Los insólitos caminos que tiene la vida de un percusionista 

Un hombre que se ha construido a sí mismo. Es percusionista de la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón y conversó con "Río Negro" .

Angel Frette se define como un obsesivo, un luchador por lo que quiere, y su currículum exhibe los logros.

Estudió percusión con Juan Ringer y William Moersch. Es percusionista de la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón; en el «94 representó a nuestro país en el Primer Festival Latinoamericano de Percusión y tres años más tarde participó del segundo, en México. Fue becado por el Fondo Nacional de las Artes y formó parte de la grabación de cuatro discos de la serie «Panorama de la Música Argentina» que edita dicha institución. Es artista exclusivo Yamaha; produjo y grabó dos compactos «La marimba en Argentina I y II»; dicta clases de marimba en el Instituto Nacional Superior de Artes de General Roca, en la cátedra de percusión junto a Stella Pellegrini y Arturo Vergara.

«La situación de los alumnos de Roca es bien distinta de la de los que tengo en Buenos Aires. El problema mayor es que no existe una orquesta sinfónica y eso les complica el horizonte. En Buenos Aires se reciben y tienen la meta cerca aunque no significa que la consigan, pero sostiene más el diario trabajo de estudiar y progresar. Hay dónde mirar, hay otros percusionistas. Sin bien en Roca está ese inconveniente, hay salidas alternativas. En universidades de otros países se realiza una tarea intensiva para formar al percusionista en el nivel más alto posible, y no en todas hay orquesta. Es común que la gente emigre. En el Colón, hay gente de Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, y no son una rareza».

«Con Arturo tomamos a los alumnos avanzados, la profesora titular (Stella Pellegrini) toma a los que recién comienzan. Si nosotros lo hiciéramos, al no vivir en Roca y viajar periódicamente, sería una pérdida de esfuerzo. Pero no sólo trabajamos con los de séptimo año, yo también tengo de segundo… Tratando de incentivarlos, en 1999 hicimos un concierto y para el corriente año ya tenemos organizados los que haremos cada dos, tres meses, integrando a todos los alumnos. Planificamos un repertorio adecuado que incluya a los de primero y segundo.»

En percusión ha habido un enorme avance en la última década. Cuando Angel se presentó en 1988 a concurso en el Colón, se habían anotado dieciséis personas, pero sólo concursaron tres. Hoy, para el mismo puesto y con posibilidades de ganarlo, hay fácilmente ocho o diez instrumentistas. El triple. «Justamente estoy escribiendo una nota – «La marimba en Argentina»- para una revista norteamericana especializada en percusión, contando la historia del desarrollo del instrumento.

Durante el gobierno de (Raúl) Alfonsín, yo estaba en la Sinfónica Nacional y ganábamos muy mal. Continuamente protestábamos por los bajos sueldos. El cambio siempre nos perjudicaba, hubo meses que cobramos sesenta dólares. Un juego de (4) baquetas buenas estaba y sigue estando a setenta, ochenta dólares, una partitura puede variar entre veinticinco y cincuenta, según sea para marimba o música de cámara. Era prácticamente imposible acceder a ellas y además no había apertura a toda la información.

Después pasé al Colón y los sueldos comenzaron a levantar. Habiendo estabilidad, mi valor es en dólares. Por eso pude viajar dos veces a Estados Unidos (1994-95, con apoyo de las fundaciones Antorchas, Proscenio y Teatro Colón) a estudiar, compré material, instrumento, cosas antes impensables. Influyó también la apertura a fuentes de información y conocimiento. Hoy compro por un catálogo de percusión que tiene más de doscientas páginas, mando un fax, una carta, un correo electrónico con mi número de tarjeta y me lo traen a casa».

La vida loca

«Cuando entré al Teatro Colón había una marimba y era la única del país; hace doce años apenas. Hoy, contando conservatorios, universidades, alumnos, suman unas dieciocho. Yo tengo dos Yamaha, en Roca compraron una y conozco tres en Córdoba, el Conservatorio Nacional tuvo una donación… Habiendo más movimiento, también hay más trabajo. Para la gente puede sonar extraño, pero con la marimba laburo mucho. Grabo con Fito Páez, música de películas, toco con Caetano Veloso, con Jairo, con (Gerardo) Gandini, tengo un dúo con (Elías Gurevich) violín para música de cámara. Todo esto es aparte de mi sueldo en la orquesta. Hace una década, estas tareas no existían porque no había instrumento ni quien lo tocara. Para un chico de Roca puede sonar loco vivir de la marimba. Lleva tiempo entrar en la rueda, pero no es imposible. En el INSA hay un alumno (Oscar Albrieu) formado allí, que después estudió con Arturo Vergara y está tocando en la Orquesta Académica del Colón. Otro hecho importante para todos es que en el concurso de diciembre del «99 salió primero y ganó el puesto de timbalista solista. Sirve para que los alumnos vean otras posibilidades».

