Más dudas y sospechas en el caso de los jóvenes quemados

Ocurrió hace dos meses en un calabozo de Mainqué. Los familiares de las víctimas responsabilizan a la policía.

Ya transcurrieron dos meses en los que sus familiares aún buscan una explicación a lo ocurrido; dos meses tras los cuales son muchas más las dudas que las certezas, y cada vez crecen más las sospechas sobre lo que provocó la muerte de dos jóvenes de 21 y 22 años, que fallecieron a raíz de las severas lesiones que sufrieron al quemarse en el calabozo de la subcomisaría de Mainqué donde habían sido ingresados.

Precisamente este 15, se cumplen dos meses del fallecimiento de Nolberto «el Pitu» La Fuente, y Esteban Sebastián «el Abuelo» Pacheco, luego de seis días de agonía por las severas lesiones en sus cuerpos que se quemaron en un 90 y 95% mientras estaban en el interior del calabozo de la subcomisaría de esta localidad.

Todo comenzó el 9 de febrero, a partir de un llamado de la empresa Ko-Ko que alertaba sobre el robo a un pasajero en un colectivo que cubría el tramo entre Huergo y Mainqué, que motivó un operativo policial cuando la unidad ingresaba a esta última localidad.

En ese momento la policía detuvo a La Fuente y Pacheco quienes fueron trasladados a la subcomisaría 66. En ese procedimiento además se secuestraron pertenencias de ambos, y una mochila que sería la que habían robado minutos antes al pasajero en el colectivo.

En la subcomisaría les requisaron otras pertenencias, como las remeras, zapatillas, aros, cigarrillos y un encendedor, por lo que sólo quedaron vestidos con calzoncillos y pantalones bermudas sin bolsillos.

Pero a poco de haber sido introducidos a la celda, los gritos alertaron al único uniformado que se encontraba en la subcomisaría, quien al dirigirse al calabozo vio que salía humo del interior. Abrió la puerta y los dos jóvenes que en ese momento estaban envueltos con fuego, fueron apagados con una manguera.

De acuerdo a la información brindada por la policía, ambos salieron conscientes y caminando, y en pocos minutos fueron trasladados a la sala de primeros auxilios de la localidad. Pacheco fue derivado al hospital de Roca ya que presentaba quemaduras en el 95 por ciento del cuerpo, y La Fuente al hospital de Regina con el 90 por ciento de su cuerpo quemado.

Una semana más tarde y con horas de diferencia, ambos fallecieron.

Para la policía los dos jóvenes prendieron fuego

un trozo de cartón, un colchón y una frazada que se encontraba en el calabozo, aunque lo inexplicable es que minutos antes habían ingresado a ese lugar luego de ser requisados. Una de las presunciones de la policía es que habrían tenido un encendedor entre sus ropa interior.

Para los familiares la versión policial no cierra por ningún lado, y la sospecha es que alguien les arrojó combustible y los prendió cuando estaban en el interior, sin darles ningún tipo de chance a refugiarse.

Otro dato que llama la atención es que el calabozo, de unos cinco metros de largo por tres de ancho, está dividido por tabiques de materiales en tres sectores; y a pesar de haber podido escapar de las llamas dirigiéndose hacia el baño -que tenía agua- o el sector donde se encuentran los catres, se quedaron en el área de ingreso.

Pero hay más datos que no cierran. Desde que entraron a la subcomisaría hasta el momento en que son sacados del calabozo completamente quemados, pasaron entre ocho a diez minutos.

Parece ser un tiempo muy exiguo para que con un encendedor, se pueda quemar una manta y las ropas que vestían. Y no sólo eso, provocarse quemaduras en todo el cuerpo, sin atinar a apagarse las llamas como una actitud de reflejo. Tampoco fueron al baño para mojarse y de esa forma salvar sus vidas.

Además habían dos colchonetas, y sólo una se quemó. Pero este elemento no provoca llama, sino que despide un gas tóxico que puede provocar trastornos para respirar, pero no generar semejantes quemaduras.

El calabozo tampoco quedó destruido. Sí las paredes quedaron con las marcas del humo, pero por ejemplo el techo no tomó fuego. Es decir, no fue una «trampa mortal» que dejara sin posibilidad de escape a La Fuente y a Pacheco.

«A mi hijo lo quemaron, le arrojaron algo para prenderlo fuego» sostuvo Juan La Fuente, padre de Nolberto, «y nosotros no vamos a descansar hasta que se sepa la verdad y se haga justicia», agregó.

La versión que brindó la policía no tiene ningún tipo de asidero para los familiares de ambos jóvenes, y sostienen que los uniformados actuaron con saña contra sus hijos «y todo comenzó cuando los detuvieron, los corrieron, los golpearon, y hay muchas personas que vieron eso», remarcaron.

Las sospechas de los familiares recaen sobre los varios uniformados que actuaron en el procedimiento para detenerlos cuando fueron bajados del colectivo «y ninguno de ellos fue separado del cargo hasta tanto se termine la investigación, y todavía los tenemos que ver paseándose por las calles de Mainqué y burlándose de nosotros», comentaron.

Además refuerzan su sospecha en las versiones que un gomero que vive a unos 40 metros de la comisaría dio a varias personas, que en la noche que ambos jóvenes fueron detenidos, se escuchaban sus gritos pidiendo auxilio sin que nadie los ayudara. «Pero parece que alguien lo apretó y nos dio vuelta todo lo que dijo».

«Río Negro» intentó obtener la versión del hombre, pero éste se negó, al tiempo que sostuvo que «no sé nada, sólo espero que me llamen a declarar así se aclara lo que se dice de una vez».

«Si ellos habían cometido una macana, está bien que los detengan, pero nada justifica lo que les hicieron. A ellos los golpearon, los quemaron, y ni siquiera vinieron a avisarnos de lo que había pasado. Tampoco ningún funcionario vino a darnos una explicación, fue como que quisieron ocultar todo lo que pasó», señalaron los familiares de las víctimas.

El hecho derivó en el inicio de una investigación a cargo del juez Emilio Stadler, además de un sumario interno de la policía, a lo que se agregan actuaciones por parte de la Defensoría del Pueblo.

«Pasaron ya dos meses y lo que queremos es que se haga justicia, que se condene a los culpables de haber quemado a nuestros hijos, porque este hecho no puede quedar en el olvido como si acá no hubiera pasado nada», apuntaron finalmente.


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