Los crianceros ya vuelven de las veranadas
Los trashumantes del norte neuquino regresan a las invernadas. El ciclo centenario sirve para asegurar el alimento y el agua de los animales todo el año. Esta vez, la amenaza es la sequía.
Juan Carlos Parada
CHOS MALAL (ACHM).- Los crianceros trashumantes del norte neuquino comenzaron a retornar con sus animales de las veranadas a las invernadas, un trabajo centenario y sacrificado cuya finalidad es garantizar el alimento y el agua de los animales durante todo el año, aunque en esta oportunidad deben hacer frente a una importante y prolongada sequía que es motivo de preocupación, dado que en las invernadas no hay pasturas para el ganado.
Desafiando la escarpada geografía del norte neuquino, las inclemencias climáticas y los riesgos que implica en muchos sectores tener que transitar por las rutas de la región por falta de callejones de arreo, los pequeños crianceros de la zona norte de la provincia del Neuquén, comenzaron en las últimas horas con el retorno de sus animales hacia los campos de invernada.
Muchos de ellos se muestran agradecidos y destacan las obras que se han ejecutado para hacer más llevadero el agobiante camino que separa veranadas de invernadas, que en algunos casos llegan a los 300 kilómetros, esto es instalación de molinos para extracción de agua, de tanques australianos, bebederos y refugios donde pernoctar , además de los trabajos que se realizan para delinear callejones de arreo en aquellos lugares inexistentes (ver recuadro).
Aunque consideran este hecho como un acierto porque les garantiza contar a lo largo del trayecto con agua para sus animales y un lugar que le sirve de resguardo para poder pernoctar para retomar la trashumancia al día siguiente, no dejan de sentir preocupación por la sequía que afecta a los campos de invernada, desprovistos de pasturas por falta de precipitaciones, dado que en estos campos pasarán los próximos meses con sus animales hasta la llegada de la primavera donde regresarán a la veranada.
Preocupa aún más la sequía porque es precisamente en las invernadas donde se producen las pariciones y si las chivas no están bien alimentadas la mortandad es un hecho inevitable.
Sebastián Mellado es uno de los cientos de crianceros que se dirige a la invernada. Viene con sus animales desde Cajón Nuevo y se dirige a la zona de Naunauco. Son 300 kilómetros los que separan ambos campos y varias jornadas de arreo con sus animales, cuyo rebaño lo conforman yeguarizos, vacunos y chivos.
En la soledad del camino lo acompañan Raúl Mardones y cuatro perros: Trabuco, Deisy, Piuqué y Choco, quienes también realizan su labor “juntar a los animales cuando estos se dispersan”.
Desde la zona de El Llano, a unos 50 kilómetros de Chos Malal lo acompañan también sus nietos Valentín y Octavio que se trasladan a caballo y algunos familiares que llegan en vehículo hasta los lugares donde se encuentra para hacerle un poco de compañía.
Desafiando la escarpada geografía y las inclemencias climáticas, los pastores bajan con sus chivos hacia los campos más protegidos.
Los “alojos” son fundamentales para el descanso de los crianceros del norte neuquino.
Juan Carlos Parada
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