Los chicos en la búsqueda de sus raíces

Maestros y familiares aportaron recuerdos y antigüedades. Los alumnos, toda su curiosidad.

VIEDMA .- Lejos de discutir quién tuvo razón el 12 de octubre de 1492, los chicos no salían de su asombro de todos los símbolos que ayer tuvieron al alcance de su mano cuando visitaron la muestra de colectividades para aprender de dónde vienen.

La exposición estuvo organizado por alumnos, maestros, padres y abuelos de la escuela Nº 319 de esta capital, en conmemoración de los 507 años del encuentro entre dos mundos. Esto sirvió de estímulo para las familias de los alumnos, quienes aportaron todo lo típico que estaba guardado en el baúl de la casa. «Eso no se toca porque se rompe», le advirtió una maestra jardinera a Marianito, un rubicundo e inquieto niño del jardín de infantes que se desesperaba por divertirse con los abanicos diseminados en una mesa y que fueron confeccionados en forma artesanal en distintas regiones de España.

En el stand de la península ibérica, las explicaciones estaban a cargo de Natividad Hernández Sánchez, oriunda de Andalucía, y con varios nietos en el colegio.

Varias veces tuvo que contar para qué servía la «paellera». A más de un padre se le hizo agua la boca cuando explicó qué función cumple un utensilio llamado rasera. No pudo con su genio, y de inmediato pasó a recitar la fórmula para cocinar la «miga», una especie de pan elaborado con aceite, harina y agua que se acompaña con chorizos y morcillas fritas, morrones, panceta y ajo asado. «La 'miga' puede remojarse en un caldo que va con toda esta comida», dijo para rematarla, mientras un papá la miraba con ojos de empachado.

Pero la gastronomía no terminaba en España, pues algunos alumnos se pusieron a «investigar» cuáles son las comidas típicas italianas, mencionando en los carteles el Osso Bucco, Spaghetti, Pizza, Lasagna y el Menestrone. A su lado, algunos descendientes de árabes no se quedaron atrás, mientras que la comunidad chilena aportó lo suyo.

A modo de complemento, los alumnos se animaron con las danzas árabes, las españolas con un «gato montés» y una «sevillana», una «marinera norteña» típica del Perú, y lo más tradicional del folklore con «gatos» y «chacareras» incluyendo algunas equivocaciones de los improvisados bailarines.


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