Esta es la historia del “hombre gato de Alepo”

La guerra en Siria no sólo ha dejado muerte y exilio de la población. Los animales domésticos también han sufrido. El lado feliz, si se quiere, es que existe una persona que no quiso ni pudo dejar a su suerte a tanta mascota abandonada.

Esta es la historia del “hombre gato de Alepo”

Mohammad Alaa Aljaleel es el centro de una historia conmovedora. Este hombre de 43 años creció en Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, ubicada 25 km al sur de Kafr Naha.

Jaleel, electricista de oficio, siempre tuvo pasión por los gatos, y solía pasar por las carnicerías de la ciudad para buscar pedazos de carne para alimentar a los felinos de su barrio.

Cuando la guerra estalló en 2011 dejó sus herramientas para convertirse en conductor de ambulancias y aprender primeros auxilios para atender a los heridos, pero nunca dejó de llevar comida a sus amigos peludos.

Lo malo es que la guerra en Siria, y especialmente en Alepo, empeoró y la gente empezó a abandonar la ciudad, dejando atrás a sus mascotas.

Jaleel se quedó y decidió ocuparse de un total de 170 de estos animales y tras montar su primer santuario, con donaciones de amigos y a través de campañas en redes sociales, se ganó un apodo: el hombre gato de Alepo.

La imagen de Jaleel ha dado la vuelta al mundo en varias ocasiones, la mayoría de las veces por socorrer a niños atrapados bajo los escombros de un bombardeo. La guerra en Siria ha provocado la huida de más de cinco millones de refugiados y ha dejado a la mayoría de las ciudades totalmente arrasadas.

Alepo, tomada en 2012 por la oposición siria, ha vivido innumerables ataques y se ha convertido en uno de los principales frentes de la guerra civil. Allí, los animales también han sido víctimas de la guerra.

En el santuario donde ahora residen sus gatos no sólo pueden encontrarse felinos rescatados de la calle. Muchos de los gatos a los que alimenta y cuida habían sido mascotas de los refugiados que han huido de la guerra.

“Si quieres mostrar piedad ante las personas, debes empezar mostrando piedad por todo lo demás”, sostiene Jaleel mientras practica una prueba de ultrasonido a una gata embarazada

Cientos de animales han recibido atención médica en estos años de brutal guerra civil en el Santuario para Gatos Ernesto, llamado así por el nombre del felino preferido de Jaleel.

Sukhoi, el gato

En total, Jaleel y otros amantes de los gatos lograron llevarse 22 de los felinos de Alepo. “Le dimos a cada familia dos gatos en un canasta de plástico”, contó.

Uno de ellos era Sukhoi, bautizado en irónico honor a los cazabombarderos operados por Rusia, aliada del dictador Bashar al Assad, en los bombardeos de ciudades rebeldes.

“Él aparecía de la nada y tomaba comida justo debajo de las narices de otros gatos, justo como un caza Sukhoi”, explicó.

La guerra civil en Siria, que involucra a numerosas facciones apoyadas por diferentes potencias, ha causado la muerte de más de 350.000 personas y ha creado millones de refugiados, muchos de los cuales han intentado llevarse sus animales domésticos.

Jaleel fundó su segundo refugio para gatos tras abandonar Alepo a comienzos de 2017, alojando a 18 de los 22 que rescataron.

“Los gatos no se quedan en una sola casa. Duermen en todas intercambiando lugares”, explica Jaleel, en referencia a las pequeñas edificaciones de mármol que hay en el santuario.

Allí cerca hay también una picadora de carne con la cual preparan la comida de los felinos. Pero además de ser un refugio y de proveer comida, financiado con donaciones, el santuario también funciona como una clínica veterinaria. “Tratamos todo tipo de animales aquí, caballos, vacas e incluso gallinas”, explicó.

El Santuario Ernesto presta un servicio y trae algo de normalidad a una situación de guerra constante que lleva ya casi siete años.

“No hay veterinarios donde yo vivo. Cuando pregunté a la gente me indicaron este lugar. Quedé tan sorprendido de encontrar algo así en medio de la guerra que vivimos. Asisten a todo tipo de animales, es realmente hermoso”, relató Mohammad Watar, dueño de un gato que sufrió una intoxicación.

La guerra, ciertamente, sigue estando muy cerca, y las paredes del santuario tienen agujeros de bala.

Los gatos han recibido heridas de metralla y proyectiles, pero pocos pueden ser tratados porque hay escasez de medicinas veterinarias y vacunas, al igual que en los hospitales que tratan a humanos

Fuente: Agencias


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