Malestar en el CPE cipoleño

CIPOLLETTI (AC).- El personal directivo, docente y administrativo de la supervisión local del Consejo Provincial de Educación, ubicada en un vetusto edificio de calle Mengelle, está soportando situaciones límite, con robos en los autos que dejan estacionados, arrebatos de carteras y bolsos cuando ingresan o egresan, e incluso quedando expuesto a enfrentamientos entre delincuentes y policías.

El edificio se levanta muy cerca de la comisaría 32, y cuando las denuncias arrecian hay custodia policial, pero como no es permanente el problema se reitera, y ya desde hace años.

Cansadas de notas y reclamos, incluyendo el pedido del traslado a un edificio más seguro, las supervisiones de los diversos niveles decidieron hacer público el problema.

El caso más agudo se produjo hace varios meses. «Quedamos expuestos en medio de un tiroteo entre policías y delincuentes», dice una nota de las supervisoras dirigida a la delegada de la ministra Ana Mázzaro en el Alto Valle, Ana Marinozzi. Cuando pidieron auxilio a la policía les respondieron «que cerremos las puertas, nos alejemos de las ventanas y nos traslademos a un lugar seguro del edificio, para preservarnos», continúa explicando la nota.

En el edificio han ingresado ladrones llevándose computadoras, máquinas de escribir, equipos de música y demás.

No se salvan de los desmanes ni los casilleros para la correspondencia y objetos personales como bolsos, anteojos, celulares, ropa y otros elementos. Hubo docentes arrastradas por el piso en intentos de arrebatos de carteras.

El tema de los robos y roturas en los autos inquieta y mucho.

Los sujetos -menores y mayores, de barrios muy conflictivos de las inmediaciones de la supervisión, que inclusive balean las ventanillas sólo para hacer daño- para los robos utilizan barretas, palancas y ganzúas y garrotes.

Hace poco a una de las supervisoras, con una barra de hierro, le «palanquearon» la puerta de su auto.

El hurto de ópticas, antenas, llantas y baterías, es corriente. Y ni hablar si algún director o directora de escuela, o una docente, llega a la supervisión para un trámite y se olvida de bajar pertenencias como ropa, agenda o cualquier cosa, porque al regreso, los vidrios están destrozados y no queda nada, salvo la bronca y la impotencia.


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