Más casos de secuestros virtuales en Neuquén

A la última víctima le avisaron que tenían de rehén a un familiar. Se asustó tanto que cortó antes de que le pidieran el rescate. Vivió horas de zozobra, pero todos los parientes estaban bien.

NEUQUEN (AN)- Los «secuestros virtuales» siguen ocurriendo en Neuquén, aunque de forma esporádica y sin que hasta ahora las víctimas hayan pagado rescate por un familiar que, en realidad, no está sufriendo ningún peligro. El último caso ocurrió hace 15 días, aunque recién trascendió ayer, y mantuvo en vilo durante tres horas a una familia que reside en esta capital hasta que se comprobó que todos sus parientes se encontraban a salvo.

La información sobre estos episodios se mantiene en reserva, pero «Río Negro» pudo averiguar que ocurrieron varios casos entre fines del año pasado y lo que va del presente. Y un dato curioso: se descubrió que los «secuestradores virtuales» son presos alojados en cárceles tan distantes como la de Coronda, en Santa Fe, o Trelew, en Chubut.

El «secuestro virtual» es una variedad del cuento del tío adaptada a los tiempos que corren. No hay cautivos, ni armas, y muchas veces el autor ni siquiera tiene capacidad para desplazarse porque está preso. Pero dispone de un teléfono, con el cual disca números «al voleo», y una singular habilidad para sacarle información a la víc

tima, aterrorizarla y lograr que pague un rescate por un familiar que, en realidad, no está corriendo ningún peligro. No pide dinero, sino códigos de tarjetas telefónicas.

En el caso ocurrido hace 15 días, una joven neuquina atendió el llamado de un secuestrador virtual. «El tipo hablaba rápido, con un lenguaje muy violento, que sumergió a la chica en un estado de shock», explicó un jefe policial que investigó el caso. «La insultó 'de arriba a abajo', y le dijo que tenía a un familiar suyo secuestrado, que hiciera todo lo que le ordenaba porque si no jamás volvería a verlo», agregó. La joven que recibió el llamado se asustó tanto que con un gesto involuntario cortó la comunicación telefónica. Comentó el caso entre sus familiares e hicieron la denuncia.

«Se trata de una familia muy grande, con varios hermanos, primos, tíos y demás parientes. Tardamos tres horas en ubicarlos a todos y confirmar que estaban bien» añadió la fuente.

Desde un principio se sospechó que era un «secuestro virtual» en vez de uno real, porque «el que hizo la llamada no pudo detallar quién era la persona que estaba supuestamente secuestrada. No dijo, por ejemplo, 'tenemos a tu hermano' y menos aún dio un nombre concreto».

Explicó el jefe policial que «a veces hacen un trabajo de inteligencia previo, averiguan el nombre de un familiar o se lo sacan por la fuerza al que recibe el llamado. Es que la violencia con la que hablan es de tanta magnitud que la víctima queda en estado de shock, y dice cosas que el otro utiliza para darle apariencia de realidad a lo que está comunicando».

La mayoría de los secuestradores virtuales son presos. En los casos ocurridos en el 2004, y que «Río Negro» publicó en un amplio informe en setiembre pasado, se descubrió que las llamadas fueron realizadas desde teléfonos públicos ubicados en pabellones de cárceles en las provincias de Santa Fe, Chubut, Córdoba y capital federal.

¿Y qué piden de rescate? Tarjetas telefónicas. «Dentro de la cárcel son como dinero en efectivo», explicó otra fuente policial. En la primera llamada, el «secuestrador» le pide a la víctima que compre varias tarjetas telefónicas, en la segunda le exige que le lea el código y que después las destruya. Con esos códigos, el preso puede hacer más llamadas o venderlos a otros detenidos.

«La clave para el éxito de la maniobra es que la víctima obedezca rápido, sin consultar con nadie, y antes de que aparezca el supuesto secuestrado», agregó.


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