Los oscuros intereses del oro

Queda claro que nadie opina inocentemente sino en función de intereses propios o de terceros que defiende, y que es también un derecho de cada uno «en democracia» manifestarse, hacer lobbies, presionar en el buen sentido para obtener sus fines o impedir algo que considere nocivo para la sociedad. En este camino estamos los comprometidos con una u otra posición.

Lo lamentable es que en vez de aportar positivamente a la discusión eligió el camino de la descalificación de quienes piensan diferente, resultando inadmisibles los conceptos que vierte en su nota, pretendiendo ligar el accionar de la Pastoral Social con los métodos de la dictadura.

Decir que «no hay noticias de que esta Pastoral Social interviniera como mediadora en conflictos de trabajadores docentes, de la sanidad, etc.» constituye un desafortunado ejemplo que queda desbaratado cuando recordamos la actuación pública que le cupiera el año anterior mediando en el conflicto docente. Habla también del desconocimiento de la tarea de las secciones de la Pastoral dedicadas a migraciones, situación de las cárceles, derechos humanos, salud, control de la correcta distribución de planes sociales, organización de sectores más carenciados para la autoconstrucción de viviendas, fomento de microemprendimientos productivos y planes de microcréditos solidarios, propuesta de universalización del salario familiar, defensa de los derechos de los pueblos originarios, etc. etc. etc…

Más adelante Vicente Marino, tras rescatar la actitud del cardenal Bergoglio, que por lo que se desprende de sus dichos pertenecería a la Iglesia «buena», vuelve a descargarse contra la Pastoral a mi entender con obvia maliciosidad diciendo que «estos mismos actores sociales fueron quienes dieron sustento espiritual, confesaron y dieron los sacramentos a todos los miembros del Proceso de Reconstrucción Nacional».

Llamativamente el defensor de la extracción del oro defiende al poder de la Iglesia o más bien dicho a la iglesia del poder que con Bergoglio a la cabeza hoy dice sentirse perseguida mientras durante la dictadura hizo un silencio cómplice con la opresión, el crimen y el saqueo del país, al tiempo que ataca con infamias a las diócesis de nuestra región que se caracterizaron justamente por la defensa de los derechos humanos, la libertad y la búsqueda de justicia.

Mal que le pese a Marino, justamente por estar en democracia todos tenemos derecho a peticionar, incluso los que carecemos del inmenso poder económico de las mineras del oro, que sin ninguna duda en presencia de un poder de facto estarían a gusto llevándose el oro, la plata y otros tantos metales luego de convencer a algún interventor militar de segunda línea con métodos que todos conocemos.

Quienes defendemos la prohibición de extracción de oro con utilización de cianuro no somos ignorantes fundamentalistas antiminería. Defendemos la minería extractiva local que aporta materias primas a múltiples industrias, contribuye al desarrollo tecnológico y crea fuentes de trabajo con más perdurabilidad que los ínfimos cinco a siete años que prometen las multinacionales del oro, que luego se retiran y nos dejan para siempre la contaminación.

Quienes nos oponemos a la extracción del oro en las condiciones actuales lo hacemos a sabiendas de que la ecuación económica es negativa para el país y la provincia. Sabemos que hay estudios que indicarían la incompatibilidad entre explotación agrícola ganadera y minería del oro, por la gran demanda de agua que ésta requiere. Sabemos que por la magnitud relativa de la mina sería antieconómica la utilización de métodos extractivos menos contaminantes. Sabemos también que nuestro futuro cercano puede estar ligado al desarrollo turístico internacional, incluso de las zonas de meseta, relacionado con la marca Patagonia que distingue a nuestra región y que tiene como estandartes de dicho desarrollo el aire limpio, las aguas puras y el respeto a culturas originarias.

Quienes hacemos opción por el desarrollo sustentable de la Patagonia no caemos en el tramposo dilema de minería de oro o pobreza. Damos permanentemente el debate, lo ofrecemos en la comunidad y en la Legislatura. En el caso de quien esto escribe insospechable de pertenecer al oficialismo junto con todo mi bloque y la mayoría de la oposición dimos aprobación a la ley falazmente denominada «antiminería» que nosotros llamamos «Ley anticontaminación con cianuro».

Los pueblos del Chubut, Catamarca, La Rioja y Río Negro se han pronunciado contra la explotación de oro. Las mineras insisten, presionan, intiman e intimidan o descalifican a quienes se le oponen. ¿De qué lado están entonces los oscuros intereses?

 

 

LUIS DI GIACOMO (*)

Especial para «Río Negro»

(*) Legislador provincial.

luis@luisdigiacomo.com.ar


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