Los neuquinos colmaron los balnearios del Limay

El centro, desierto, fue la contracara durante la tarde.

Yamil Regules

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A pleno. Fue una de las jornadas que registró la mayor concurrencia en lo que va del verano. La temperatura trepó a los 37°.

NEUQUÉN (AN).- La caravana comenzó desde temprano. Bolsos, conservadoras, esterillas y gorras completaron el atuendo de grupos de jóvenes y familias que, pasadas las 14, ya comenzaban a enfilar hacia autos, bicicletas o colectivos para trasladarse a un lugar donde pasar los casi 38 grados de máxima que alcanzó Neuquén ayer. El feriado más caluroso del año fue la excusa para vaciar la ciudad y, para los afortunados que pudieron desprenderse de obligaciones laborales, copar las costas neuquinas desde temprano. La máxima en esta ciudad alcanzó los 37,7 grados a las 19:10 y pasadas las 20 todavía se disputaba la punta del ranking de las ciudades más calurosas del país, sólo superada por Viedma, que registró a esa hora 36,5. A esa hora en Neuquén la columna mercurial ya había descendido, pero no mucho, levemente a 36,3. La migración hacia los principales balnearios de la ciudad fue masiva. Y la “estampida” se vio reflejada no sólo en los grupos que caminaron largas cuadras hasta encontrar el alivio del agua, sino en las colas de vehículos que se amontonaron a lo largo de la avenida Argentina, que conduce a la costa del Limay y las otras calles que también terminan en zonas cercanas a los balnearios. Es que la ventaja de llegar en auto se vio apocada por el desconcierto ante la falta de lugar para estacionar, en una tarde donde el grueso de los habitantes de la ciudad se volcó a disfrutar del feriado en las bondades que ofrece el río Limay. Si bien algunos vendedores señalaron que la afluencia de bañistas se mantuvo estable durante la semana –con un domingo que se destacó por las buenas ventas– desde las 16 ya adelantaban que la convocatoria sería masiva. El balneario Sandra Canale, sin duda a favor de su mayor extensión y de una buena infraestructura, fue el que más visitantes reunió, con una mayoría de familias que disfrutaron la tarde junto a la orilla. Aunque el Río Grande no se quedó atrás, seguramente por la proximidad con el centro y la facilidad de su acceso. Una de las postales es, precisamente, ver cómo los jóvenes caminan los 1.000 metros que lo separan del centro. “La actividad en el río siempre es muy dinámica y los operativos se mantienen iguales, excepto días muy inusuales de frío o viento”, comentó Oscar Quejele, uno de los coordinadores de guardavidas del Río Grande. Quejele destacó que, en promedio, se realizan entre 4 y 5 rescates por jornada. Los guardavidas destacaron la tranquilidad en los operativos y la buena “conducta” que mostraron los bañistas. En los alrededores de los balnearios, además, se realizaron operativos de tránsito y de control policial. Para quienes no llegaron al río, el refugio estuvo en los centros comerciales –que ofrecían un lugar fresco donde pasar el día– o en los canales y, en fin, en todo lugar que ofreciera agua, sombra y alivio frente a una ciudad sofocante, que en la tarde mostró un microcentro desierto.


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