Garretón: “En Chile se inicia un ciclo que exige un nuevo pacto político y social”

El destacado sociólogo Manuel Antonio Garretón explica las causas del estallido, señala que los sectores que manifiestan son muy diversos y duda que el gobierno de Piñera tenga la competencia necesaria para resolver la crisis.

Manuel Antonio Garretón, sociólogo chileno.

Para el sociólogo chileno Manuel Antonio Garretón la sensación nacional de abuso y desigualdad que sienten amplios sectores de la población están detrás del reciente estallido social en Chile. Advierte que la negociación no será fácil, ya que es «una bronca difícilmente canalizable en términos políticos» porque no hay interlocutores visibles, como en 2006 o 2011. Además, cree que el gobierno de Piñera ha sido «muy incompetente» para manejar la situación.

Manuel Antonio Garretón es un destacado sociólogo, politólogo y ensayista chileno, Premio Nacional de Humanidades 2007. Licenciado en Sociología en la Universidad Católica de Santiago y Doctorado de l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, en París. Desde 1994 es profesor titular de Sociología en la Universidad de Chile y también ha enseñado en la Universidad de Buenos Aires-UBA. Esta es una síntesis de un extenso diálogo mantenido con Debates.

El estallido. “Ningún estallido social es previsible. Nadie previó la revuelta estudiantil de mayo del 68 que conmovió a toda Francia y al mundo. Las movilizaciones 2011-2012 en Chile tampoco fueron previstas. Sí había situaciones conflictivas que en algún momento se podían desbordar. Una sensación general de malestar que tenía que ver con el mantenimiento de desigualdades sociales, en medio del debate sobre la reforma de la ley de pensiones y la reforma tributaria que habían exacerbado posiciones. Reformas que mantienen los niveles de desigualdad, aliviando a los sectores de más altos ingresos con la reforma tributaria y da mejoras mínimas al sistema de pensiones, pero que no alivia al 55% de la población que gana el salario mínimo. Todo con un gobierno que había prometido crecimiento y solución al tema de la seguridad y no cumplió ninguna de las dos cosas. Hay una percepción de una situación de abuso por casos de corrupción y evasiones de empresarios. Es un clima que algunos sociólogos llaman una ‘ventana de oportunidad’, en el marco de un gobierno de derecha que ganó una elección donde votó menos del 50% del electorado”.

• El transporte como detonante. «Como ocurre siempre en estos casos fue un alza de un 5% en las tarifas del Metro. No es el único caso. Hay que recordar que en Brasil fue una revuelta del mismo tipo contra Dilma, demanda de pases libres. O el de los chalecos amarillos en Francia, que se produce por un alza de impuestos a los combustibles que afecta al transporte. La mayor movilización contra Bachelet en 2006 y 2007 fue respecto del pase libre para los estudiantes. En Ecuador la proptesta fue por el fin de subsidios al combustible. El tema del transporte, del pasaje y su influencia en el gasto familiar es muy crucial en la sociedad urbana actual. Resume muchos descontentos de la vida cotidiana: los malos trabajos, los bajos salarios. Es un catalizador que produce un efecto bola de nieve sobre otras demandas que estaban de trasfondo, de sensación de abuso y una enorme desigualdad”, dice Garretón.

El transporte, del pasaje y su influencia en el gasto familiar es muy crucial en la sociedad urbana actual. Resume muchos descontentos de la vida cotidiana: los malos trabajos, los bajos salarios.

Manuel Garretón, sociólogo

• Movilizaciones inorgánicas. “Las movilizaciones tienen una particularidad. No vienen ni del sistema político (los partidos de izquierda) o de organizaciones como los sindicatos o estudiantiles, con las cuales es posible tener interlocutores. Incluso los ‘chalecos amarillos’ en Francia, inorgánicos y convocados por redes, se sabe quiénes son. Estas movilizaciones mezclan cacerolazos de clase media, manifestaciones juveniles festivas, acciones de grupos radicalizados y otros directamente delincuenciales”, señala el sociólogo.

• Sectores que se movilizan. Para Garretón “una cosa son quienes se movilizan y otra quienes protagonizan hechos como los incendios de estaciones de metro y saqueos de supermercados. Los sectores que se movilizan son básicamente los afectados por el alza del transporte, que fue de apenas 5%, pero hecho sin consulta y para quienes ganan el salario mínimo es mucho. Son sectores medios populares, que han salido de la pobreza pero viven en permanente endeudamiento y sectores medios emergentes, quienes ya tienen un cierto nivel de vida y aspiran a más. Los sectores populares se movilizan más tardíamente. Es una masa muy difícilmente representable por un partido u organización”, opina Garretón.

