«Me entrego, soy menor», dijo un joven tras matar a un mozo en un café

BUENOS AIRES (Télam).- Un adolescente de 17 años asaltó un bar del centro porteño, mató a un mozo y, al ver que llegaba la policía, tiró el arma y gritó: «me entrego, soy menor», dijeron fuentes policiales y testigos.

El dramático suceso ocurrió antenoche en el bar Escorpio, del barrio de Retiro, donde entró el adolescente y amenazó al propietario y clientes que había en el comercio.

El dueño del bar, un hombre de 60 años, le advirtió al ladrón que el lugar estaba «lleno de policías» y junto con un mozo lo tomaron de los hombros y lo empujaron hacia la puerta. El delincuente extrajo un arma y efectuó un disparo que dio de lleno en el pecho del mozo, identificado como Eduardo Acosta, de 26 años, en tanto que al propietario le aplicó un culatazo en la cabeza.

A pesar de ello el comerciante, identificado como Manolo, logró inmovilizarlo en momentos en que llegaban agentes de la comisaría 15, quienes descendieron del patrullero al escuchar los balazos.

El mozo, alcanzado por un balazo en el corazón, murió en forma instantánea, mientras que el dueño del bar fue trasladado en una ambulancia del SAME al hospital Fernández, donde fue atendido del golpe que recibió en la cabeza.

Roberto, el encargado de un edificio de departamentos que se halla en la vereda de enfrente al bar, dijo que él concurrió al bar a comprar cigarrillos cuando escuchó las detonaciones y observó cuando el asesino se entregó a la policía. El testigo agregó que «el muchacho entró a robar y Titi (apodo del mozo Acosta) le dijo «flaco ¿qué vas a hacer?» y el otro le tiró dos tiros al corazón». En cuanto al ladrón, dijo que se trata de un muchacho de 17 años que vive en la Villa 31 y que cuando le dijeron si tenía idea del crimen que había cometido sólo dijo: «son cosas de la vida».

El testigo añadió que «unos quince minutos después llegaron al negocio cuatro personas que dijeron ser familiares del asesino, y los policías los esposaron y se los llevaron presos». Consultado acerca de la detención de los presuntos familiares del asesino, un investigador explicó que «se trata de averiguar qué hacían en el lugar y determinar si oficiaban de «campana»».