Luchadoras de la vida

Ambas pertenecen al grupo Gente Nueva, tienen 21 años, e hijas muy pequeñas y reconocen que el estacionamiento medido es una fuente genuina de trabajo “Con esto no se va a terminan la desocupación ni la pobreza, pero al menos disminuye”, afirmó Carolina. Alexandra vive en el barrio 400 Viviendas y tiene una nena de 2 años. Comenzó a trabajar en el estacionamiento medido desde el primer día, el 12 de noviembre. Ve el trabajo como un paliativo al desempleo y reconoce que es el único ingreso fijo que tiene. También sostiene que el presente es un trabajo integrador, ya que les permite interactuar con todo tipo de público. Consultada sobre la aceptación que ve en el usuario local responde que “creció mucho”. “Inicialmente había dudas y más rechazo, pero ahora la gente se acostumbró. Asimismo, ven que el estacionamiento está más ordenado”. Entre todos los usuarios recuerda haber pasado por situaciones poco felices. Cada tanto aparece algún automovilista irracional. Consultada sobre posibles mejoras en el servicio, opinó que “en algunas cuadras se podría estacionar en ambas manos”. Carolina vive en el barrio Virgen Misionera, está en pareja y tiene una beba de 9 meses. Para llegar al centro se debe levantar antes de las 7 de la mañana. Trabajaba como niñera por hora. Reconoce que este empleo le permite un ingreso, que si bien no es elevado, es fijo. Al ser organizado, abre esperanzas hacia el futuro. El padre de su hijita trabaja en la construcción y entre ambos juntan lo necesario para vivir modestamente. Durante las mañanas, la beba queda a cargo de su hermana. Recordó que solo una persona la trató mal, en este caso un turista, quien se molestó cuando le avisó que tenía que pagar. Opina que el estacionamiento medido permitió revertir el caos de tránsito en el micro centro y el estacionamiento también es más seguro para los automovilistas. Ambas son el reflejo de jóvenes luchadoras que apuestan por el trabajo.