• Desconfianza en la política. “Hay una enorme desconfianza sobre la clase política y sobre el mundo político e institucional. A mi juicio se inicia un ciclo que requiere un nuevo pacto político y social diferente que el que ha vivido Chile en los últimos 30 años. Hay un cuestionamiento del modelo económico que de alguna manera es percibido o trasmitido en el ADN cultural como una ‘herencia’ de la dictadura y que distintos gobierno de la transición chilena no han podido resolver. Esa bronca es difícilmente canalizable en términos políticos”, señala el académico.

• La respuesta del gobierno de Piñera. “Estamos en presencia de un gobierno muy incompetente. Piñera es una persona que sabe hacer muy bien los negocios, pero de política sabe muy poco. Y se rodeó de un gabinete de tecnócratas que en lo político fueron incondicionales de la última dictadura, como el ministro del Interior, Hernán Chadwick. Todo eso genera un problema de legitimidad: se decreta el estado de Emergencia, que prohíbe toda reunión y resulta que tenemos movilizaciones masivas todo el día. Lo que quiere decir que la gente no le está haciendo caso a la institucionalidad. Por un lado hay sectores que incurren en actos violentos o delictuales en las poblaciones de sectores más vulnerables. Hay una doble preocupación o miedo para la gente que se moviliza por razones absolutamente justificables y que ve alterada su vida cotidiana por una doble razón: por un lado los hechos de violencia o delictivos y por otro el despliegue militar por el Estado de Emergencia. Se da una paradoja: el comandante a cargo del operativo de seguridad en Santiago fue mucho más prudente que el presidente. Piñera declaró que estamos en ‘estado de guerra y que había enfrente un enemigo organizado’, pero el general sale a decir, prudentemente, que no está en guerra con nadie y que solo se trata de volver a la calma. Este tipo de declaraciones complican la situación y hacen más difíciles las salidas institucionales”, sentencia el sociólogo. No lo veo a Piñera en condiciones de plantear reformas. Estamos frente a un personaje incompetente, no sabe lo que es la política, sabe ganar elecciones y hacer campaña, que es otra cosa», agrega.

Se da una paradoja: el comandante a cargo del operativo de seguridad en Santiago fue mucho más prudente que el presidente.

Manuel Antonio Garretón, sociólogo.

• Los movimientos sociales. «Los movimientos sociales no tienen representación política, por definición. Hay gente que estuvo en los movimientos sociales y que hoy están en el parlamento (como Camila Vallejo o Gabriel Boric) y eso está muy bien. Pero desde ese mismo momento dejaron de ser representantes del movimiento social. En un parlamento ud. no puede hacer las mismas cosas que hacía como dirigente del movimiento social. Podrá llevar sus reclamos allí, pero ya no puede conducir esos movimientos. Siempre existirá esa tensión entre el mundo institucional y político y los movimientos sociales», dice Garretón.

Y advierte: “Hoy en Chile hay más bien movilizaciones sociales más que movimientos sociales. Podrán constituirse posteriormente como movimiento, como en Francia. Pero eso no se traduce en una representación en el Congreso. El problema es que hoy no existe una vinculación como la que existía antes entre los partidos, la ciudadanía, los movimientos sociales y el mundo institucional. Entonces, a mi juicio, es lo que hay que hacer de forma urgente: recuperar alguna forma de relación entre el mundo político y el mundo social. Las elecciones demostraron que no lo son, un proceso constituyente quizás sí podría serlo”, opina el analista.

• Los hechos de violencia. Desde hace tiempo todas las movilizaciones van acompañadas de hechos violentos protagonizados por sectores que inicialmente forman parte del universo que se moviliza pero que luego se radicalizan, se segmentan y constituyen grupos separados, con finalidades propias y sectores vandálicos o delictuales. La inteligencia policial en este campo ha sido muy mala, nunca han podido identificarlos ni menos neutralizarlos. Algún nivel de organización debe haber , porque se queman estaciones de metro en forma simultánea, pero no existen antecedentes ni pruebas”, asegura Garretón. «Cometen la torpeza de decir que estaos en guerra contra sectores organizados pero sin ninguna precisión ni prueba», agrega.

