«Más que un ajuste, hay que reestructurar el Estado»

Así opina Wálter Ceballos, el funcionario que atiende en Buenos Aires los reclamos de dinero, préstamos y garantías del interior. Opina que el achique, por sí solo, es insuficiente.

Buenos Aires- Wálter Ceballos es uno de los funcionarios nacionales que tiene más trabajo desde la asunción de Fernando de la Rúa. No es para menos: es el nuevo Secretario de Relación con las Provincias, una estratégica dependencia del Ministerio del Interior.

En diciembre, explotó la hipercrisis correntina, con un arrastre de 1.000 millones de deuda y un saldo de dos muertos. Luego, amenazaron nuevas crisis en Tierra del Fuego, Formosa y Chaco.

Por su despacho desfilan diariamente todo tipo de dirigentes del interior: desde concejales de pueblo a gobernadores del litoral. Piden dinero, garantías, contactos, favores.

El jueves 6 Ceballos y su jefe, el ministro Federico Storani, organizaron la primera reunión del Foro de las provincias, con representantes de las áreas de todos los distritos.

-¿Cuál es su conclusión de esta primera reunión?

– Se trató básicamente de una presentación de las autoridades recientemente electas. Pero, en general, coincidimos en que tenemos que trabajar sobre una línea de continuidad con lo realizado en la gestión anterior. Esta área hizo una buena gestión hasta aquí.

Y desde el '93, la Secretaría de las provincias logró centralizar todos los trámites de créditos del interior, lo cual fue un gran paso. Pero también hicimos un análisis de las cosas que hay que mejorar.

– ¿En qué hay que mejorar?

– Bueno, la situación de los estados provinciales no es la que quisiéramos. La deuda total de los distritos supera los 20 mil millones y hay algunas provincias con situaciones complicadas…

– ¿Cuáles son?

– Salta, Formosa, Río Negro, Chaco, Córdoba, Tucumán, Tierra del Fuego… Ellos solicitan una modificación en el sistema de pagos. Y tienen voluntad de rediseñar sus administraciones.

– Usted habla de voluntad. ¿En qué consiste esa voluntad?

– Algunas provincias están intentando llegar a un punto de equilibrio. Por distintas razones estuvieron desestabilizadas, pero ahora están reordenando sus cuentas. No es fácil, porque a veces el peso de la deuda termina asfixiando el funcionamiento de la administración. Pero los que muestren voluntad de cambiar, tendrán nuestra ayuda.

– ¿Y qué pasará con los que no muestren esa voluntad?

– Sí, tenemos un grupo de gobernadores que sigue mirando para otro lado y no se han enterado que hay que manejarse con equilibrio fiscal. Las provincias que no se ayuden a sí mismas, no se las podrá ayudar desde la Nación.

– ¿Cuáles serían?

– Prefiero no hacer nombres. Pero la realidad las irá señalando.

– El ajuste parece inevitable en algunas provincias. ¿Se puede ajustar sin seguir perjudicando a los más humildes, sin seguir creando desempleo?

– Yo niego el tema del ajuste. Creo que, más que un ajuste, hay que hacer una reformulación estratégica del Estado, que no es lo mismo. Hay varias provincias que están reformulando sus aparatos estatales, que están intentando disminuir sus gastos. El gobierno Nacional sirve de ejemplo: redujo 1400 millones de gastos y achicó sus planteles de funcionarios. Las provincias también tienen que mostrar esta voluntad de austeridad. Y con ese equilibrio de cuentas, los costos no tiene por qué pagarlos la gente.

– Pero eso que usted llama reformulación también dejará gente en la calle…

– Eso será así mientras no haya otras alternativas laborales. Y eso es lo que le estamos planteando a los organismos internacionales de crédito. Ellos tienen que entender que la salida es sólo productiva.

– ¿Cuál es la salida, entonces?

