Miceli afronta críticas desde su propio ministerio

Tiene roces con los funcionarios de la gestión de Lavagna.

por NICOLAS WIÑAZKI

BUENOS AIRES (ABA).- A poco más de cien días de asumir como titular de Economía, Felisa Miceli comenzó a tener problemas internos dentro de su ministerio, aseguran fuentes del Palacio de Hacienda.

Varios de sus secretarios en áreas claves, todos ellos «heredados» de la gestión de Roberto Lavagna, como Carlos Mosse (Hacienda), Miguel Peirano (Industria y Comercio), y Alfredo Maclaughlin (Finanzas) están en desacuerdo con sus métodos de gestión y la acusan por lo bajo de tener «poco poder de decisión», entre otras cuestiones.

Dicen, además, que Miceli tiene una «excesiva cautela» cuando debe tomar alguna resolución, por pequeña que sea, lo que demora cualquier tipo de medida impulsada por su ministerio. Ponen ejemplos: el decreto que impuso el reintegro del 14 por ciento a los bienes de capital de fabricación nacional se demoró dos meses y medio, a pesar de que es una medida que Economía toma cada año.

Los detractores de Miceli dicen que la ministra trabaja co un círculo íntimo demasiado cerrado, y que le cuesta escuchar las propuestas de otros miembros de su gabinete. Las funcionarias que cuentan con la confianza de Miceli son Alejandra Scharf (subsecretaria de Financiamiento), la influyente Estela Palomeque (secretaria Legal y Administrativa) y Silvia Canela (subsecretaria de Coordinación Económica). Todas ellas venían trabajando con Miceli desde que ésta era Presidenta del Banco Nación.

Los funcionarios «díscolos» de Economía se quejan también de que Miceli fue «ninguneada» en varias oportunidades por el presidente Néstor Kirchner.

La primera vez, dicen, fue cuando Kirchner tomó la decisión de pagarle hasta el último centavo al Fondo Monetario Internacional (FMI). Miceli no participó en esa decisión ya que por esos días estaba de viaje por España.

Ponen más ejemplos: hace 15 días, la ministra participó de un acto en FERIAGRO donde, entre medio de sonrisas, descartó la posibilidad de que el Gobierno prohibiera las exportaciones de carne. Un par de horas después, Miceli fue llamada de urgencia a la Casa Rosada, donde se enteró que el Presidente iba a tomar la decisión que ella había negado. No fue el único chispazo con Kirchner.

Hace un mes, el diario «Clarín» anunció que se estaba preparando una reforma del paquete impositivo. El Presidente enfureció con la publicación de la noticia y «retó» a Miceli, a quien acusó de haber filtrado la información en una reunión que había mantenido con los dirigentes de la Asociación d Bancos Argentinos (ADEBA).

Quien se regocija con estos cortocircuitos es Julio De Vido, ministro de Planificación Federal, que busca tener cada vez más poder en el ministerio de Economía. De Vido también critica con ferocidad a Miceli y le resta poder de decisión, siempre en nombre del Presidente. La suba en el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias fue negociada directamente De Vido y el titular de la CGT, Hugo Moyano, por ejemplo. Miceli trabajo en ese proyecto una vez que estaba consumado.

Hasta ahora, la ministra se llevaba bien con Martín Redrado, titular del Banco Central (BCRA). Pero esta semana allí también comenzaron los roces. Es que por primera vez desde la salida del default la Argentina anunció una colocación abierta de 500 millones de dólares en bonos a cinco años de plazo. El problema fue que la tasa de interés de esos bonos fue de 8,36 por ciento, cuando se esperaba que fuera del 7,98.

En Economía creen que la caída de la cotización de los bonos se debió a un anunció del BCRA que informó que comenzaría a controlar las operaciones con bonos porque temía que se estuviera eludiendo los controles de cambio. Es la primera desinteligencia entre Miceli y Redrado.

Con todo, a pesar de las críticas, Miceli sigue sonriendo como hace siempre. Desde el día que asumió, se comprometió a acatar sin objeciones las órdenes de Kirchner. Mal que le pese a sus críticos, así es como ella y el Presidente eligieron trabajar.


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