Gatos al diván: mascotas que hacen terapia

Miedo y estrés son algunos de los detonantes que derivan a dueños a consultar con terapeutas de animales por el comportamiento de sus mascotas.

Gatos al diván: mascotas que hacen terapia

Emmi se asusta por todo: le asustan los almohadones, le asusta que le acaricien la cabeza, y sobre todo le asustan las personas. Si alguien entra en el cuarto donde ella se encuentra, desaparece de inmediato. “Padece de miedo generalizado”, sostiene la terapeuta de animales Birga Dexel.

Dexel se encuentra en la casa de un matrimonio que tiene dos gatos, que desde hace un tiempo ya no se entienden. Louis es muy enérgico mientras que Emmi es demasiado tímida.

En el último tiempo muchos dueños de mascotas consultan a terapeutas de animales. Hay terapias de comportamiento para gatos, perros, caballos o aves.

“Cuando empecé a trabajar hace 15 años muy pocos sabían que existía algo así. Hoy en día este tipo de terapias son más conocidas”, dice Dexel. La Sociedad Alemana de Veterinarios cree que terapias de este género son beneficiosas.

“Si el animal no tiene ningún problema orgánico podría pensarse que se trata de perturbaciones en el comportamiento”, señala Astrid Behr. La portavoz de la sociedad sostiene que en tales casos es recomendable que los animales realicen una terapia.

Según Behr, es mejor recurrir a un veterinario especializado en la disciplina, ya que la profesión de terapeuta de animales no está reconocida oficialmente y nada asegura que la terapia se efectúa con seriedad.

Dexel no es veterinaria. Antes de especializarse en terapia de animales trabajó para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en el área de protección de especies en peligro de extinción.

La especialista tiene de 30 a 400 consultas semanales. Varía según su participación en programas de la televisión alemana sobre animales. Además de atender a sus clientes, Dexel ayuda a formar terapeutas de gatos en Alemania, Austria y Suiza. “Pronto vamos a contar con una red de terapeutas”, adelanta.

Que la gente lleve a sus mascotas a hacer terapia habla de una nueva sensibilidad social que incluye también a los animales, opina Birgit Pfau-Effinger, profesora en la Universidad de Hamburgo. La socióloga dirige un programa de investigación sobre la relación entre las personas y los animales.

Sin embargo, según Pfau-Effinger, estas terapias reflejan también una actitud ambigua con los animales.

“Las mascotas reciben nombre propio y pasan a formar parte de nuestras familias, mientras que los animales que destinamos al matadero se crían masivamente y de manera anónima en establos situados fuera de los centros poblados”. A los primeros se los humaniza, a los otros se los faena, señala la especialista.

Según la Zentralverband Zoologischer Fachbetriebe Deutschlands e.V. (Asociación del Comercio e Industria del Animal de Compañía de Alemania, ZZF), en 2016 había en el país un total de 31,6 millones de mascotas, de las cuales 13,4 millones eran gatos, el animal preferido como mascota en Alemania. Desde 2007 el número de gatos domésticos aumentó un 70%.

Dexel aconseja a los dueños de Emmi y Louis hacer una terapia conjunta. “Hay que verlo como una especie de terapia familiar”, apunta.

La terapeuta propone empezar con un entrenamiento en base a sonidos de clics. Con la ayuda de un pequeño aparato que hace clics practican los comportamientos voluntarios. Luego de cada clic las mascotas reciben un premio. En primer lugar hay que agotar las energías de Louis para que no estrese a Emmi.

“Louis debe ayudar a que Emmi pierda los miedos. Para lograrlo necesitamos crearle a la gata una atmósfera controlada y estimulante”. Cuando Emmi tome más valor podrá ella también recibir un entrenamiento.

“No es posible concentrarse al mismo tiempo en los clics y en los miedos. Los miedos son frecuentes en los gatos y por regla los provocamos nosotros mismos”, afirma Dexel.

Con frecuencia el problema son los dueños y no las mascotas. Al parecer este también es el problema de la gata de ocho años. Antes de cambiar de dueño, Emmi vivía en una casa donde reinaba el más completo desorden, cuentan sus actuales amos.

“Los gatos se reproducían de manera incontrolada y comían todo lo que encontraban”. Emmi se volvió adicta a los chocolates, los snacks de nueces y las papas fritas y hubo que quitarle esa costumbre.

Dexel festeja los progresos de Louis, de nueve años. Al cabo de media hora aprende a saltar sobre almohadas y a zigzaguear entre botellas de agua, lo cual le exige concentración y ayuda a que gaste energía. En cada ocasión recibe elogios.

Muchas veces los dueños tratan a sus mascotas como si fueran seres humanos e interpretan el comportamiento de las mismas como si tuvieran segundas intenciones.

“Es un problema. Los humanos podemos ser arrogantes y maliciosos y provocar por gusto a otras personas, pero los gatos no. Cuando los gatos se vuelven sucios es porque sufren estrés y no porque quieran vengarse de sus dueños”, explica Dexel.

La especialista admite que muchas la terapia pareciera dirigirse más a los dueños que a sus mascotas.

Fuente: DPA


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