Menos dólares por crisis internacional

Los problemas que sufre la macroeconomía en la Argentina están dados, en un alto porcentaje, por motivos endógenos.

Nada tuvo que ver el contexto internacional de los últimos años con los malos resultados observados en el modelo local. Al contrario, el mundo jugó a favor: muy buenos precios de materias primas, debilidad del dólar, apreciación de las monedas regionales, crecimiento económico en Latinoamérica (salvo en Brasil).

Recién en los últimos meses la situación empezó a cambiar: cayeron los precios internacionales de la mayor parte de los commodities, se fortaleció el dólar, se debilitaron las monedas regionales y se desaceleró el crecimiento de América Latina. Luce que la soja y el petróleo más baratos y las monedas más débiles llegaron para quedarse, por lo menos, por un tiempo.

Las consecuencias de este “nuevo” contexto internacional son mixtas. Hay impactos macroeconómicos y también microsectoriales. Ambos son relevantes y en algún momento se tocan y realimentan.

Que hayan caído los precios de los granos agravará la tendencia declinante que las exportaciones argentinas vienen registrando desde hace tres años y presionará más el ya ajustado mercado cambiario.

El desplome en el precio internacional del petróleo y del gas es una buena noticia a corto plazo porque la Argentina es importadora neta de energía. Es decir, el año que viene se necesitarán menos dólares para cubrir la importación. Adicionalmente, en este contexto, crecerá menos la cantidad de pesos para subsidiar fiscalmente el consumo del gas importado. El menor precio del petróleo y la recesión interna harán la “tarea sucia” de reducir la importación de gas y combustibles sin que el gobierno tenga la necesidad de ajustar fuerte las tarifas. Obviamente, si la caída del petróleo arrastrara más a la soja y/o generara una crisis en alguna economía emergente petrolera importante, como puede ser el caso de Rusia, las consecuencias podrían ser otras.

Que se debiliten las monedas, especialmente el real en Brasil, le pone presión a la intención del gobierno argentino de anclar el tipo de cambio.

Tal cual destaca un reciente informe elaborado por el estudio Melconian & Santangelo, la caída del precio internacional de la soja, suponiendo una cosecha y ventas de los productores similares a las del 2014, implicaría una reducción de divisas de exportación del orden de 3.400 millones de dólares. Si se suma el impacto de la menor exportación esperada de maíz, la pérdida estimada de dólares del agro redondeará 4.000 millones.

Por su parte, la caída del precio internacional del petróleo y gas podría significar 3.000 millones de dólares anuales por menores divisas de importación, aunque hay que compensar esta ecuación con unos 1.000 millones de dólares menos por una caída en las exportaciones de crudo. O sea, el efecto neto sería un ahorro de dólares energéticos del orden de los 2.000 millones.

Por lo tanto, el doble impacto soja-petróleo sobre el sector externo 2015 sería negativo en torno de los 2.000 millones; unos 4.000 millones menos de dólares de agro, compensado con una reducción del déficit energético de 2.000 millones (ver detalle en infograma adjunto).

La otra parte del superávit comercial 2015 se definirá a partir de la puja entre cuánto puede caer el resto de la importación producto de la recesión y los controles versus cuánto puede caer el resto de la exportación por un tipo de cambio real poco competitivo.

Javier Lojo


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