Los nuevos medios y su influencia

–En estos tiempos cambiantes, indudablemente se modifican también los géneros y los discursos. ¿Qué innovaciones observa en ese aspecto? –Todo se está moviendo. Daniel Link, por ejemplo, ha hecho una novela que creo que se llama “La Ansiedad”, hecha toda de mails, una pareja que se conoce por internet e inicia un romance construido de cabo a rabo por mail. –¿Podríamos llamarlo epistolar tecnológico? –Sí, aunque hay una diferencia con la carta, ya que el mail tiene un aspecto muy sintético, con mucho sobreentendido y trampas. –¿Y le parece que todo lo que suma, vale? –Por supuesto, si hubieras hecho esta entrevista en 1920, me hubieras preguntado si el cine va a reformar la concepción de lo literario y yo te hubiera dicho que sí, porque hay otra manera de ver la realidad, y esto es lo mismo. –Y el cambio del papel por la pantalla ¿qué consecuencias puede traer en la literatura? –Va a influir, pero no sabemos en qué dirección, no sabemos qué va a suscitar. Hay que esperar un poco más. Es evidente que la gente lee menos, la televisión ocupa un lugar tan esencial en la vida de la gente que quita el tiempo. Y entonces hay menos tiempo para la introspección. –¿Y en cuanto a los nuevos soportes? –Los e-books y esas nuevas tecnologías permitirán seguramente conectar con links. Imaginemos que una obra menciona a “La Primavera” de Boticelli y hacés click y ves el cuadro, eso no es imposible. Y el mercado se irá transformando, las editoriales se irán transformando y buscando su ganancia. Y además está la democratización de la palabra, que es un aspecto positivo, en esto puede verse el vaso medio vacío o medio lleno. –Finalmente, ¿usted no observa que estos autores que menciona como más destacados están teniendo escasa visibilidad en cuanto a sus posicionamientos político-sociales? –Se cuentan con los dedos de la mano los escritores que ha podido tocar los dos teclados. El literato es empujado a la acción por causas exteriores, como Rodolfo Walsh con la dictadura. Cada uno es libre de demostrar o no esos posicionamientos. –¿Hacia donde va la literatura argentina, hay espacio para nuevos exponentes? –El futuro es promisorio si uno juzga por todo lo que se está imprimiendo en estos momentos. Lo que tiene que hacer un escritor joven es “matar al padre”, dejar de admirar a aquel que es su punto de referencia y encontrar una voz propia.


–En estos tiempos cambiantes, indudablemente se modifican también los géneros y los discursos. ¿Qué innovaciones observa en ese aspecto? –Todo se está moviendo. Daniel Link, por ejemplo, ha hecho una novela que creo que se llama “La Ansiedad”, hecha toda de mails, una pareja que se conoce por internet e inicia un romance construido de cabo a rabo por mail. –¿Podríamos llamarlo epistolar tecnológico? –Sí, aunque hay una diferencia con la carta, ya que el mail tiene un aspecto muy sintético, con mucho sobreentendido y trampas. –¿Y le parece que todo lo que suma, vale? –Por supuesto, si hubieras hecho esta entrevista en 1920, me hubieras preguntado si el cine va a reformar la concepción de lo literario y yo te hubiera dicho que sí, porque hay otra manera de ver la realidad, y esto es lo mismo. –Y el cambio del papel por la pantalla ¿qué consecuencias puede traer en la literatura? –Va a influir, pero no sabemos en qué dirección, no sabemos qué va a suscitar. Hay que esperar un poco más. Es evidente que la gente lee menos, la televisión ocupa un lugar tan esencial en la vida de la gente que quita el tiempo. Y entonces hay menos tiempo para la introspección. –¿Y en cuanto a los nuevos soportes? –Los e-books y esas nuevas tecnologías permitirán seguramente conectar con links. Imaginemos que una obra menciona a “La Primavera” de Boticelli y hacés click y ves el cuadro, eso no es imposible. Y el mercado se irá transformando, las editoriales se irán transformando y buscando su ganancia. Y además está la democratización de la palabra, que es un aspecto positivo, en esto puede verse el vaso medio vacío o medio lleno. –Finalmente, ¿usted no observa que estos autores que menciona como más destacados están teniendo escasa visibilidad en cuanto a sus posicionamientos político-sociales? –Se cuentan con los dedos de la mano los escritores que ha podido tocar los dos teclados. El literato es empujado a la acción por causas exteriores, como Rodolfo Walsh con la dictadura. Cada uno es libre de demostrar o no esos posicionamientos. –¿Hacia donde va la literatura argentina, hay espacio para nuevos exponentes? –El futuro es promisorio si uno juzga por todo lo que se está imprimiendo en estos momentos. Lo que tiene que hacer un escritor joven es “matar al padre”, dejar de admirar a aquel que es su punto de referencia y encontrar una voz propia.

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