«Mi sueño es poder volver a vivir dignamente»
Evaristo Guenuin y su esposa Inés Fernández llegaron al 30 de Marzo, como todos, obligados por las circunstancias. «Nos cansamos de golpear puertas en el municipio y nadie nos dio una mano. Antes de meternos en la municipalidad vinimos a tomar un terreno», cuenta Inés. Fueron los primeros junto a la familia de Martín Corbelli, la de Marcelo Mena y otros más.
Evaristo tenía una pierna quebrada que le demandaba ocho meses de recuperación. Su hijita menor, Milagros, que tenía apenas un año, se había quemado y tuvo que ser intervenida en Buenos Aires. Llegaron a Viedma con esperanza de rehacer sus vidas que venían en una caída cuesta abajo desde la crisis de 2001, cuando Evaristo se quedó sin trabajo en la Petroquímica de Bahía Blanca y tuvo que vender su auto, su negocio, y tuvo que juntar y vender latitas de aluminio para sobrevivir.
Creían que Viedma podía darles un futuro mejor, para el matrimonio y sus cinco hijos. Pero hasta ahora la vida sólo es sufrimiento. «Este año fue complicado. Acá hay que estar para conocer el barrio. El que mira desde lejos dice es un barrio más. Pero el problema está adentro», reflexiona Evaristo.
«Mis hijos cuando llega gente se esconden porque viven en una casilla de cantonera, con piso de tierra. Yo les digo que por ahora estamos así, pero que algún día vamos a estar mejor. Ellos tienen vergüenza pero nosotros estamos así no porque nos guste, sino porque no queda otra», afirma Inés. Cuando Evaristo salió de su Los Menucos natal, hace más de 20 años soñaba con «cambiar de vida, vivir una vida diferente, digna. Mi sueño es poder volver a vivir dignamente», dice Evaristo.
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