El cuidado y los mimos salvaron a Lázaro, el gatito blanco

Animales en peligro en las calles vemos a diario, pero no siempre hay un corazón bondadoso dispuesto a ayudar. Ésta es la historia de un minino que tuvo la suerte de encontrar una familia que lo quiera.

El cuidado y los mimos salvaron a Lázaro, el gatito blanco

“A Lázaro el destino quiso que lo encontráramos de casualidad. Ese día íbamos al súper, pero vaya a saber por qué, decidimos antes pasar por otro lugar. Y antes de retomar el camino para realizar las compras, nos topamos de casualidad con una colita blanca que cruzaba la calle”, comenzó su relato Esteban.

“En ese momento Karina, mi señora, grita: ‘¡¡cuidado el gatito!!’. Freno de golpe atravesando el auto en medio de la calle. Ella se baja urgente y detuvo a un taxi que venía un poco más atrás, pero que ya nos había alcanzado, fue un revuelo…”, recuerda Esteban con alegría y emoción al mismo tiempo.

Catalina feliz de tener a Lázaro.

“Karina lo levantó enseguida y cuando lo miramos a la cara, era una pena… Todo su cuerpito: flaco y con los ojos llenos de conjuntivitis, a tal punto que no tenía pelitos alrededor. Para mis hijos fue amor a primera vista. Pero, nobleza obliga, así que mi señora recorrió toda la cuadra, casa por casa para ver de quien era, pero nada. Es una zona de talleres mecánicos, pero nadie lo reconoció como propio y por su estado deplorable, nadie lo quería tampoco”, continúa.

“Decidimos nuevamente desviar nuestro camino hacia el súper y pasar por la veterinaria. Nuestro veterinario nos dijo que aparentaba no tener más de tres semanas, o sea muy pequeño, entonces lo desparasitó, le puso las gotitas en los ojos, nos indicó qué darle de comer, y lo llevamos a casa”, dice.

Agustín mima a Lázaro quien aprovecha para descansar sobre su hombro.

La idea desde un principio fue que al mejorar su estado de salud sería dado en adopción.

“Pasaron los días y fue cambiando su aspecto, su pelaje hermoso y blanco como la nieve, nos delataba su buena salud. Pasaron las semanas y fue quedando atrás la idea de darlo en adopción”, comenta.

“Al observarlo en lo cotidiano, era cada día más hermoso, su pelo reluciente, sin embargo empezamos a notar que siempre estaba en su mundo, y no se inmutaba ante los ruidos, eso comenzó a llamarnos la atención a mí y a mi señora. Hasta que un día hicimos una prueba. Aplaudí fuerte, e hicimos junto a los nenes, mucho ruido. Fue algo muy llamativo porque él seguía sin percatarse, inmóvil, ni enterado” -dice con gestos de amargura- ahí fue que nos dimos cuenta de que Lázaro no nos escuchaba. Tratamos de ver si existía algo que se pudiera hacer para ayudarlo, pero por el momento nada existe. Como dejar en manos de otros, a este bebé que necesita tantos cuidados. Nadie mejor que nosotros para hacerlo”, relata Esteban.

La Colo posando con cara de sueño.

Pochu todavía no se acostumbra al nuevo integrante.

Y… Juan Manolo.

“Hoy Lázaro vive en su mundo, que es también el nuestro. Es feliz, juega, corre, y forma parte de nuestra familia. Lo amamos. Pero además tenemos otros tres integrantes que son: Pochu, una gata de once años; Colo, una gata de doce años y Juan Manolo, un machito de apenas dos años. Lo han aceptado, cada uno a su tiempo, solamente Pochu siente cierta molestia ante su presencia. Refunfuña, pero ya se le va a pasar. Nosotros estamos felices de poder tenerlo y verlo crecer día a día. Lázaro es nuestro bebé”, concluye Esteban.

Lázaro junto a su familia: Esteban, Catalina, Agustín y Karina.


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