Manchas en la perfección del Guggenheim

Las manchas rojas en el titanio del museo en Bilbao fueron la polémica de esta semana.

Nueva York (EFE).- El arquitecto estadounidense Frank Gehry, que diseñó la sede del Museo Guggenheim en Bilbao, en el norte de España, ha responsabilizado a la compañía constructora de la aparición de manchas en el espectacular revesti- miento de titanio que le da a ese edificio una apariencia singular.

“Si hubieran limpiado el edificio adecuadamente cuando finalizó la construcción, las manchas no estarían ahí. Es lo normal: acabas un edificio y lo limpias. Pero no lo hicieron. Es algo que me enfurece porque todos señalan ahora al arquitecto”, declaró Gehry a “The New York Times”, que esta semana publicó un extenso artículo de la polémica originada con las citadas manchas.

Según Gehry, el problema surgió al derramarse sobre algunos paneles de metal restos de un producto de silicona utilizados para el sellado de las juntas durante la fase de construcción.

La polémica ha acentuado la cautela de los directores de la entidad museística neoyorquina, que planea la construcción de una nueva sede en el sur de Manhattan, a orillas del East River, y cuyo proyecto ha sido también encargado a Gehry, aunque el arquitecto no cree que finalmente emplee titanio para revestir el edificio.

Un portavoz del Museo Guggenheim declaró que “antes de gastar cerca de 700 millones de dólares, nos aseguraremos de que el material empleado aguanta las condiciones medioambientales de Nueva York”.

El prestigioso arquitecto calificó como “una tempestad en una tetera” la atención generada por las manchas de color marrón aparecidas en el revestimiento de titanio y que son más apreciables en la parte del edificio orientada el río Nervión.

En el artículo se señala que no hay evidencia de corrosión en los 42.875 paneles de titanio o en las sujeciones de acero, y, según el director del museo bilbaíno, José Ignacio Vidarte, las manchas podrían haberse originado con la contaminación atmosférica y de forma específica por partículas de sílice adheridas a la cubierta de titanio.

Vidarte explicó al rotativo neoyorquino que algunas manchas eran apreciables ya antes de la inauguración del Museo, en octubre de 1997, pero decidieron no limpiarlas entonces para evitar el contraste que podría darse entre los paneles tratados y el resto.

“Es frustrante. Todo lo que deberían haber hecho es limpiarlo y les rogamos que lo hicieran. Pero ahora las manchas están incrustadas y lo difícil es eliminarlas sin alterar el carácter del metal”, explicó Gehry.

Gary Nemchock, experto de la firma Titanium Metals Corporation (Timet), que proveyó los paneles de titanio, declaró que en las pruebas realizadas antes de la apertura detectaron que la leve película de oxido que recubría las piezas -que se produce al contacto del metal con el oxígeno- contenía aluminio, potasio, calcio y silicio.

“Es como una catarata en un ojo. El titanio no está afectado, la suciedad está sobre él, pero algunas de las manchas habían estado allí desde 1994 y era ya tarde para hacerlas desaparecer con un simple lavado, que era lo que se debería haber hecho en un principio”, añadió.

La dirección del museo bilbaíno, así como el propio Gehry, no se mostraron conformes con las propuestas posteriores de Timet para solucionar el problema, por lo que decidieron poner el asunto en manos de la Fundación Inasmet, un instituto de investigación con sede en San Sebastián, en el norte de España.

Alberto Pelayo, experto de esta organización, declaró al rotativo neoyorquino que han desarrollado un producto químico que puede aplicarse en forma de espuma sobre el revestimiento de titanio y que disolvería las manchas sin dañar el metal. El director del museo señaló que está previsto aplicar la solución propuesta por Inasmet en unos dos o tres meses.

Ayer “El País” publicó declaraciones de Vidarte en las que señala: «Las manchas rojas están desde el principio y no tienen nada que ver con la oxidación del titanio, porque el titanio no se oxida». Para el diario se trata de un problema menor”.

El Guggenheim da trabajo a 4.000 personas.


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