Millones en subsidios para un servicio precario
El sistema ferroviario recibe millonarios subsidios por parte del Estado, pese a lo cual el servicio es deficiente e inseguro para la mayor parte de los ciudadanos que lo emplean cotidianamente. A cambio, los usuario padecen la sobrecarga de pasajeros, la suciedad, la incomodidad, el calor, el frío y la inseguridad. La enorme red ferroviaria que poseía el país fue desmantelada durante el gobierno del justicialista Carlos Menem, dejando a miles de localidades sin conexión. Trenes de Buenos Aires (TBA), propietaria del tren que ayer provocó la muerte de por lo menos 49 personas, recibió entre 2009 y enero de este año más de 467 millones de pesos en subsidios. Las empresas concesionarias argumentan que las bajas tarifas -que están entre las más baratas de América Latina- no permiten cumplir con las inversiones necesarias para mejorar el servicio. Según TBA, la mayor parte del dinero que ingresa por venta de boletos se destina al pago de los salarios de sus 4.400 empleados. Los costos de mantenimiento, energía eléctrica, combustible, repuestos y seguros se pagan con los fondos provenientes del Estado. Esta opinión no la comparten sindicatos y dirigentes políticos que sistemáticamente denuncian que las compañías en realidad priorizan sus ganancias, no realizan ningún tipo de inversión y cuentan con el apoyo de un Estado que no las controla. “Venimos denunciando desde hace tiempo sobre el nivel de desinversión y los trabajadores todos los días tienen que poner los trenes en condiciones para poder salir… Hay algunos trenes que datan de la década del 60’’, aseguró Horacio Caminos, portavoz del sindicato de conductores de trenes. No hay que ser especialista para darse cuenta de las deficiencias que presentan los trenes de Buenos Aires: basta con subirse diariamente y escuchar las quejas constantes de los pasajeros que viajan amontonados, presos de un sistema ferroviario que ayer vivió una de las tres peores tragedias en la historia argentina.
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