Luis Eduardo Aute: «Somos médicos del alma»

En entrevista con "Río Negro", el cantautor y pintor habla de todo. El próximo miércoles presentará en Neuquén "Memorable cuerpo".

Pasaron dos años de su última presentación en Neuquén y Luis Eduardo Aute vuelve con «Memorable Cuerpo» espectáculo que recorre sus grandes clásicos y con el que festeja cuatro décadas de la edición de sus primeros discos. Antes de su llegada habló con «Río Negro» sobre esta experiencia.

«¿Qué queda de todo lo que ya no es? Lo que ya no es o lo que fue? Muchas cosas, muchas. Muchas en mi vida personal, tantísimas personas que han sido importantísimas en mi existencia. Mi familia, mis hijos -Pablo Antonio (39), Laura (28) y Miguel (22)-; eso de tenerlos es la mayor de las aventuras. Y en cuanto a actividades y trabajo, incontables, no sé? ver ahora, por ejemplo, reunidas una pequeña parte de todas las canciones que he escrito a lo largo de más de cuarenta años. Verlas todas congregadas en un objeto que se llama ´Memorable cuerpo´, y percibir lo que está ahí expuesto».

«Cuando he configurado las canciones para volver a grabarlas, tuve que hacer un paseo forzoso por muchos años de mi vida y bueno, pues es un buen trozo de mí lo que hay allí. Eso pesa mucho porque nunca pensé en escribir canciones. Lo mío era pintar, yo quería pintar; aún lo sigo haciendo y continúo exponiendo. La música me acaparó mucho tiempo, nunca pensé que iba a ser tanto. Y creo que ahí hay un legado. No sé si para bien o para mal, pero yo intenté hacerlo del mejor modo posible, lo mejor que supe y de alguna forma ese legado es biografía mía y una manera de reflejar los tiempos que me han tocado vivir. Son muchos acontecimientos. Recientemente, que ha sido una experiencia de verdad muy, muy fuerte, expuse mis obras -una retrospectiva de más de cincuenta años de pinturas- en Roma. Desde pequeño, cuando comencé en ello, si me llegaban a decir que iba a mostrar todos mis trabajos en la capital italiana, no lo hubiera creído jamás. Y así ha sido. Hay muchas circunstancias de ese tipo que han ido ocurriendo y me dan mucha satisfacción».

-Ha sido también un entrevero de pasión, reacción, amor, sufrimiento, de desgarro y placer.

-Bueno, esos materiales son lo que construyen la vida, ¿no? De esos elementos está hecho el ser humano. De perplejidad, de ilusión, de fascinación, de decepción, de enamoramiento, de odio, de angustia, de soledad. Todos ellos construyen a ese extraño ser que llamamos humano; que por ahí anda sin saber por qué está aquí, sabiendo que transita pasajeramente por la vida y luego ignora lo que puede haber? Lleno de preguntas sin respuestas. Intentando ser feliz a toda costa y apenas lográndolo. Son materiales que forman el universo del humano que es el que a mí me conmueve y me mueve a trabajar sobre él.

-Tratando además de hacer eterna la fugacidad, de perdurar en nuestros afectos, en lo que escribimos, en lo que construimos para bien o mal. Procuramos no pasar inadvertidamente por la vida y dejar alguna marquita.

-Sí? No sé bien por qué, pero efectivamente hay un deseo irrefrenable de dejar constancia del paso por aquí. De algún modo, dejar descendencia es una manera de prolongar el tiempo. Tal vez biológicamente el cuerpo, que sabe de esas necesidades, se da a sí mismo la facultad de procrear para que la vida se extienda. Sí, así es, y no sé si tiene sentido. No todos, pero gran parte de los seres humanos tienen esa necesidad de dejar evidencia de su paso, aún sabiendo que somos apenas la sombra de un segundo en la historia del tiempo.

-Ese tiempo implacable que nos modifica físicamente, nos va pintando el pelo de otro color.

-En el caso de que haya pelo que pintar… Si tuviera la respuesta de qué es eso del tiempo, pues me darían el premio Nobel, supongo. Ahí está el misterio. Somos seres en el tiempo y somos nosotros quienes lo marcamos en el universo que no es consciente de su transcurrir. Nosotros le damos conciencia. Somos los relojes del universo. Por qué o para qué, bueno, no tengo esa respuesta…

-Si la tiene todo el amor, la entrega que has puesto en tu obra.

