Roca tiene su primer guardería canina habilitada

“La Cucha” es un emprendimiento a cargo de Lucrecia Portela Gallart, quien además es rescatista.

Roca tiene su primer guardería canina habilitada

Lucrecia es una joven roquense que tomó la decisión de trabajar por los que muchas veces no tienen voz ni voto, los animales. Ella también es rescatista y abrió la primer guardería canina con habilitación en la ciudad.

¿Cómo fue que tomaste la decisión de legalizar tu actividad?

“Accedí a hacer todos los papeles obviamente para estar tranquila al trabajar, no se puede estar perseguido. Hay una nueva ordenanza en la municipalidad y se está reglamentando a las guarderías caninas. Empecé a trabajar con la gente de Medio Ambiente para poder llevar todo en regla”, comentó.

¿Cuáles son esos requisitos?

“Lo que se pide es contar con un buen espacio para tal fin, control de plagas, espacio grande tener todo cerrado y seguro, médico veterinario que asista de cabecera. Los residuos de los animales que estén en tambor tapado por las moscas y el compromiso de dos veces a la semana llevarlos a Zavecom, la planta que cuenta el municipio para residuos y un seguro de vida”, agrega.

Lucrecia disfruta de trabajar con los animales.

“Muchos de los que tengo acá son rescatados. Más de 2600 m2 tengo para disponer de la guardería. Depende del espacio que uno tenga porque no podés tenerlos hacinados en un lugar reducidos”, dice.

“Desde hace 2 años comencé con esto, el tema fue que trabajaba en una empresa frutícuola y toda la vida me crié con animales, me encanta trabajar con ellos”, relata la joven.

“De los perros que están aquí muchos están en adopción responsable, como es el caso de Guada, la galga que rescatamos de Tres Cruces abandonada y cuando tuvo la oportunidad de ser adoptada, extrañó. Pero no puedo tener más porque si no son adoptados no puedo seguir rescatando y darle oportunidad a otros que lo necesitan” comentó.

Coco, uno de los más juguetones de la guardería.

Contó que varios de los canes que están son de guardería y que a algunos los dejaron porque sus dueños viajaron y no volvieron más. Ese fue el caso de Coco, un beagle que cuando juega emite gritos muy raros, pero es su forma de expresarse.

“Luli es una rescatada de una semana de vida, criada con mamadera, que se quedó acá. Betún, un negro mimoso no se despegaba del lado de los humanos porque no quiere perderse ningún mimo y también está en adopción responsable al igual que Lobito. Él llegó con una gran herida, vagaba por el centro y desde las redes sociales se pedía ayuda para asistirlo”, dice Lucrecia.

Betún y Lobito aprovechando el día de sol.

Los costos

“El cobro es tipo hotel, de un día para el otro con el pasaje incluido, rondan entre los $200 y $ 250, más el alimento, obviamente, con traslado y si tiene más de dos o varios animales existe un precio acorde”, dice Lucrecia.

“También se pueden cuidar media jornada, pero se tienen en cuenta ciertos gastos como el traslado, alimentación, cuidado, juegos, baños, atención veterinaria en caso que lo requiera para el cobro”.

¿El animal debe cumplir algún requisito?

“Sí, que sean sociables sí o sí. Y algo fundamental: si las hembras no están castradas, que no estén en celo. En caso de que un perro no se adapte, lo devuelvo porque no se puede controlar”.

¿Hiciste algún curso de adiestramiento?

“Sí. Hice talleres de adiestramiento y eso me ayuda un montón, en el caso de Lobito, tuve que dedicarme a él para adiestrarlo, porque no era sociable. Ahora es un perro súper adorable y está en adopción”.

¿Cómo es la llegada del perro que viene a guardería?

“Como para entrar y salir tengo que guardarlos sí o sí. El primer día los empiezo a sacar de a uno de la camioneta y de a poco para que se vayan conociendo”.

¿Cuántos caniles tenés?

“Tengo 8 caniles. Igualmente los caniles los uso muy poco porque ellos se manejan y se quedan acá adentro”.

Los ladridos de Ashaí, la líder de la manada, interrumpe la conversación. “A esta perrita la compró un amigo y quedó acá por su gran energía. Siempre quiso tener una Weimaraner, pero le dio vuelta el departamento, así que vino a la guardería y ahora es mía, la amo”, sonríe la joven.

Lucrecia juega todo el tiempo con los canes que se le acercan. Sin gritos y siempre manteniendo una voz calmada, pero firme, ellos parecen entender muy bien las órdenes que marca la joven.

Pero la familia de la guardería también incluye a Clarita, Luli y Maca, una yegua que le regalaron hace cuatro años. “Dulce es otra historia, fue un rescate. Un día la vi publicada en las redes que estaba perdida, el dueño se había ido y la había dejado abandonada… la reconocí y fui a buscarla”, recuerda.

“A muchos canes los dejan el fin de semana para distracción del animal, otros en días de semana”, sigue contando, mientras prepara un paseo por el predio. “Aman venir a pasear, ninguno se escapa, todos vuelven. Sólo una vez Torrente se fue a la casa de un vecino y después de un mes volvió”.

Facebook: La Cucha

Lucrecia junto a Ashaí.

Maca también tiene un lugar en la guardería.


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