Los empresarios ñoquis
Por Guillermo M. Fasano
Una de las virtudes del ingenio popular es la de simplificar en una palabra toda una concepción filosófica. Los llamados «ñoquis» definen todo el desprecio de la sociedad por aquellas personas que cobran por hacer poco o nada. Estoy convencido de que ningún trabajador puede llegar a pensar que lo que hacen los ñoquis está bien. Pero tengo mis dudas con los fundamentalistas de mercado. Para ellos, el sistema económico se basa en el impulso de los individuos en la lógica búsqueda exclusiva de beneficios. ¿Y qué otra cosa hacen los ñoquis que no sea la de desarrollar su habilidad e iniciativa para conseguir un puesto que le garantice el máximo beneficio con el mínimo costo (esfuerzo)? Lo que quiero hacer notar es que la aparición del ñoqui como concepción filosófica y como mal endémico de la sociedad argentina no es exclusivo de la administración pública.
También hay muchos empresarios, profesionales y dirigentes que padecen la misma sintomatología. Reciben mucho y hacen poco o nada para la sociedad. Ejemplos sobran: los bancos que lavan dinero o que cobran tasas usurarias, las empresas que han obtenido claras ganancias en negocios turbios como IBM Banco Nación o los rebalanceos telefónicos o la renegociación de tarifas y ampliación de plazos de concesión de trenes y subterráneos metropolitanos o las empresas que consolidan y ejercen actitudes monopólicas, los contadores que ayudan a evadir impuestos, los abogados que viven de la industria del juicio, los médicos que priorizan el negocio sobre la salud, los políticos corruptos, etc.
En un artículo excelente del Diario «Río Negro», titulado «La otra cara de la corrupción», su autor, Aleardo Fernando Laría contrapone la concepción individualista del capitalismo anglosajón que define a la empresa como una simple oportunidad para incrementar el valor, a la visión de la empresa como un grupo humano que participa en un complejo dirigido a satisfacer necesidades o servicios, fundamentada en valores éticos de negocios.
Ya lo sé. Ahora usted lo piensa, Fasano y Laría son comunistas. Lo dejo al prestigioso periodista del Diario «Río Negro» que se defienda solo. Yo le pido que medite unos instantes y no se deje confundir con algunas opiniones que bombardean la mente de los argentinos. En estos momentos cruciales y de ajuste tras ajuste, me permito soñar con un país donde el Estado y la política recuperen el prestigio y el poder que se necesitan para planificar políticas públicas tendientes a lograr el equilibrio entre las fuerzas del mercado y las necesidades de los más desprotegidos, con un capitalismo serio y moderno como los modelos que impulsaron Francois Mitterrand en Francia o Felipe González en España, socialistas ambos pero defensores de la iniciativa privada. Lo que no me gustan son los empresarios, financistas o profesionales ñoquis que se enquistaron en este país, que se acostumbraron a cobrar mucho por hacer muy poco, que se encumbraron con un gobierno cómplice y que hoy necesitan de una dirigencia política débil y desprestigiada para presionar con los mercados.
A estos empresarios o profesionales que logramos conquistar, algún día deberemos exigirles que por lo menos realicen un esfuerzo equivalente al resto de la sociedad. Tal vez falten todavía algunos ajustes más para que todos lo comprendamos. Lo afirmo aun con el temor a que suba el riesgo país o que me tilden de anticapitalista.
Una de las virtudes del ingenio popular es la de simplificar en una palabra toda una concepción filosófica. Los llamados "ñoquis" definen todo el desprecio de la sociedad por aquellas personas que cobran por hacer poco o nada. Estoy convencido de que ningún trabajador puede llegar a pensar que lo que hacen los ñoquis está bien. Pero tengo mis dudas con los fundamentalistas de mercado. Para ellos, el sistema económico se basa en el impulso de los individuos en la lógica búsqueda exclusiva de beneficios. ¿Y qué otra cosa hacen los ñoquis que no sea la de desarrollar su habilidad e iniciativa para conseguir un puesto que le garantice el máximo beneficio con el mínimo costo (esfuerzo)? Lo que quiero hacer notar es que la aparición del ñoqui como concepción filosófica y como mal endémico de la sociedad argentina no es exclusivo de la administración pública.
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