Los «countries» se multiplican en la cordillera 27-5-03

El fenómeno inmobiliario va en aumento y parece no tener techo. Buena parte de sus compradores huye de la inseguridad ciudadana. Bariloche, La Angostura y San Martín de los Andes, elegidos.

Gente de alto poder adquisitivo busca tranquilidad entre bosques y arroyos, con vistas fantásticas desde las alturas de los cerros.
SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Salida de la convertibilidad. Dólar en disparada. Un productor avícola con cuatro hectáreas a las afueras de la ciudad ve cómo los costos de sus insumos se le hacen inalcanzables. Con dolor, decide vender. Pide unos 100.000 dólares. En 48 horas, dos familias de Buenos Aires compran el predio por 150.000.

Cabañas de alquiler turístico. Un visitante se aloja circunstancialmente allí, y busca con denuedo una vivienda para radicarse en San Martín. No la consigue.

Un operador le pregunta si estaría dispuesto a comprar la misma cabaña que usa de base de operaciones. Responde que sí. Se hace la gestión con el propietario, que en verdad no tiene ningún interés en vender.

Pero frente a la insistencia, le pide al comprador 25.000 dólares por encima de la valuación de mercado, acaso para desalentarlo. El comprador acepta con esta frase como cierre del trato: «más me sacó Cavallo…».

Las historias, recogidas entre operadores inmobiliarios reflejan el fenómeno que se vive en la cordillerana -esta ciudad, Bariloche y La Angostura-, y que sin embargo pasa inadvertido para la mayoría. Se trata de una creciente demanda de tierras para construcción de calidad, con compradores de alto poder adquisitivo.

Por lo común se inclinan por sitios alejados del casco céntrico -donde casi no quedan terrenos disponibles-, o uubanizaciones cerradas.

Desde los cuatro vientos que envuelven al valle del Lácar se desarrollan las llamadas urbanizaciones cerradas, countries o clubes de campo. El Pegual, El Casco, Miralejos, Rincón Radales, Chapelco Golf and Resort, son algunos de los que comenzaron a cobrar forma en los últimos tres o cuatro años, para agregarse a los más antiguos como Tierra de Sol y Las Pendientes.

Muchos de estos desarrollos urbanísticos se corresponden con estancias que subdividen apenas una porción de sus extensiones, o con grandes propiedades familiares de antiguos pobladores, que se transforman en loteos multiplicando varias veces el valor de la tierra.

Todos, con los matices propios de ubicación, diseño y estado de desarrollo, reúnen varias de estas condiciones: entornos naturales fantásticos; bosques; cruces de arroyos; cascadas; vistas espectaculares; servicios básicos; calles interiores que se apartan del tradicional damero para respetar la irregularidad del terreno; espacios de despeje con plazas o sitios ornamentales; club house; áreas comunes deportivas o recreativas.

Los terrenos varían según cada caso, pero por lo común van de los 1.500 a los 3.000 metros cuadrados, con valores de entre 15 y 30 dólares por metro cuadrado.

En algunos casos se trata de sistemas de fideicomiso, y en otros de compras y ventas directas, por las que cada uno es propietario sin asociarse con el resto de los vecinos.

Los compradores son, por lo general, personas que gozan de renta respetable, o cuentan con ingresos fijos desprovistos de apremios. Se trata de profesionales, directivos de empresas o empresarios, que están hartos de la inseguridad de las grandes ciudades.

Muchos de los que dan el perfil vienen precedidos de varios asaltos, cuando no de secuestros o intentos de rapto. Compran, se afincan con sus familias, y mantienen sus negocios en Buenos Aires, Córdoba, Rosario…

Viajan con regularidad a esas ciudades, pero no les incomoda. Viven en la certeza cotidiana que ofrecen el acceso al bosque y a las alturas de un peñón desde donde se domina la Vega sanmartinense en su plenitud. A un lado de la casa, los chicos juegan sin cuidado. En el camino no hay semáforos que pasar de largo por temor al atraco.

