«Lucha callejera» en el País Vasco

Por Hubert Kahl

La escena se repite en el País Vasco español: jóvenes encapuchados suben a un autobús, piden al chofer y a los pasajeros que bajen e incendian el vehículo con «cócteles molotov». Con este procedimiento, fueron quemados en media semana 16 autobuses en diferentes ciudades vascas.

Los agresores son separatistas vascos cercanos a la organización separatista ETA. Según datos que maneja la policía, no son miembros organizados de ETA. En el País Vasco existen dos tipos de agresores: los terroristas miembros de ETA y los alborotadores encapuchados.

Los terroristas de ETA están agrupados en comandos estrictamente organizados, disponen de formación terrorista y se mueven en la clandestinidad. Ponen coches-bomba o asesinan a sus víctimas con disparos en la cabeza.

En el caso de los encapuchados, en cambio, se trata de jóvenes de entre 16 y 25 años cuya arma más importante son los «cócteles molotov». A veces recurren también a pequeños explosivos de fabricación casera.

Desde que el partido separatista Herri Batasuna (HB) llamara el jueves a una «jornada de lucha», los violentos cometieron más de cincuenta ataques incendiarios. Sus objetivos son -además de autobuses y trenes- bancos, oficinas de partidos políticos, empresas o viviendas de políticos y policías.

Sólo por el incendio de autobuses, causaron en los últimos días daños por más de 2,5 millones de dólares. En Bilbao y en la provincia de Vizcaya (1,1 millones de habitantes) incluso fue suspendido temporalmente el servicio de autobuses.

En España se hace una diferencia estricta entre estos actos de sabotaje y los verdaderos actos terroristas de ETA. Se habla de un «terrorismo de baja intensidad» o «kale borroka», lucha callejera en vasco.

Esta forma de violencia comenzó en los «80 como «epílogo» de las manifestaciones de grupos separatistas. Hoy, las acciones de destrucción ya no son espontáneas. Los jóvenes responden a órdenes de líderes separatistas.

De entre los violentos, ETA suele reclutar miembros nuevos para sus comandos terroristas. Se trata de «una camada de jóvenes educados en la cultura de la violencia, la lucha anti-institucional y el odio», señala la revista «Tiempo». «Y consideran a los etarras como su vanguardia». (DPA)


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