Los nuevos desafíos

Cuando se comenzó a trabajar con los productores ovinos, desde la AER del INTA en General Conesa se visualizó claramente que el tema lana podía ser una llave para ir más allá en la mejora de los sistemas productivos.

A partir del ámbito de trabajo generado en el proceso, los productores comenzaron a involucrarse y a demandar otras tecnologías que les permitieran mejorar los índices productivos y por ende los resultados económicos.

Las majadas en general no tienen el servicio estacionado, muchas veces como una cuestión estratégica para tener los ingresos mejor distribuidos. Ese beneficio lamentablemente trae aparejadas dos complicaciones: la primera relacionada con la disponibilidad de datos productivos, como perdidas peri y neonatales, prolificidad y señalada, y por otra parte la dificultad para ajustar la oferta forrajera al calendario ovino.

Sin dudas pensar el ovino en un sistema intensivo es el gran desafío futuro. Desde los grupos en marcha, del nuevo Cambio Rural se comenzó a pensar en la base forrajera adecuada para estos sistemas intensivos.

Pasar de las habituales pasturas a base de alfalfa, que son poco persistentes bajo el pastoreo ovino con escaso control, a pasturas a base de tréboles, que tienen otra resistencia al sobrepastoreo y una mejor distribución de su oferta a la largo del año, es de vital importancia.

Otro tema será trabajar la suplementación estratégica a base de granos o heno para el último tercio de gestación y así lograr un mayor porcentaje de corderos en condiciones de sobrevivir durante las primeras horas de vida.

Es sabido que la genética moviliza y motiva al productor, aunque ésta sea la frutilla del postre. Primero hay que tener pasto, un buen calendario sanitario y productivo y recién allí pensar en razas carniceras y prolíficas que permitan explotar las condiciones ambientales de nuestros valles en desarrollo.

El gran desafío que siempre se plantea es la “contención”. Las ovejas generalmente andan por donde quieren y no por donde queremos. Allí existen alternativas: una es costosa y significa alambrar con siete hilos; la otra implica dedicación y persistencia.

Hay experiencias exitosas con alambre o malla eléctrica sumadas al uso de perros ovejeros; esto requiere acostumbramiento, sistemas bien instalados, observación y dedicación del productor.


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