Algunos ya ni siquiera necesitan viajar con frecuencia para mantener negocios o actividades. Usan Internet.

Los datos puntualizados hasta aquí surgen de la información que maneja la Cámara Inmobiliaria de San Martín de los Andes, a través de su presidente, José María Terrone. Poco más o menos, los operadores coinciden sobre el perfil de clientes, dice Terrone.

Como se apuntó, la seguridad es, acaso, el principal valor agregado a la belleza natural y la tranquilidad de estos lares.

El pionero en este boom patagónica -que ya es una tendencia- fue el country Cumelén, en La Angostura. Con sus cincuenta años de historia, figura entre los más antiguos del país. Y uno de los últimos es el club de campo El Pegual, en San Martín.

En la actualidad, estos emprendimientos cerrados, con propuestas de diseño modernas y atractivas, son quince.

También es para remarcar que este tipo de urbanizaciones despiertan un fuerte interés en el extranjero. Según han dicho a la prensa los desarrolladores de Arelauquen, un 15% de los compradores son extranjeros. De ahí que muchos agentes inmobiliarios tengan representantes de venta en Europa, especialmente España, Francia e Inglaterra. «Es una oportunidad que muchos no se quieren perder», agregaron quienes están en este negocio.

¿La ciudad está preparada?

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- En el contexto de una creciente demanda de tierras para construcción de alta calidad y urbanizaciones cerradas, un dato que la ciudad necesita ponderar con urgencia es la natural presión que este fenómeno multiplica sobre sus servicios.

Los compradores son personas de alto poder adquisitivos, que se afincan junto a sus familias corridos por la inseguridad de las granes ciudades. Pero muy lejos del nivel socioeconómico de estos «nuevos vecinos» se ubican otros que, quizá alentados por el movimiento -básicamente en la construcción-, también vienen aquí a buscar trabajo.

Como ya se anticipó desde esta agencia en otros informes de similar tenor, unos y otros -aún con diferencias notables en el nivel de ingresos-, igual demandan salud, educación, recreación, seguridad, y son peatones o automovilistas que congestionan el de por sí ya complicado tránsito sanmartinense.

Una moda que llegó para instalarse

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La moda de los clubes de campo residenciales junto al Nahuel Huapi crece en forma sostenida y ofrece un amplio panorama de opciones al comprador. Uno de los primeros fue el exclusivo Country Club Cumelén, en Villa La Angostura. Luego le siguió otro emplazado en brazo Machete.

En la zona sur del lago los primeros «barrios cerrados» se emplazaron sobre la ruta al Llao Llao. Uno de ellos, Valle Escondido, comenzó a comercializar sus parcelas, de entre 1.000 y 2.500 metros a fines de 1998. Se ubica en el kilómetro 16 de la avenida Bustillo, con acceso directo a las aguas de bahía Campanario. Los 32 lotes incluyen todos los servicios subterráneos.

Otro complejo, denominado Club de Campo, fue presentado bajo la denominación «Argenclub» y está ubicado en un predio de 7 hectáreas a la altura del kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Se emplazarían 39 viviendas de categoría.

No obstante, el country club más grande está ubicado al sur del cerro Otto y se denomina Country Club Villa Arelauquen. Incluye una cancha de golf de 18 hoyos, cancha de polo, una hostería 4 estrellas y hasta una pequeña pista de esquí con medios de elevación. El predio tiene unas 500 hectáreas y prevé una urbanización de 200 viviendas, con todos los servicios subterráneos.

La empresa propietaria, Burco Desarrollos S.A., con capitales belgas, financió la extensión de la ruta de asfalto hasta su predio y también aportó para que el gas natural llegue hasta sus instalaciones. Según se informó, la venta de terrenos fue un éxito y ya hay más de 10 chalets en construcción, en su mayoría propiedad de argentinos.

También al este de la ciudad hay varios barrios semicerrados, como son Aldea del Este, La Colina y en menor medida Las Victorias. En todos ellos se ofrecen lotes con vista al lago y la cordillera, amplias financiaciones y la promesa de una vida junto a la naturaleza.


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