Cuando convocaron a Frette y Vergara para integrar la cátedra del INSA, plantearon armar un grupo de profesores para que sus discípulos también los vean tocar; y uno de alumnos que -aunque no les genere trabajo- les permita hacer música, «tengan el nivel que sea», aclara Angel. Un percusionista bien formado puede tocar batería, set de percusión, música bailantera, rocanrol. El panorama es muy amplio. Lo digo con muchos años de profesión encima. Yo toqué con Johnny Allon, Rubén Matos, con conjuntos de cumbia, en los carritos de la Costanera Norte; mientras la gente se bañaba en el río, hacíamos música para atraerlos y que entraran a comer. Por entonces, ni pensaba en el Colón. Luego comencé con los teclados e incursioné en el jazz, me gustaba Gary Burton. Hice folclore. La vida es muy loca, nunca sabés dónde vas a terminar. Pero todo fue con una idea fija, estudiar. Estudiando, estudiando, el terreno se acomoda».

Bienvenidos al tren

Aunque no siempre el estudio asegura un buen percusionista. Sobre el alumno pueden influir muchas circunstancias que le impiden liberar plenamente su potencial. «Se puede mal juzgar lo que le ocurre y dentro de dos años, su salto muestra el error de apreciación. También sucede que algunos muy talentosos llegan a un punto y se estancan. Tengo mucho cuidado con ellos, -afirma Frette- son humanos y su cabeza no está sólo en la música. Uno de mis alumnos particulares me ha contado que el padre es alcohólico y le pega a su madre; conozco historias muy duras que me llevan a cuidar los juicios».

«En Roca es más distante la comunicación, porque estamos por intervalos; requiere un poco más de tiempo. Yo soy de contar mi experiencia laboral, pero tengo que limitarme, porque hablando el chico no estudia… Siempre pienso que cuando alguien quiere llegar a determinado lugar, pase lo que pase, lo va a lograr igual. Lo he vivido. De tocar en cantinas de mala muerte, pasé a ser músico del Colón y a imponer la marimba, que cuando comencé era casi desconocida. Hoy hay gente que la estudia, que ha escrito conciertos para ella, me reconocen fuera del país y me invitan a tocar en grandes festivales. Es un laburo de muchos años. Cuando planteaba esto a fines de los ochenta, pensaban que estaba loco. Hoy un pibe, puede soñar con estudiar marimba y convencer a sus padres, tiene elementos para mostrarles. Hay ya una pequeña historia, un movimiento. Si sigue funcionando así, el futuro es más abierto. El tren está andando, el resto depende de lo que cada uno pueda hacer».

Pero además de su aporte a los alumnos, también es importante lo que el INSA aporta a la cátedra de Percusión. «Lo conversamos con Tilo Rajneri… Pedimos instrumentos y se lograron; luego, crear en Roca un centro de referencia para los percusionistas argentinos y, con el tiempo, del Mercosur o de otras partes del mundo. El lo comprendió y se interesó. Requiere mucho esfuerzo conseguirlo: tener instrumentos, organizar talleres, armar el grupo de percusión… Rajneri nos apoya muchísimo».

«Queremos generar un movimiento con percusionistas de otras latitudes con distintas formas de interpretar y otros pensamientos. En universidades del extranjero son comunes las masterclass, las clínicas. Este año traemos a cuatro maestros, tres de Estados Unidos y uno de Brasil. Ya fue aprobado. Trabajarán una semana en Roca y si pasan por Buenos Aires, lo harán sólo para tocar; así lo convenimos. Darán clases únicas y exclusivamente en el INSA. El Instituto aporta el cachet para el intérprete, la estructura, los instrumentos, podremos trabajar en conjunto y con los alumnos. Nos enriquece a todos. Como son artistas de mucho nivel, el que quiera tomar clases o participar de un taller, deberá viajar a Roca. Vamos a ver cómo funciona este primer encuentro; si logramos mantenerlo, llegará un momento en que eso ocurra. Buscamos que sea muy interesante la propuesta del INSA, y como los invitados no pasan por Capital, Roca será el punto de encuentro. Tengo alumnos que querían estudiar con esta gente y desde que acordamos con el INSA, no permito que el artista que traemos dé clases en otro sitio. Si querés, tenés que ir al sur. Eso le va a dar más movimiento e importancia aún de la que tiene».

Los convocados son William Moersch, maestro de Frette y titular de la Universidad de Illinois; Rebecca Kite, de la Minnesota University; Stuart Marrs y el brasileño Joao Carlos Dal Galarrondo, que hace percusión teatral. «Buscamos variedad y mostrar avances y posibilidades de la percusión. Queremos que los alumnos vean todo eso, porque cuanto más información tengan, mejor será cuando decidan hacia donde ir».

Eduardo Rouillet 


Angel Frette se define como un obsesivo, un luchador por lo que quiere, y su currículum exhibe los logros.

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