Los pozos de la ruta 22 son una trampa cotidiana
En el trayecto entre Allen y Cipolletti la cinta asfáltica tiene tramos casi intransitables.
CIPOLLETTI (AC).- El tramo de la ruta 22 que va desde esta ciudad hasta las cercanías de Allen es una trampa permanente. En ese sector está plagado de pozos, lo que le imprime un riesgo constante al tránsito vehicular, máxime cuando la vía alternativa, la provincial 65, está igual o en peores condiciones.
La pesadilla mayor para los conductores -y por la 22 transitan rodados de todo tipo y porte- se da a partir de la calle de acceso a la Isla Jordán, hacia el oeste, con ondulaciones de la carpeta asfáltica, banquinas sobreelevadas y «cráteres» continuos.
Las peligrosas ondulaciones de los bordes en la cinta asfáltica es tan o más problemático que los cientos de pozos, algunos de tamaño considerable, que hay en ese trayecto. A eso hay que sumarle a quienes en su afán por esquivarlos realizan maniobras inesperadas de los que vienen de frente. Una frenada brusca o alguna emergencia deben buscar la banquina para detenerse, y allí corren el riesgo de salir para cualquier lado y terminar, como pasó en múltiples ocasiones, chocando o incrustados contra los árboles linderos.
Para colmo, faltan señales que, aunque más no sea hasta que se supere el problema, indiquen a miles de conductores que se mueven entre Regina y Neuquén, y a la gran cantidad de turistas que van y vienen hacia o desde las zonas lacustres, las irregularidades existentes.
Y también, en varios sectores, se nota la carencia de señales normales, que referencien curvas y contracurvas.
Hay trayectos de 50 metros en los que se contabilizan entre 10 y 12 pozos, y en esa línea las roturas superficiales son moneda corriente.
En el sector del cruce de la ripiera el estado de la ruta es lamentable, y todo se complica unos 1.000 metros antes del primer acceso a Fernández Oro y de allí, siempre tomando como referencia el oeste, hasta unos 2.000 metros antes de la curva de la secretaría de la Fruticultura, la que, por otra parte, carece de señalización en uno de sus carriles.
Como atenuante, merece destacarse que antes de las últimas grandes lluvias se llevaron a cabo trabajos, «parches», en los pozos, pero la erosión del agua y el tránsito continuo hicieron que todo volviera a la habitual «anormalidad».
En los minutos en que, ayer al mediodía, los periodistas de esta diario hacían la recorrida por los tramos más conflictuados de la ruta, fueron testigos de al menos cuatro maniobras muy arriesgadas, dos de ellas involucrando a motociclistas, en que, por haber tomado de lleno los «pozos trampa» casi terminan debajo de vehículos mayores, y todo no pasó de sustos mayúsculos.
Se supo anoche que tanto el intendente cipoleño, Alberto Weretilneck, como su par de Fernández Oro, José González, se comunicaron por medio de técnicos de las áreas de Obras Públicas de las dos comunas con funcionarios de Vialidad Nacional, planteando la situación imperante en la ruta nacional 22.
De acuerdo con lo que indicó un hombre cercano a Weretilneck la respuesta habría sido que ya hay previsiones para un arreglo «integral» del tramo entre los dos ejidos.
Y en este contexto continúa sin definirse qué hará Nación con el proyecto al que adhiere la provincia de reformular de raíz la ruta entre Chichinales y Cipolletti, no para convertirla en una multitrocha sino para agilizar el tránsito, lo que conllevaría el desarrollo de obras incluyendo una nueva carpeta asfáltica, y de hecho terminaría con uno de los mayores peligros existentes para el tráfico vehicular.
CIPOLLETTI (AC).- El tramo de la ruta 22 que va desde esta ciudad hasta las cercanías de Allen es una trampa permanente. En ese sector está plagado de pozos, lo que le imprime un riesgo constante al tránsito vehicular, máxime cuando la vía alternativa, la provincial 65, está igual o en peores condiciones.
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