Memorias de un Chalchalero

Dos años les llevó la despedida, pero hoy llego el día anunciado y en el que las emociones y los recuerdos se agolparán en el estadio Delmi de Salta para el adiós de Los Chalchaleros. Coincidiendo con esta último recital, en el que los acompañarán Los Nocheros, Juan Carlos Saravia lanzó un libro con las memorias de un conjunto de 54 años.

Buenos Aires, (Télam).- El libro «Memorias de un Chalchalero» desgrana los recuerdos de Juan Carlos Saravia para recrear el itinerario iniciado hace 54 años por el legendario grupo del folclore argentino, que hoy se despedirá para siempre del público en su Salta natal.

Saravia, quien nació el 14 de mayo de 1930, recuerda la «vida anodina» de la capital salteña, con poco tráfico, tranvías y la hora de la siesta: «Porque ahí me quedaba, en la vereda, y no pasaba el tiempo. Me quedaba a ver pasar la vida y la vida no pasaba».

El autor se detiene los primeros capítulos del libro, publicado por Sudamericana, en el relato de su infancia y en dibujar la Salta de aquellos años, apacible, con el recuerdo fresco todavía de sus héroes; «el abuelo de mi abuelo, don Bonifacio Ruiz de los Llanos, fue coronel de Martín Miguel de Güemes», desliza con orgullo.

La muerte de su padre se superpone con los comienzos del conjunto: «Aunque siempre hemos dicho que debutamos en junio de 1948, mi padre murió en agosto de ese año y nunca nos oyó cantar (…). Pasó que al principio éramos tan despatarrados que pensamos que no íbamos a durar ni un mes». Años más tarde y por una fotografía de una amiga pudo precisar la fecha. El 4 de abril de 1949, sin saberlo, nacieron Los Chalchaleros.

«En Salta -cuenta- la denominación «chalchalero» tiene varios significados. Se llama así al zorzal, un pájaro que tiene fobia a estar encerrado y a los días de estar en jaula se muere. El zorzal tiene predilección por comer los frutos de un arbusto llamado «chalchal», parecido a una uvita colorada y redonda, muy dulce y rica». Y completa: «También se le dice «chalchalero» a la persona a la que le gusta darse corte o se muestra vanidosa; y, a lo que ahora popularmente se llama «trucho».

Al comienzo, «yo sabía sólo dos tonos en la guitarra; Pelusa (Franco Sosa), un poco más; Aldo (Saravia) y Cocho (Zambrano), nada», pero el grupo no tardó en tener vuelo propio.

Con una guitarra, regalo de su mamá, Juan Carlos intentó sacar un ritmo propio y un día Ariel Ramírez le dijo «»Che, voy a grabar un disco nuevo. ¿Querés acompañarme vos? Porque me encanta ese contraritmo que hacés»».

«Y es un contraritmo que me busqué yo porque nunca quise aprender. Cosa de la que me arrepiento, porque cuando aprendí respiración y colocación de voz me di cuenta del por qué de todas nuestra falencias: dejábamos de cantar las sílabas, por ejemplo, porque nos faltaba el aire. Hasta ahora sé tocar sólo lo que canto», confiesa.

Por el grupo desfilaron distintos cantores, algunos se fueron para siempre -Aldo, Pelusa, Cocho, el Chango Acosta Toledo, Dicky Dávalos y Ernesto Cabeza-, Juan Carlos es el único chalchalero que integró todas las formaciones, esta última junto a su hijo Facundo, Polo Román y Pancho Figueroa. El saludo musical característico de los Chalcha lo inventaron en 1948 y consistía un tarareo y un silbido, que identificaba la zamba de los Chalchaleros, que recién fue escrita por Ernesto Cabeza muchos años después. «Llamamos a Jaime Dávalos y le pedimos que la escribiera», y lo hizo en dos días.

«En el año 2000 llegamos a la conclusión de que era el momento de empezar a despedirse (…) decirle adiós a la gente en la plenitud con todas las ganas de seguir cantando». Un adiós que culminará hoy, aunque el canto de los Chalchaleros perdure para siempre.


Buenos Aires, (Télam).- El libro "Memorias de un Chalchalero" desgrana los recuerdos de Juan Carlos Saravia para recrear el itinerario iniciado hace 54 años por el legendario grupo del folclore argentino, que hoy se despedirá para siempre del público en su Salta natal.

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