Más cerca de las causas del dolor

Si bien en general no es considerado una enfermedad en sí misma sino un síntoma, es cierto que el dolor muchas veces persiste aún cuando desaparecen las causas que lo generaron, como por ejemplo las secuelas de un accidente o de una operación. Cuando esa situación persiste por mucho tiempo, aparece lo que se conoce como dolor crónico, y el dolor crónico muchas veces resulta, más que molesto, inhabilitante, y requiere de tratamientos específicos para que la persona pueda rehabilitarse o al menos paliarlo.

Otras de las causas más frecuentes de dolor crónico son las enfermedades reumatoideas, o neurológicas. El tratamiento del dolor ha motivado, en sí mismo, la aparición de una especialidad médica dedicada a ese fin, e instituciones especializadas.

El caso es que si bien existen analgésicos y tratamientos de varios tipos, y muy eficaces, la mayor parte de las causas fisiológicas profundas del dolor siguen siendo un misterio. Pero recientemente se ha dado un paso importante: de acuerdo con un estudio cuyas conclusiones se han publicado en la revista científica Nature, investigadores de la universidad canadiense Laval Robert-Giffard, en Québec, y de la Universidad de Columbia han descubierto el mecanismo molecular que produce uno de los tipos de dolor crónico conocidos.

Lo que los investigadores descubrieron es una proteína que juega un importante papel en el dolor neuropático. Este descubrimiento, aseguran, sería una puerta abierta para el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico y tratamiento para ciertos tipos de dolor persistente. Para un tipo de dolor conocido como alodinia, que sufren muchas personas, que revisten una apariencia de normalidad pero experimentan shocks repentinos de dolor. La alodinia es un dolor neuropático producido por estímulos que normalmente no provocan dolor. Es uno de los más discapacitantes y, según explican los investigadores, es una afección común y grave «que afecta a millones de personas en todo el mundo». Este tipo de dolor puede alterar la percepción hasta un punto en el que estímulos antes inocuos o incluso placenteros, puede convertirse en extremadamente dolorosos cuando son aplicados a la piel o a los tejidos de su cuerpo.


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