Más acusaciones en el caso Berríos

El crimen del ex agente chileno puso en la mira al Uruguay.

Eugenio Berríos fue un agente químico que pertenecía a la policía secreta de Pinochet.
SANTIAGO DE CHILE (ANSA/AR).- La jueza chilena Olga Pérez denunció que la justicia uruguaya obstruyó reiteradamente la investigación del crimen del químico y ex agente de la DINA, Eugenio Berríos, perpetrado en Montevideo en 1992.

La magistrada procesó el viernes por «homicidio calificado» a los mayores Arturo Silva y Jaime Torres, ex escoltas del general Augusto Pinochet, mientras que a otros cuatro ex agentes de la DINA, entre ellos dos generales, los acusó de obstrucción a la justicia en la caso del crimen de Berríos, aparentemente ocurrido porque el ex agente sabía mucho, entre otras cosas sobre un plan para envenenar el agua de Buenos Aires (ver aparte).

Pérez declaró que los tribunales uruguayos no han colaborado para aclarar el asesinato de Berríos, que es considerado como el último crimen en el marco de la Operación Cóndor, que coordinó la acción de organismos policiales y militares durante las dictaduras en el Cono Sur, en la década del 90. La jueza contó que cada vez que envió exhortos a Uruguay éstos «eran rechazados».

El diario La Tercera informó que la negativa provino del juez Alvaro González, de Pando, a cargo de la investigación del caso en Uruguay.

El caso pudo avanzar en Chile luego de que policías chilenos viajaron a Uruguay y obtuvieron el testimonio del médico Luis Ferrari, quien atendió a Berríos antes de su detención, desaparición y muerte, y el de Luis Míguez, portero del edificio donde vivía el ex agente de la DINA. Ambos testigos reconocieron a los oficiales que custodiaban a Berríos en Uruguay.

Los mayores del ejército chileno Silva y Torres, ambos en retiro, fueron procesados como autores del crimen y pueden ser condenados a reclusión perpetua. Ambos estuvieron con Berríos el último día en que éste fue visto con vida, el 15 de noviembre de 1992, cuando el asesinado acudió a la comisaría Parque del Plata para denunciar que era víctima de secuestro.

Berríos fue sacado de Chile el 26 de octubre de 1991, primero a Argentina y luego a Uruguay, a fin de evitar que compareciera por el crimen del canciller Orlando Letelier, perpetrado por la DINA en Washington, en 1976. La operación de sacar a Berríos de Chile fue ordenada por el director de inteligencia del Ejército, general (r) Hernán Ramírez.

Los restos de Berríos, con dos disparos en el cráneo y enterrados boca abajo, aparecieron en la playa El Pinar, de Uruguay, el 13 de abril de 1995.

Autor del plan para envenenar el agua de Buenos AiresEl ex agente de la policía secreta de Pinochet (DINA), el químico Eugenio Berríos, habría sido asesinado porque sabía mucho, principalmente sobre los planes para envenenar el agua de Buenos Aires en el caso de una guerra en 1978.

Durante sus declaraciones, uno de los inculpados habría revelado que Berríos era el creador de un plan para envenenar el agua de Buenos Aires con productos químicos y biológicos que desarrollaba en la DINA.

Según información que dio a conocer el Semanario Siete +7 y que publicó ayer La Nación, además de la contaminación del agua «había una serie de acciones peores» que se iban a cometer si Argentina y Chile iban a la guerra por el canal de Beagle. «Berríos era gestor de todo esto y también de la vacuna o el antídoto», indica el semanario.

El químico Berríos desarrolló también para la DINA el gas letal sarín, que en dosis ínfimas es capaz de fulminar a una persona, y la toxina botulínica, que se habrían usado para ultimar a opositores, en el llamado plan Andrea. (AR)

Los ecuatorianos eligen hoy a su presidente

QUITO (Reuters).-La indígena María Siza dice que su esperanza para revertir la pobreza en Ecuador está en «Diosito»; por eso anulará su voto en la elección presidencial de hoy ante su decepción por los políticos del país.

Una encuesta difundida ayer mostró que cuatro candidatos -de centro izquierda y populistas- se afirmaron para disputar la presidencia en una segunda ronda, con el ex diputado socialista y ex vicepresidente León Roldós a la cabeza, destronando del primer lugar al ex presidente Rodrigo Borja.

«Todos dicen que trabajarán por los pobres, pero ninguno sabe cumplir. Por eso voy anular mi voto», dijo Siza, de 30 años, una vendedora de verduras, tomates, cebollas y ajos en las afueras del norte de Quito, en una feria indígena.

Según sondeos de opinión, la elección presidencial de hoy en Ecuador está marcada por la incertidumbre, pues ninguno de los 11 candidatos tiene asegurado el triunfo y es muy probable que se defina en una segunda ronda.

Ecuador, un país andino de 12,2 millones de habitantes y donde el 56 por ciento vive en la pobreza, votará para remplazar a Gustavo Noboa, quien asumió al poder en enero del 2000 tras un golpe de un movimiento de indígenas y militares que derrocó a su antecesor, Jamil Mahuad.

«Yo marché contra los ricos. Luchamos y no sacamos nada con el levantamiento indígena», agregó Siza, casada con tres hijos.

Los indígenas representan el 25 por ciento de la población de Ecuador, el mayor exportador de banano en el mundo y un país rico en petróleo, que es su principal fuente de divisas.

El desencanto en Ecuador muestra el pesimismo por la democracia en Latinoamérica, llena de inestabilidad política. Sólo 4,5 de cada 10 ecuatorianos apoya a la democracia como forma de gobierno, uno de los más bajos de la región, según un informe de la firma Latinobarometro, difundido en agosto.


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