Mar del Plata, apogeo y ocaso

En "La ciudad más querida", el periodista Fernando Fagnani presenta a Mar del Plata como una metáfora del apogeo y la decadencia de nuestro país.

Al margen de su riqueza patrimonial y balnearia, la historia de Mar del Plata puede ser leída como metáfora del apogeo y decadencia de la cultura argentina, analogía que explora el periodista y editor Fernando Fagnani en su flamante obra «La ciudad más querida».

A comienzos del siglo XX, Mar del Plata era un pequeño orgullo para la alcurnia nacional, que las revistas y los diarios reflejaban con holgura. Hacia 1910 empezaron a llegar familias aventajadas de clase media en ascenso, que gastaban allí sus ahorros.

Un década más tarde ese lote se había multiplicado y hacia fines de la década del 30, con la inauguración de la ruta 2, se consolida como centro balneario. Recién con la llegada del peronismo en 1946 asoman los primeros atisbos de turismo sindical.

En «La ciudad más querida», editado por el sello Sudamericana, Fagnani recorre todos los hitos que consolidaron a Mar del Plata como uno de los íconos culturales de la sociedad argentina, para la cual esta ciudad funcionó como espejo de costumbres, nostalgias, decadencia, cambios políticos y sueños individuales.

En septiembre de 1886 llegó el tren a Mar del Plata. Por entonces la zona era poco menos que un descampado, con un puñado de familias emprendedoras, un pequeño muelle, un saladero, un molino de harina y grandes estancias alrededor.

El Río de la Plata y el campo eran hasta entonces los lugares elegidos durante el verano. No obstante, algo parecía faltar: una ciudad balnearia a la usanza europea, como Brighton en Inglaterra o Biarritz en Francia.

Mar del Plata estaba destinada a cubrir ese vacío y rápidamente se puso a tono con las exigencias de los nuevos veraneantes: en 1888 se inauguró el Hotel Bristol, un dechado de lujo y refinamiento, y poco después nacieron los primeros balnearios.

Hoy, a espaldas de aquel promisorio pasado, la ciudad no sólo se ha vuelto territorio inseguro sino que además registra uno de los índices más altos de pobreza de la provincia, con un 52 por ciento de hogares bajo la línea de pobreza.

«La situación, en términos conceptuales y en calidad de vida, no es peor sino igual de mala que en el Gran Rosario, en Concordia, en Salta. Pero la metáfora es distinta. Vivir sabiendo que la mitad de los habitantes de la misma ciudad son pobres es una experiencia a la cual los argentinos se han adaptado con rapidez», apunta Fagnani en su obra.

«Veranear en este lugar genera mayor perplejidad, o debería. No por la sensación apremiante de desigualdad, que se adquiere de facto en cualquier rincón de la nación, sino por la sofisticación de Mar del Plata. Su anecdotario de triunfos, ruinas, metamorfosis y pujas es parte del glosario feliz del progreso, del porvenir que sólo parecía ensancharse», señala.

Para Fagnani, la situación actual de Mar del Plata marca el fin de la era de bienestar, la renuncia al veraneo como derecho adquirido por millones de argentinos durante décadas, pero también la destrucción del mito de la tierra productiva.

«Entre 1990 y 2001 la industria textil literalmente desapareció, sin chances de competir con la esforzada fauna asiática; la pesca decayó estrepitosamente, manteniendo sus cuotas de exportación que cada vez rendían menos, y la dorada industria de la construcción se volvió algo tan antiguo como Villa Victoria. Hoy se evalúa qué hacer con edificios que nadie ocupa y con mora crónica en impuestos municipales y expensas», releva el crítico. (Télam).


Al margen de su riqueza patrimonial y balnearia, la historia de Mar del Plata puede ser leída como metáfora del apogeo y decadencia de la cultura argentina, analogía que explora el periodista y editor Fernando Fagnani en su flamante obra "La ciudad más querida".

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