– Las provincias no pueden hacer la reformulación mirando hacia el ombligo de la administración. Es decir, no sirve de mucho lograr el equilibrio de las cuentas si afuera crece el desempleo. Nosotros tenemos otros desafíos, lo que se llama la reforma de segunda generación, que traspasa lo estrictamente financiero y tiene una visión social.

– ¿En qué consiste?

– Hay que buscar los mecanismos para obtener el financiamiento del sector privado argentino, en particular de la pequeña y la mediana empresa. Y hay que hacer viables las economías regionales, destruidas por las políticas nacionales de los últimos diez años. Tenemos que lograr que esta necesidad la entiendan los organismos internacionales. Deben entender que la crisis del sector privado no la va a resolver el mercado. Porque el mercado asigna recursos en función de sus propias conveniencias. Nosotros tenemos que lograr que las políticas públicas, sin hacer intervencionismo, sirvan para la reconstrucción de las empresas privadas. La solución no será del día a la noche, lo sabemos. El déficit y el endeudamiento es mayor de lo que creíamos y la situación es desastrosa. Entonces hay que construir de la nada.

– Parece un planteo un tanto utópico…

– La Alianza no vino sólo para administrar las cuentas, sino para mejorar la situación de la gente, y eso no es una utopía. Después de arreglar las cuentas, intentaremos transformar la Argentina.

Deuda y ahogos provinciales

El secretario de Relación con las Provincias, Walter Ceballos, evalúa que la baja de los precios del petróleo tuvo un duro impacto sobre las economías de varias provincias patagónicas y que las deudas complican de sobremanera a los gobierno provinciales.

– ¿Qué pasará con provincias, como Río Negro y Neuquén, que tienen recursos propios pero que ahora viven realidades parecidas a las de las provincias más pobres?

– En las provincias patagónicas, salvo en Santa Cruz, hay un impacto muy fuerte de la crisis del petróleo. Y por los procesos de privatización, en especial del sector eléctrico. Eran provincias que tenían un nivel de gastos con una muy corta visión de previsión hacia el futuro.

Y esto es como una casa de familia: de acuerdo al lomo son los azotes. Si gastás con la tarjeta de crédito, pagás el mínimo y refinanciás el resto, llegará un momento que tu deuda será enorme y te quitarán la tarjeta. Río Negro ha tomado conciencia: comenzó todo un proceso de reforma, con un gran esfuerzo de la gente y el gobierno. Ahora está en una etapa en que se necesita encontrar un mecanismo en que la deuda no ahogue el funcionamiento del estado.

– Ya parece ahogado…

– Yo diría que está muy cerca. Pero la provincia está saliendo. Entonces los organismos crediticios internacionales entenderán que aquellos que hacen el esfuerzo de reordenar sus gastos, deben ser ayudados con refinanciamiento y mejoras en las condiciones. Sino, será un mal ejemplo y nadie querrá hacer el mismo esfuerzo. Río Negro está en el medio del río, con la corriente más fuerte. Ahora tienen que ayudarla a llegar a la otra orilla. El gobierno provincial está manifestando una voluntad extraordinaria para hacer exitoso este proceso de reforma.

– ¿Y cuando llegará el momento de los sectores privados?

– Una vez que logremos estabilidad en la economías regionales tenemos que darles un valor agregado, haciendo que los sectores productivos sean más competitivos, como el sector frutihortícola. Para eso, el gobierno nacional debe reacomodar algunas pautas del Mercosur, por ejemplo. La competencia con Brasil a veces es hasta desleal. El sector frutihortícola debe ser protegido, y preparado para competir.

– Algunos se asustarán al volver a escuchar el término «proteccionismo».

-No es proteccionismo. Estoy hablando de competitividad. Y para que haya competitividad, tiene que haber equidad en la línea de largada. Por eso, además de consolidar el Mercosur, tenemos que hacerlo más eficiente. Tiene que ser negocio para todas las partes. Tenemos que buscar las herramientas de competitividad respetando el gran consenso argentino, la convertibilidad.


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