol de la comunidad el homenaje que merecía en su muerte. La ingratitud, terrible defecto humano, y el olvido de muchos jamás podrán empañar la trayectoria de su vida pública y su obra más que meritoria y relevante, en una época en que era duro batallar y concretar hechos como los que fue capaz de llevar a cabo”.


No fue nada fácil para un hombre de la personalidad de Gelonch quedarse callado ante los atropellos del período 1943-1945, comprendido entre el golpe militar, la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el advenimiento del peronismo.

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