-Supongo que en segunda instancia es un acto de entrega… En principio es un acto defensivo frente a la perplejidad que produce la realidad. Reflexionar sobre ella, imaginarla, inventarse otra realidad, de eso se trata el arte. Además de ser la mejor de las terapias para eludir el manicomio. En primera instancia no se piensa en los demás, se piensa muy egoístamente en uno mismo. Cuando eso se manifiesta y se da a conocer a los otros, ocurre algunas veces que ellos se sienten cómplices de esas mismas inquietudes, y se establece una comunicación que nos hace sentirnos menos solos. Hay otro tipo al que le pasa lo que sucede a mí. Ya no soy yo el único. Somos unos cuantos más que no entendemos nada. Tal vez la respuesta sea hacerse las preguntas. Por ahora eso es lo que entiendo. Hacerse preguntas es una forma de responderlas. Pasar por la vida sin realizarse pregunta alguna, es no haber nacido. Es no haber nacido.

-Sabrás, te lo habrán comentado, que tus textos se leen en los colegios, que profesores de literatura los trabajan con sus alumnos?

-Alguna noticia tengo que en algún sitio se practican esas aberraciones (se ríe). Yo prefiero no ser consciente de ello porque, pobrecitos míos… Esto de escribir canciones o poemas o manifestarse a través de un lenguaje creativo, es primero terapia para uno mismo y luego, de alguna forma, una manera de acompañar a los demás. Yo entiendo un poco esto cuando alguien se me acerca y me da las gracias porque una canción mía le ayudó en un momento determinado, en un tiempo difícil en el que no se ve la luz al fondo del túnel. El que una canción mía o varias, lo que fuera, hayan acompañado y ayudado a sobrellevar un momento malo, justifica toda una vida.

-Te pasa eso con algunas obras de otros.

-Es la mejor medicina. Yo, por lo menos, cuando me ha sucedido, soy consciente de que es pura medicina para el alma y para el cuerpo también. Somos médicos del alma. Deberíamos serlo.

 

PERFIL

Nacido en setiembre del 43 en Manila, a los ocho años Luis Eduardo Aute viajó a Madrid donde cantó por vez primera en público; a los nueve escribió en inglés sus primeros poemas.

En el '54 regresó con sus padres a la capital española para pintar sin descanso. En 1960 concretó su muestra inaugural individual en Galería Alcón de Madrid. En el '61 creó el primer guión de cine, realizó un corto y escribió el libro de textos, poemas y guiones «Los últimos estertores». Así fue trazando los tres ejes que gobernaron su vida artística. Qué no ha hecho desde entonces…

En 1962 conoció a Maritchu con quien se casó en el 68. Habitó París, trabajó en cine como intérprete de inglés, francés y español y segundo ayudante de dirección, hizo la «mili» (servicio militar) en Lérida, vivió de sus cuadros, publicó en revistas de poesía, editó libros. Hizo música para televisión, bandas sonoras de películas y obras de teatro, grabó casi cuarenta discos, dio incontables recitales. Tiene miles de millas acumuladas en giras. En el 2001 gestó su largometraje de animación «Un perro llamado dolor». Perdió sueños, ganó amigos, aplausos y buenas críticas. Supo refugiarse en el amor.

Su poemario último es «AnimaLhito» (07); la muestra más reciente: «Transfiguraciones», en el Museo de Bellas Artes de La Habana Sus últimos compactos,  son «Memorable cuerpo» (08) y «Autorretratos Vol. 3» (09), por ahora sólo en Europa en edición numerada de lujo con siete CD, 115 canciones, dos DVD inéditos con la grabación de dos conciertos y un libro de 84 páginas con reproducciones de sus fotos y de su obra gráfica, y un dibujo a bolígrafo firmado por Aute.

 

PARA AGENDAR

Aute se presenta el miércoles próximo, a las 21:30 en el Club Pacífico de Neuquén, con su espectáculo «Memorable cuerpo».

EDUARDO ROUILLET


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios