Los carismáticos, el fervor contra la fuga de fieles

SÃO PAULO.- No es el concierto de un “popstar” pero se parece: es una misa católica donde multitudes rezan, cantan y lloran guiadas por sacerdotes carismáticos, símbolo de una corriente que atrae a miles de fieles mientras el resto de esta iglesia los pierde. La noche es fría, pero la temperatura no importa en este enorme templo del Movimiento de Renovación Carismática de la zona sur de São Paulo. Miles de fieles sentados y varios miles más de pie esperan por horas hasta que, a las ocho de la noche, aparece el “padre Marcelo”, el cura más popular de Brasil. Sonriente, activo, secundado por una banda de música, micrófono en mano y con zapatillas deportivas bajo la sotana, el sacerdote Marcelo Rossi, de 46 años y un físico de actor de cine con sus 1,94 metros de altura, empieza la misa cantando y agitando a los fieles. “¡Dios convertirá su tristeza en alegría!”, clama desde el altar y el techo se viene abajo por la emoción de los asistentes. Cada jueves por la noche y domingo por la mañana Rossi encabeza la liturgia en Madre de Dios, el mayor templo católico de Brasil, con capacidad para 100.000 personas, que inauguró en el 2012. “El padre Marcelo es un hombre carismático, humilde. Si vienes una vez para acá, ya no dejas de venir nunca más”, asegura Olga Ribeiro, de 72 años, que desde hace una década sigue a este sacerdote que ha encabezado misas en el Morumbí. Nacido en São Paulo en 1967, Rossi ha vendido millones de discos, tiene programas en la televisión y en la radio, ha protagonizado películas, tiene asesoría de prensa, es muy activo en Twitter y por estos días recorre el país presentando su último libro, “Kairós”, que ha vendido medio millón de ejemplares en menos de un mes. En el clímax de la liturgia, se apagan las luces y sólo quedan las velas encendidas por los fieles. Muchos lloran. Brasil es el país con más católicos del mundo, 123,3 millones, según el censo del 2010. Representan el 64,6% de la población, pero diez años antes eran el 73,6% y en 1970 el 91,8%. Mientras los católicos han perdido terreno, los evangélicos –sobre todo los pentecostales– han crecido hasta alcanzar el 22,2% de la población, con 42,3 millones de personas. “Desde los años 90 se registra en Brasil una crisis en la Iglesia Católica, con templos vacíos y la Teología de la Liberación en retroceso”, comenta Magali Cunha, de la Facultad de Teología y posgrado de la Universidad Metodista en São Paulo. “Los grupos carismáticos llaman a la Iglesia a una renovación para traer de vuelta a los fieles y dar aliento a la institución a través de una popularización basada en el modelo pentecostal”, añade. Pero el jefe del departamento de Ciencias de la Religión de la Universidad Católica de São Paulo, Edin Abumansur, resalta que “decir que la renovación carismática es una respuesta o una estrategia de contención de fieles es una lectura muy estrecha. Tampoco es una versión católica del pentecostalismo; es un fenómeno mayor, más amplio, propio de la Iglesia Católica. La renovación carismática llegó a Brasil en las décadas del 60 y del 70 y evolucionó hacia un movimiento muy heterogéneo, siempre bajo el alero de la Iglesia Católica. La mediación del clero, la familia o el matrimonio heterosexual no están en discusión. Misas de sanación, emociones a flor de piel, bendiciones para encontrar empleo, grupos de oración, expresión corporal de la fe… el abanico de ofertas es amplio y variado. Según cifras de la organización Renovación Carismática de Brasil, hay un millón de brasileños en este movimiento, pero otros nueve millones se vinculan a través de retiros espirituales o encuentros. “Hoy hay misa en el santuario. No se olvide de traer una vela. Si no puede venir, síganos por nuestro sitio web. ¡Dios lo bendiga!”, escribió Rossi. En una entrevista con la AFP, Rossi aseguró que les da “gran importancia” a las redes sociales porque “el mundo cambió”. Con un lenguaje directo y recurriendo siempre a la música, Rossi transmite su mensaje. En misa habla de delincuencia, pero no menciona los problemas sociales en este país de enormes diferencias entre ricos y pobres. “No se puede mezclar Iglesia y política. En el momento en que usted entra en política necesita afiliarse a un partido y la Iglesia es apartidaria”, escribió a la AFP. Tras años de rechazo, la Iglesia Católica brasileña apoya actualmente los movimientos carismáticos –dentro de los que figuran también las comunidades Canción Nueva, Shalom y 70×7–, aunque al mismo tiempo les preocupa su eventual autonomía. “La Iglesia ‘tolera’ estos movimientos (…) pero si él atrae a mucha gente, ¿qué pueden hacer?”, plantea Abumansur. En el 2007, la Iglesia prohibió a Rossi cantar en la visita del entonces papa Benedicto XVI a São Paulo, pero seis años después el sacerdote podrá hacerlo ante el papa Francisco en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud en Río.