• El diálogo. “Con el sector delincuencial y violento no se puede dialogar. Es con los sectores sociales que se movilizan con los cuales hay que resolver el problema. De todos modos es muy difícil dialogar con ellos porque no tienen representación clara, se quebró el lazo con el mundo político. Es importante que haya una restitución del orden público, pero si esto no va acompañado de reformas sociales que impliquen cambiar el modelo y reformas institucionales, los disturbios se podrán sofocar ahora, pero en un año o dos los tenemos de nuevo en la calle”, señala el sociólogo.

• Las posibles salidas. “Por lo menos se retiró el aumento del pasaje, que había sido aprobado por ley. Piñera habló de un diálogo trasversal, pero sin mucha idea de a que se refiere. Habría que pensar algo parecido a lo que hizo Macron en Francia, un diálogo nacional en todos los niveles, que logró neutralizar las protestas. Pero eso supone que de partida se diga que hay que cambiar muchas cosas: el sistema de pensiones, el tema del transporte y la reforma tributaria, porque la que proponía el gobierno implicaba una quita de casi 800 millones de dólares a los impuestos que pagaba el sector social más alto, el famoso 1%. La pregunta es si el presidente Piñera tiene capacidad y voluntad política de hacer ese cambio porque implica poner en tela de juicio otras cosas de la institucionalidad chilena actual. Por ejemplo el rol del Estado, ausente en todas estas cosas. Y a largo plazo pensar en un sistema político que esté más acorde con lo que está ocurriendo a nivel social y ciudadano. Eso a mi juicio implica pasar del sistema presidencial rígido que tenemos actualmente a uno semiparlamentario, que resuelve estas situaciones con un cambio de gobierno sin disminuir la autoridad presidencial. Así se resolvió, por ejemplo, el Mayo de 1968,” concluye Garretón.

¿Un fenómeno propio de Chile o una continuidad regional? “Creo que este tipo de situaciones hay en todos los países del mundo, basta ver el caso francés. Por un lado son casos distintos en cada país, pero tienen esto en común: la incapacidad del mundo político para relacionarse con el mundo de la ciudadanía y esta percepción de que hay un mundo institucional y de poderes de riqueza que constituyen grandes abusos de poder y generan desigualdad y miseria en la vida cotidiana. El trasporte o de combustible son el catalizador donde se expresan todas las problemáticas de la vida cotidiana: ir al trabajo, el sueldo que no alcanza, estar con la familia o pasear con ella. En estas ciudades modernas expresa la enorme dificultad para que esas demandas sean canalizadas por lo político, que está atravesado por los problemas de corrupción y pérdida de credibilidad de la población en los dirigentes», finaliza.

«La clase media chilena no existe»

Manuel Antono Garretón discrepa con quienes se refieren a la “clase media chilena” que, asegura, alguna vez existió.

“Soy enteramente contrario a que estemos en presencia de una clase media. Si el 55% gana el salario mínimo, eso no es clase media. Existen sectores medios que tienen rasgos que los acercan más a clases populares, porque han emergido de la pobreza pero en una situación de enorme vulnerabilidad, por que lo han hecho gracias al endeudamiento, y con sueldos muy bajos. Por otro lado hay otros sectores que gracias a la expansión del sistema educativo han mejorado su situación en términos ocupacionales y tienen una perspectiva mejor, pero una percepción de que todas las posibilidades a las que han accedido, según ellos por sus propios méritos, están en riesgo, los llamamos sectores medios aspiracionales”, dice el sociólogo.

Hoy la ciudadanía es un conjunto de individuos ligados más por problemas y demandas acuciantes, sentimientos de desconfianza y suma de intereses individuales que un proyecto común»

Manuel A. Garretón

A estos sectores “medios populares” y “medios aspiracionales o emergentes” los afecta la inseguridad, sentimiento de abuso, descreimiento hacia la clase política. “No constituyen una masa organizada, con intereses comunes y que se sienta parte de una polis, es decir de una república o una democracia. Normalmente en la historia del país este descontento era capitalizados por los partidos políticos, el lugar donde los individuos se expresaban como ciudadanos. Hoy la ciudadanía es un conjunto de individuos ligados más por problemas y demandas acuciantes, sentimientos de desconfianza y suma de intereses individuales que un proyecto común, como ocurría cuando en Chile existían clases medias y clase obrera organizada”, señala Garretón.


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