«Máximo es uno más»

"Con Maxi nos enteramos cuando nació, el embarazo había sido normal, hicimos todos los controles. Yo estuve en la sala de parto, lo recibí y no me di cuenta. Cuando se lo llevan para hacerle los primeros cuidados ahí noté algo raro, porque me dicen que el médico quería hablar conmigo. Me dice que habían verificado rasgos que hacían suponer que tenía Síndrome de Down. Fue un shock tener que decírselo a mi mujer", recuerda Pablo Villar.

Día del síndrome de down

Máximo hoy tiene 4 años y comparte su vida con sus hermanos de 13 y 10. Viven en Cipolletti y visitan Neuquén todas las semanas para las sesiones de kinesio y controles de rutina.

«Lloramos mucho en un primer momento. Después empezamos a desasnarnos sobre el tema, a abrir la cabeza. A mí lo que me hizo un click fue el llamado de un amigo que más que una felicitación parecía que me daba el pésame. Ojo con la mejor intención, pero fue un click. Porque siempre el nacimiento de un hijo es una alegría», cuenta Pablo.

Máximo no tuvo ninguna complicación de las que suelen tener niños con este síndrome. «Viene con un crecimiento constante, tiene sus dos hermanos mayores que lo mueven y revolean a la par de ellos, esa es la mejor estimulación posible. Además desde el mes de vida recibió el tratamiento y la estimulación indicada», destaca.

Hizo sala de 2 y 3 años en un jardín de Cipolletti y este año comenzó la de 4 en el instituto semipúblico Fátima, adonde también asisten sus hermanos.

«Sabemos que la integración escolar es difícil, por la poca disponibilidad, pero nosotros no hemos tenido mayores inconvenientes», asegura Pablo. El único problema fue que los médicos y terapeutas le habían recomendado permanecer en la sala de 3 un año más, pero como desde el Ministerio de Educación se establece que se debe respetar la edad cronológica, este año comenzó la de 4. «La integración ha sido excelente. A veces los adultos somos más temerosos, con más prejuicios. Pero con los chicos Máximo es uno más, de hecho cuando ven que hay algo que no puede hacer, lo ayudan», destaca Pablo emocionado. «Es que cuando hablo de mi hijo me emociono», aclara.

Pablo asegura que no es un camino fácil y que cada caso es distinto. «Estamos convencidos de que, siendo conscientes de su discapacidad, la única manera de superarla y equipararla es hacer una vida normal. Darle lo mismo que a sus hermanos, con el agregado de contribuir a su estimulación», afirma.


Día del síndrome de down

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