Los periodistas: en busca de ser mensajeros y no blancos

Acostumbrados a trabajar sin más límites que un alto presupuesto, los grandes medios de comunicación estadounidenses preparan una cobertura de las elecciones del 30 de enero en Irak coartada por el riesgo de que sus reporteros sean víctimas de secuestros, asesinatos o fuego cruzado.

Tras meses cuestionándose el trabajo en semejantes condiciones, la prensa echa el resto para dar cuenta de lo que podría ser lo más parecido a relatar un acontecimiento feliz en Irak en muchos meses.

«Estuvimos revisando la situación todo el tiempo. Consideramos todas las opciones, incluso abandonar», admitió el vicepresidente de los servicios informativos de NBC (NBC News), Bill Wheatley.

Según explicó, una vez a la semana las cadenas de televisión celebran una reunión para intercambiar información útil para la seguridad de su gente sobre el terreno.

En otro ejemplo del modo en que la prensa trata de combinar la aspiración a explicar lo que sucede con el principio de que «no hay una historia que valga una vida», en palabras de Edward Wong, periodista de The New York Times, que ha pasado diez meses en Irak desde noviembre de 2003.

Como para muchos otros periodistas, la vida en Bagdad de Wong está presidida por el cálculo. «Nuestros movimientos están limitados en Irak, con zonas mucho más peligrosas que otras. Normalmente llevamos más de un auto cuando salimos. A menudo me cito con la gente y voy a entrevistarlos a su casa u otros sitios. No paso mucho tiempo caminando por la calle. Solía comer en restaurantes pero ya no lo hago», explicó.

Pero «así no hay manera de tener una idea de lo que la gente piensa», explicó en respuesta a estos datos un alto editor de un popular semanario estadounidense bajo anonimato. «Ahí tienes a un montón de periodistas sentados en el bar que cada vez que salen a la calle van custodiados hasta los dientes, algo perfectamente comprensible», agregó.

Desde que empezó la guerra en marzo de 2003, 36 periodistas y 18 empleados de medios de comunicación han muerto en el país y se desconoce la suerte de otros cuatro, según cifras del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).

Marjorie Miller, responsable de la sección de internacional del diario Los Angeles Times, que conoció como reportera los conflictos de El Salvador y el israelo-palestino, entre otros, afirma que lo que ocurre en Irak no tiene comparación y aventura una explicación. Los insurgentes «nos ven como una parte (del conflicto). Por mucho que digamos que no, ven a la prensa occidental como parte del problema», constató.

David Hoffman, editor de internacional del Washington Post, consideró que lo que sucede en Irak es una expresión exagerada de los obstáculos que siempre se interponen entre el periodista y la noticia.

«Los reporteros lo hacen lo mejor que pueden pero nunca pueden estar satisfechos. Siempre hay barreras al conocimiento, cosas de seguridad que se interponen, cosas que no se pueden ver, es un entorno muy difícil», explicó.

 

(AFP)

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