Los chicos de El Caín hablaron de justicia e injusticia
Cinco empleados del Poder Judicial de Viedma fueron hasta el paraje, donde estuvieron en la escuela albergue hablando de derechos y deberes, incluso a través de una obra de teatro.
Los cinco empleados judiciales que escucharon los planteos de los chicos del paraje.
VIEDMA (AV)- “No tener educación, que los niños no sean escuchados, la violencia y la falta de insumos para los comedores escolares”. En esta escala de valores, niños de El Caín definieron la injusticia al hablar de justicia. Son de la escuela albergue de ese paraje y tienen conceptos claros. Pidieron que la justicia les explique más a los niños sobre sus derechos, que se los respete y que haya más presupuesto para las escuelas, en un marco de devolución a una charla ofrecida por personal de la Oficina de Atención al Ciudadano de Viedma. Las reglas de convivencia estuvieron también presentes, un trabajo que realizan la escuela y el juzgado de Paz con el objetivo de lograr una vida en común pacífica, marcando los derechos de cada uno y la necesidad de respetar la vida privada de los demás. “No hacer maldades y no ser escuchados ante el maltrato” fueron otras de las frases colgadas en los árboles que a modo de collage los chicos formularon sus devoluciones sobre lo justo e injusto. El viaje a El Caín surgió de una invitación personal formulada por la jueza de Paz de este paraje, Teresa Michelena, a Teresita Bustos a cargo de la Oficina de Atención al Ciudadano de Viedma. Hasta 2007, en que fue inaugurada la oficina de Bariloche, Viedma atendía la Primera y Tercera circunscripciones. De allí la relación con esa área judicial en la capital provincial. A principios de diciembre se concretó la invitación para difundir el contenido de la carta de los derechos de los ciudadanos ante la justicia en esa comunidad y especialmente entre los chicos de la escuela albergue. Se sumaron a la propuesta María Kloster de la mesa de entrada general de Tribunales; Fabiana Vega, de la Biblioteca Judicial por su relación con las comunidades originarias, además de hablar la lengua mapuche; Soledad Marcet de la oficina y Daniel Odriozola, uno de los choferes de la justicia. En ese objetivo de acercar a los chicos una idea de justicia surgió la idea de adaptar el cuento del “Príncipe Lapio” a una pequeña obra de teatro para que a través de la diversión se cumpliera con trasmitir una idea de justicia y lograr que los chicos participaran. Y allí estuvo este príncipe medio atolondrado y bastante injusto, quien a través de tres historias que tiene con el sabio del reino plantea una idea de justicia. “A la radio y al Juzgado de Paz” fue la respuesta de los chicos ante la consulta sobre adónde se recurre para pedir justicia, situación que no difiere de lo que sucede con más frecuencia de la que debiera y que habla de otras cosas tan importantes como la distancia judicial de la gente. Por lo general la primera puerta que uno golpea ante una dificultad es la que ofrece confianza y posibilidad de rápida resolución.
Los cinco empleados judiciales que escucharon los planteos de los chicos del paraje.
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