Los planes de la Peque Pareto para una vida distinta

La gran deportista argentina cuenta qué piensa hacer tras el retiro: ayudar a la Selección de judo, avanzar en su especialidad médica para curar pacientes y profundizar en las acciones solidarias.

Cuentan que en la villa olímpica, los pocos que se enteraron, se quedaron sorprendidos por un nuevo ejemplo de Paula Pareto. Faltaban días para su debut en su cuarto y último Juego Olímpico, pero Peque se encerraba por momentos en su habitación para, primero estudiar y luego rendir el examen final de Ortopedia y Traumatología.

Claro, además de ser una de las mejores judocas del mundo, la doble medallista olímpica buscaba dar bien el oral para aprobar el curso de tres años y así avanzar en su profesión, la misma que transitó durante estos últimos años en los que se mantuvo en la elite mundial de su deporte.

“Nunca quise un trato privilegiado, al revés… Desde el primer día les pedí a los profesores que me exigieran como una más. Esta vez, los dos que me tomaron sólo me dieron el beneficio de rendir primera porque sabían que estaba en la villa y tenía que irme a entrenar. Pero nada más”, explica la Peque, de forma tajante, tras regresar de Japón.

Cuando terminó la última pelea, Pareto anunció su retiro tras 16 años en la elite mundial, que incluyen 13 medallas panamericanas (seis oros), tres en Panamericanos (un oro), tres en Mundiales (un oro) y dos en Juegos Olímpicos (oro en 2016 y bronce en 2008).

Ahora se le abre otra etapa en su vida pese a que, en los últimos días, mientras hacía la cuarentena en su casa, se la pudo ver entrenando como si fuera a disputar otro torneo. 

“Yo soy así, no puedo parar y más cuando son algunos desafíos que me gustan. Yo me motivo y la gente se prende con estos ejercicios de dificultad. Tienen mucha repercusión, la gente te devuelve con comentarios como ‘me diste fuerza para salir o para ir a entrenar’. Con que motive a una persona, el objetivo está cumplido”, dice, aunque no sin admitir que estas acciones serán excepciones. 

“Entrenar no voy a dejar de entrenar, pero ya no tanto judo, más que nada por el cansancio físico y las lesiones que fui acumulando en estos últimos años. Si me tengo que poner el kimono para ayudar a las chicas de la Selección, lo voy a hacer, sin un cargo, aunque me lo hayan propuesto… Pero ya sin la obligación de tener que entrenar para una competencia como antes”, explica.


-Para los padres existe el Síndrome del nido vacío cuando se van los hijos de la casa. ¿Creés que te pasará lo mismo?
-No creo que sienta ese síndrome del nido vacío (se ríe). El otro día estaba en un entrenamiento y le decía a Laura (Martinel, su coach) ‘qué feliz estoy de verlo desde afuera’. Ella, justamente, me decía que, cuando se retiró, estuvo cinco años sin ponerse el kimono. Yo no creo que tanto, pero siento que ya di todo, como dije en Tokio, que no tengo más.

Encima vos te fuiste preparando para este final y tenés muchas otras cosas para hacer.
-Claro, tengo tanto pendiente que no creo que extrañe (se ríe). Ojo, lo hablé con mi psicólogo, seguramente no será fácil y el duelo tendré que hacerlo, pero no tendré mucho tiempo libre para darme cuenta. Habrá un cambio de cosas que haré y hasta de estilo de vida, pero la carga horaria será igual o mayor que antes.

-¿Qué tenés pensado para esta nueva vida?
-Dedicarle más tiempo a mi profesión, ahora que rendí Traumatología y Ortopedia y que me falta poco para terminar la residencia. Hacer más vida familiar porque entre mis obligaciones y, sobre todo la pandemia, he estado muy alejada. Más liberada de la parte competitiva será momento de disfrutar de otra forma.

Tras 16 años en la elite, Pareto se retiró y ahora piensa ayudar a la Selección de ayudo.

-Tremenda la recepción y el Pasillo de Honor que te hicieron los médicos en el Hospital de San Isidro, ¿no? ¿Qué te generó?
-Sí, emocionante. Lo del hospi me hizo recordar al recibimiento de los deportistas en la villa. Sabía que querían saludarme, pero me sorprendió porque estaban todos mis compañeros pero también otros médicos con los que me formé y varios de otras especialidades. Es lindo que suceda, lo estoy disfrutando, pero a la vez siento que es mucho…

-¿Pensás ahora darle aún más preponderancia a la ayuda social?
-Sí, es verdad, es algo que descubrí y me encanta. Permanentemente estoy haciendo cosas porque con lo social pasa que una cosa lleva a la otra y se va encadenando acciones, porque vas conociendo gente que quiere ayudar y se va sumando en el camino. Por ejemplo, el otro día me escribió un chico que nos regaló unos mates para Tokio porque había visto cuando hice un posteo del merendero Los Pepitos al que ayudaba Braian (Toledo) y ahora sigo yo, y se ofreció a mandarle golosinas y galletitas a Cristina, la dueña. Así pasa todo el tiempo. Ahora, justamente, me llamó Karina, del Hogar El Alba en Longchamps, para ver si podíamos ayudar a un trasplante de uno de los chicos del lugar. En realidad, yo hago más de nexo, visibilizando situaciones o lugares para poder acercar a la gente que está dispuesta a dar una mano.


La Peque no necesita ganar medallas para dejar una huella.


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