Natalia RAMOS


SÃO PAULO.- No es el concierto de un “popstar” pero se parece: es una misa católica donde multitudes rezan, cantan y lloran guiadas por sacerdotes carismáticos, símbolo de una corriente que atrae a miles de fieles mientras el resto de esta iglesia los pierde. La noche es fría, pero la temperatura no importa en este enorme templo del Movimiento de Renovación Carismática de la zona sur de São Paulo. Miles de fieles sentados y varios miles más de pie esperan por horas hasta que, a las ocho de la noche, aparece el “padre Marcelo”, el cura más popular de Brasil. Sonriente, activo, secundado por una banda de música, micrófono en mano y con zapatillas deportivas bajo la sotana, el sacerdote Marcelo Rossi, de 46 años y un físico de actor de cine con sus 1,94 metros de altura, empieza la misa cantando y agitando a los fieles. “¡Dios convertirá su tristeza en alegría!”, clama desde el altar y el techo se viene abajo por la emoción de los asistentes. Cada jueves por la noche y domingo por la mañana Rossi encabeza la liturgia en Madre de Dios, el mayor templo católico de Brasil, con capacidad para 100.000 personas, que inauguró en el 2012. “El padre Marcelo es un hombre carismático, humilde. Si vienes una vez para acá, ya no dejas de venir nunca más”, asegura Olga Ribeiro, de 72 años, que desde hace una década sigue a este sacerdote que ha encabezado misas en el Morumbí. Nacido en São Paulo en 1967, Rossi ha vendido millones de discos, tiene programas en la televisión y en la radio, ha protagonizado películas, tiene asesoría de prensa, es muy activo en Twitter y por estos días recorre el país presentando su último libro, “Kairós”, que ha vendido medio millón de ejemplares en menos de un mes. En el clímax de la liturgia, se apagan las luces y sólo quedan las velas encendidas por los fieles. Muchos lloran. Brasil es el país con más católicos del mundo, 123,3 millones, según el censo del 2010. Representan el 64,6% de la población, pero diez años antes eran el 73,6% y en 1970 el 91,8%. Mientras los católicos han perdido terreno, los evangélicos –sobre todo los pentecostales– han crecido hasta alcanzar el 22,2% de la población, con 42,3 millones de personas. “Desde los años 90 se registra en Brasil una crisis en la Iglesia Católica, con templos vacíos y la Teología de la Liberación en retroceso”, comenta Magali Cunha, de la Facultad de Teología y posgrado de la Universidad Metodista en São Paulo. “Los grupos carismáticos llaman a la Iglesia a una renovación para traer de vuelta a los fieles y dar aliento a la institución a través de una popularización basada en el modelo pentecostal”, añade. Pero el jefe del departamento de Ciencias de la Religión de la Universidad Católica de São Paulo, Edin Abumansur, resalta que “decir que la renovación carismática es una respuesta o una estrategia de contención de fieles es una lectura muy estrecha. Tampoco es una versión católica del pentecostalismo; es un fenómeno mayor, más amplio, propio de la Iglesia Católica. La renovación carismática llegó a Brasil en las décadas del 60 y del 70 y evolucionó hacia un movimiento muy heterogéneo, siempre bajo el alero de la Iglesia Católica. La mediación del clero, la familia o el matrimonio heterosexual no están en discusión. Misas de sanación, emociones a flor de piel, bendiciones para encontrar empleo, grupos de oración, expresión corporal de la fe... el abanico de ofertas es amplio y variado. Según cifras de la organización Renovación Carismática de Brasil, hay un millón de brasileños en este movimiento, pero otros nueve millones se vinculan a través de retiros espirituales o encuentros. “Hoy hay misa en el santuario. No se olvide de traer una vela. Si no puede venir, síganos por nuestro sitio web. ¡Dios lo bendiga!”, escribió Rossi. En una entrevista con la AFP, Rossi aseguró que les da “gran importancia” a las redes sociales porque “el mundo cambió”. Con un lenguaje directo y recurriendo siempre a la música, Rossi transmite su mensaje. En misa habla de delincuencia, pero no menciona los problemas sociales en este país de enormes diferencias entre ricos y pobres. “No se puede mezclar Iglesia y política. En el momento en que usted entra en política necesita afiliarse a un partido y la Iglesia es apartidaria”, escribió a la AFP. Tras años de rechazo, la Iglesia Católica brasileña apoya actualmente los movimientos carismáticos –dentro de los que figuran también las comunidades Canción Nueva, Shalom y 70x7–, aunque al mismo tiempo les preocupa su eventual autonomía. “La Iglesia ‘tolera’ estos movimientos (...) pero si él atrae a mucha gente, ¿qué pueden hacer?”, plantea Abumansur. En el 2007, la Iglesia prohibió a Rossi cantar en la visita del entonces papa Benedicto XVI a São Paulo, pero seis años después el sacerdote podrá hacerlo ante el papa Francisco en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud en Río.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora