“Los vehículos más vendidos y su injerencia en las clases sociales”

Según las informaciones publicadas sobre la mayor cantidad de vehículos comercializados durante el 2016 en nuestro país, se informó que la marca ganadora ha sido la empresa Motomel, con su modelo Blitz de 110 cm³ que, con un valor unitario de
$ 12.900, comercializó 31.882 unidades; mientras que la marca Toyota, con su modelo Hilux, a un costo de $ 620.000 por unidad, vendió 30.363 pick-ups.

En ese sentido, según se podrá deducir de lo informado, la tendencia reflejada se presenta con las personas que ha elegido la motocicleta, ya que presuntamente disponen de menores recursos económicos que aquellos que se inclinaron por la compra de la lujosa camioneta. Y en este señalamiento se podría agregar que, evidentemente, la clase media en extinción ha restringido sus compras, ya que el mayor ganador de las ventas anuales no ha sido un auto mediano para la franja social mencionada, sino una moto, vehículo de menor valor, y en segundo orden de ventas el modelo señalado de la marca japonesa donde el comprador debe disponer de recursos económicos suficientes para facilitar su adquisición.

Evidentemente, este 2017 resulta el momento adecuado para pensar en la fabricación de un automóvil económico no solamente en su consumo, sino en el costo de fabricación. Así como durante 1953, las IAME (industrias aeronáuticas y mecánicas del Estado) fabricaron el vehículo “el justicialista” o posteriormente “el rastrojero” de industria nacional, se podría lanzar al mercado argentino un vehículo similar, adaptado a la tecnología actual con ínfimo costo de mantenimiento.

Efectuada la lectura de las unidades más comercializadas durante el año se puede inferir que en nuestro país existen personas que presentan un importante respaldo económico para comprar una unidad de más $ 600.000 (clase social alta) y más gente aún que sólo dispone de $ 12.900 (financiado) para la compra de una motocicleta (clase social baja).

La brecha en ese sentido resulta cada vez más pronunciada. Esa dicotomía entre pobres y ricos de la actualidad, antiguamente debilitada por la irrupción de la clase media, se ha visto profundizada. En nuestro país existen cada vez más pobres empobrecidos, y esa visualización también resulta extensiva a la clase alta en la que cada vez existen más ricos enriquecidos. Y si a la proporción señalada habría que ponerle número, podemos afirmar que la misma es de 1 rico por cada 1.000 pobres. Lo negativo de ello resulta de que la gente, en estado de indigencia, está muy descreída, sin trabajo sustentable, sucumbida en un estado de autoestima destruida, y el hecho de delinquir le puede resultar una alternativa esperanzadora, más allá de que sabemos que lo expresado no resulta conveniente porque nada ni nadie puede justificar el delito como método de búsqueda de igualdad.

Por ello, suma cautela al tomar decisiones oficiales que implique favoritismo o inclinación por aquellos que más tienen porque la desigualdad descarnada siempre irrita al que menos riqueza tiene y donde posteriormente –la mayoría de las veces– afloran sus disconformidades tomando un edificio, cortando una calle, quemando cubiertas o haciendo piquetes, y ello no le hace bien a nadie, menos a nuestro querido país.

Miguel Á. Knecht

DNI 14.727.625

“Evidentemente, este 2017 resulta el momento adecuado para pensar en la fabricación de un automóvil económico, no solamente en su consumo, sino en el costo de fabricación”.

Miguel Á. Knecht

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“Evidentemente, este 2017 resulta el momento adecuado para pensar en la fabricación de un automóvil económico, no solamente en su consumo, sino en el costo de fabricación”.

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